jueves, 2 de mayo de 2013

Oratoria del acto del 1ro de Mayo de la publicación anárquica Tierra y Tempestad.

  Estamos pisando los comienzos de nuevos tiempos sin siquiera saberlo…
  El inminente pasado se concibe como un presente eterno.
  Existe hoy un sistema de regulación e imposición legal que tiene sus orígenes, no en las luchas a lanza y boleadora en el campo sino en los poderes de la dominación colonial española.
  El Uruguay se “desarrolla” a buenos índices macro-económicos y se invierten numerosas cuentas estatales para las políticas sociales. El reparto de la torta, según algunos… las migajas en realidad. Al igual que en los gobiernos blancos y colorados se alardea por los medios de prensa los records de ventas de autos 0 Km. como una victoria. Mientras la muerte por accidentes de tránsito es la primera causa de muerte en Uruguay en los jóvenes de 15 a 28 años. Los autos ya no caben en las calles y trasladarse de un barrio alejado al entro se está volviendo un asunto cada vez más complicado. Mientras la ciudad respira petróleo, humo gris, respira negocios multimillonarios de manos ajenas y dependencia energética a un sistema de producción suicida.
  El bien común, para el gobierno de izquierda es la completa sumisión a los proyectos globales del capitalismo. Portarse bien y pelear para la miguita lo más grande posible. Las empresas papeleras y forestales erosionan en pocos años la gran huerta que podría ser el Uruguay. Suelos de los más ricos en propiedades como el de esta región es desgastado para la transformación de árboles en cajas y papeles. Contaminando de paso, como nunca antes en la historia el río Uruguay.
  Las obras de infraestructura para poder facilitar la salida por los puertos del “oro verde” que se llevan destruirán definitiva la armonía ecológica de lugares que cada vez más son únicos en el mundo por su pureza y equilibrio ecológico.
  La megaminería. La actual minería existente en el norte del país donde se extrae oro con cianuro, contaminando ampliamente vastas zonas del territorio.

  Todo esto equivale a arrancarse una picadura de mosquito con un cuchillo, sacándonos un trozo de nuestra carne para aliviar la picazón. Un mal desmedido para solucionar un problema sencillo.
Uruguay produce alimentos como para alimentar más de cuatro veces su población. Aparte de estar sobre una de las reservas acuíferas más importantes del mundo (acuífero guaraní).
  ¿Precisamos de la fibra óptica, la facturación digital, los LED con HD? Si a pesar de haber mayor “bienestar económico” de una economía basada en el egoísmo, la explotación, una economía que premia la cultura del alcahuete, de buchón, del sumiso al patrón, al encargado. ¿Acaso ese mayor beneficio sólo genera mayor odio y autodestrucción?
  Con el potencial tecnológico que se posee se podría generar una educación en materia de oficios, de autogestión, de valores constructivos para poder vivir en igualdad social.
  Sin embargo, los millones y millones de lo que se ve en las pantallas reflejan historias de envidias, traición, celos, desigualdades, desgracias y muertes.
  Es en todo eso que Mujica, Bordaberry, Larrañaga o cualquier politiquillo se parecen tanto. En que aceptan toda esa mierda como las reglas de juego válidas. Aceptan la muerte de una verdadera forma de vida para pelear por la posibilidad de una muerte lo menos mala posible. Ellos ya están muertos en vida.
  Porque su máxima aspiración, su última finalidad, es que todo esto siga como está, que esta autodestrucción del medio humano y territorial se consolide cada vez más.
  Nos quieren hacer creer que hay que solucionar el problema de la pobreza. Cuando el verdadero problema que hay que solucionar acá es el problema de la riqueza. Es la existencia de la riqueza, de la acumulación de unos tantos, la que genera la pobreza del resto.
  Sólo aquella, sólo aquel que aspire aires frescos, que llene sus pulmones, su alma, sus ideas, su respeto consigo mismo, de aires libres, de aires que aspiren a un mundo donde todo eso no exista. Un mundo donde no exista siquiera la posibilidad de explotar a otro, de poder aprovecharse de los demás. Donde no exista ese mundo de cárceles, jueces, policías y toda la gama de “autoridades” para reprimir, para contener cualquier brote de libertad individual.
  La única alternativa es dar un paso al costado. Pensar con otros parámetros. Formas de organización autónomas horizontales, no son sólo posibles sino imprescindibles.
  La autogestión no sólo es una alternativa barata a la economía, sino la única economía capaz de satisfacer a todos.
  Y la acción directa la más preciosa forma de autogestión social. El rechazo a la mediación para cualquier acto que se resuelva necesario realizar. Terminar definitivamente en el medio social con la cultura de la juntada de firmas y de buscar el apoyo de los partidos. La lucha por la felicidad colectiva es necesariamente la lucha contra los proyectos económicos de los gobiernos. Es necesariamente contra la lógica de la autoridad, del representante, de las decisiones delegadas. De los que deciden desde un escritorio lo que debe hacer el que se embarra las manos en la tierra o el que se las ensucia en el taller.
  La acción directa es el placer de faltarle el respeto a la autoridad. Faltarle el respeto al que pretende estar por encima nuestro, por su poder político o económico.
  Necesitamos empezar a profundizar esos caminos que nos harán romper definitivamente con el cascarón de la lógica del sistema, del orden vigente, creando las bases de una sociedad anárquica, en la medida que profundizamos la lucha social. Nuevas formas de organización, nuevas formas de producción, nuevas formas de abastecimiento. Nuevas formas de autodefensa contra quien pretenda destruir los proyectos autónomos del poder. Y sobretodo capacidad de transformase continuamente acorde a las circunstancias, es decir, rechazar las formas de institucionalización de la vida social.
  La anarquía es algo más que un sistema de ideas. Es una forma de entender la realidad por fuera de las lógicas que imperan la realidad. Aquellas lógicas que se rompen en la complicidad de una mirada.
  En el placer de haber logrado realizar algo difícil, prohibido, con éxito. La anarquía es la levedad que se siente en el alma cuando uno se saca esa pesada mochila en las espaldas de la vida y dice: quizás sufra en esta vida, quizás pasaré hambre a veces, pero nunca… nunca seré un miserable para con mis iguales…
  Salud y anarquía.