jueves, 16 de mayo de 2013

El Feliz despertar del movimiento social en Uruguay

Luna
15 05 2013

El pasado viernes 10 de mayo la principal Avenida de la ciudad de Montevideo  18 de julio, se vistió de protesta decidida, creativa y diversa en defensa del agua, la tierra y la vida. Más de 10 000 personas respondieron al llamado de la Asamblea Nacional Permanente; fue un río de gente, una corriente que circuló horizontalmente por asambleas, barrios, pueblos, costa, ciudades,  pasando la voz.
Ha sido la mejor y más maravillosa respuesta del pueblo ante el silencio de los grandes medios de información y ante la manipulación y menos precio de la clase política toda a un movimiento que se fue construyendo desde la base misma de la sociedad.
Este movimiento tiene características nuevas para nuestro país; hasta ahora había resultado imposible que convergieran las tan diferentes corrientes ideológicas, sectores sociales y culturales.
Esto fue lo que le dio a la marcha del 10 de mayo una potencia diferente; no fue la repetición de una marcha como tantas; ahí estuvo  tal vez  el germen de lo nuevo; hubo presencia afectiva.
 Los grandes medios de comunicación en sus primeras noticias como siempre mintieron y manipularon; pero ante tan contundente expresión de pueblo,  al día siguiente debieron hacerse eco de algo que ya no se puede ocultar con un dedo. 
Hoy estamos en el después de la gran marcha del 10 de mayo y hay una pregunta que muchos nos hacemos;  ¿Y ahora como seguimos?
Sin duda  pueden haber distintas lecturas acerca de este movimiento de nuevo tipo en nuestro país, pero hay algo que  sí nos está mostrando;  es el hartazgo de la gente, el cuestionamiento a toda la clase política y la firme decisión de plantarse con dignidad frente a problemas cruciales que ponen en peligro la salud, la alimentación y la soberanía territorial.
  Es evidente que hoy el no es más claro que  una propuesta más estructurada como alternativa. Esto es así dado que es algo que deberá construirse en los espacios asamblerios   de las  redes sociales y de la visibilidad de las luchas; también en aquellas  construcciones colectivas más productivas de carácter autogestionadas.
Las primeras respuestas del gobierno han sido en el tono que ya nos tienen habituados de soberbia y disparate ante la amplitud de lo que no dudamos en calificar como desastre. 
Los dichos del presidente Mujica, afirmando que el paisaje no se podía dejar como en una foto, es una expresión pura de la brutalidad e ignorancia elegida, al servicio de las grandes corporaciones financieras. Hipocresía y contradicción al afirmar que el gobierno cuida el medio ambiente cuando apoya la minería a cielo abierto, los transgenicos , el fracking y los puertos de aguas profundas.
La marcha del 10 de mayo ya provocó que se anunciara que se harán controles acerca de la calidad del agua, de que no se permitirá el ganado en cercanías de fuentes de agua y de que se respete las distancias de las plantaciones de soja por Ej. de ríos y lagunas.
También ahora salen algunos políticos a decir que se pondrá un freno a la compra de tierras por parte de capitales extranjeros. 
Memoria es memoria: las organizaciones sociales muchas veces hicieron petitorios, elevaron denuncias, presentaron informes sin obtener respuesta alguna y en muchos casos distintas delegaciones  ni siquiera fueron recibidas.
Varios científicos dieron la voz de alerta y los mismos fueron descalificados por estos políticos; se ha inclusive censurado a periodistas y radios comunitarias por estar en contra de la minera Aratirí.  
Pensamos que las buenas intenciones ahora anunciadas por parte de los gobernantes, acerca de ejercer alguna forma de control son una cortina de humo más, una curita encima de una gigantesca gangrena. Nos muestran por otra parte que el problema existe y que tiene una amplitud y consecuencias en la vida de todos sobre  lo cuál, esta misma clase política debiera hacerse cargo. 
¿Controlar ahora, cuando estamos invadidos de plantaciones de eucaliptos y de soja transgénica? Quien se lo podrá creer?
Para parar estas nefastas consecuencias hay que tener un modelo de sociedad diferente al actual modelo del gran capital. De eso estamos lejos, porque no vendrá de la clase política una propuesta de este tipo. Es por el contrario desde  los sectores más concientes del pueblo y de los movimientos sociales  que se podrá caminar hacia esa sociedad nueva que no esté basada en la súper explotación de la tierra y las personas.