Luna
15 05 2013
El pasado viernes 10 de mayo la principal Avenida de la ciudad de
Montevideo 18 de julio, se vistió de protesta decidida, creativa y
diversa en defensa del agua, la tierra y la vida. Más de 10 000 personas
respondieron al llamado de la Asamblea Nacional Permanente; fue un
río de gente, una corriente que circuló horizontalmente por asambleas,
barrios, pueblos, costa, ciudades, pasando la voz.
Ha sido la mejor y más maravillosa respuesta del pueblo ante el
silencio de los grandes medios de información y ante la manipulación y
menos precio de la clase política toda a un movimiento que se fue
construyendo desde la base misma de la sociedad.
Este movimiento tiene características nuevas para nuestro país;
hasta ahora había resultado imposible que convergieran las tan
diferentes corrientes ideológicas, sectores sociales y culturales.
Esto fue lo que le dio a la marcha del 10 de mayo una potencia
diferente; no fue la repetición de una marcha como tantas; ahí estuvo
tal vez el germen de lo nuevo; hubo presencia afectiva.
Los grandes medios de comunicación en sus primeras noticias como
siempre mintieron y manipularon; pero ante tan contundente expresión de
pueblo, al día siguiente debieron hacerse eco de algo que ya no se
puede ocultar con un dedo.
Hoy estamos en el después de la gran marcha del 10 de mayo y hay
una pregunta que muchos nos hacemos; ¿Y ahora como seguimos?
Sin duda pueden haber distintas lecturas acerca de este
movimiento de nuevo tipo en nuestro país, pero hay algo que sí nos está
mostrando; es el hartazgo de la gente, el cuestionamiento a toda la
clase política y la firme decisión de plantarse con dignidad frente a
problemas cruciales que ponen en peligro la salud, la alimentación y la
soberanía territorial.
Es evidente que hoy el no es más claro que una propuesta más
estructurada como alternativa. Esto es así dado que es algo que deberá
construirse en los espacios asamblerios de las redes sociales y de la
visibilidad de las luchas; también en aquellas construcciones
colectivas más productivas de carácter autogestionadas.
Las primeras respuestas del gobierno han sido en el tono que ya
nos tienen habituados de soberbia y disparate ante la amplitud de lo
que no dudamos en calificar como desastre.
Los dichos del presidente Mujica, afirmando que el paisaje no se
podía dejar como en una foto, es una expresión pura de la brutalidad e
ignorancia elegida, al servicio de las grandes corporaciones
financieras. Hipocresía y contradicción al afirmar que el gobierno
cuida el medio ambiente cuando apoya la minería a cielo abierto, los
transgenicos , el fracking y los puertos de aguas profundas.
La marcha del 10 de mayo ya provocó que se anunciara que se harán
controles acerca de la calidad del agua, de que no se permitirá el
ganado en cercanías de fuentes de agua y de que se respete las
distancias de las plantaciones de soja por Ej. de ríos y lagunas.
También ahora salen algunos políticos a decir que se pondrá un
freno a la compra de tierras por parte de capitales extranjeros.
Memoria es memoria: las organizaciones sociales muchas veces
hicieron petitorios, elevaron denuncias, presentaron informes sin
obtener respuesta alguna y en muchos casos distintas delegaciones ni
siquiera fueron recibidas.
Varios científicos dieron la voz de alerta y los mismos fueron
descalificados por estos políticos; se ha inclusive censurado a
periodistas y radios comunitarias por estar en contra de la minera
Aratirí.
Pensamos que las buenas intenciones ahora anunciadas por parte de
los gobernantes, acerca de ejercer alguna forma de control son una
cortina de humo más, una curita encima de una gigantesca gangrena. Nos
muestran por otra parte que el problema existe y que tiene una amplitud
y consecuencias en la vida de todos sobre lo cuál, esta misma clase
política debiera hacerse cargo.
¿Controlar ahora, cuando estamos invadidos de plantaciones de eucaliptos y de soja transgénica? Quien se lo podrá creer?
Para parar estas nefastas consecuencias hay que tener un modelo de
sociedad diferente al actual modelo del gran capital. De eso estamos
lejos, porque no vendrá de la clase política una propuesta de este
tipo. Es por el contrario desde los sectores más concientes del
pueblo y de los movimientos sociales que se podrá caminar hacia esa
sociedad nueva que no esté basada en la súper explotación de la tierra y
las personas.