Traigo el polvo del camino
y tropiezo con las piedras
que yo mismo ayer tiré
Y aunque avanzo a paso lento
y el cansancio ya no siento,
no me muestra mi destino
el paisaje que soñé
Pero igual no desespero,
cargo amores y recuerdos
Que se llevan en la piel
De este ingenuo ser humano
con su corso ‘acontramano’
queda lo que está a la vista
y otro tiempo que ya fue
A Contramano- 2009
Cogollos de verano
En medio del verano, en medio del carnaval, a las puertas del campeonato mundial de fútbol, en medio de que falta comida, agua, luz, techos, solidaridad y libertad, la tierra peligra. Como contracara sobra presión, sobra sumisión, sobra paciencia, sobra confusión. Los territorios continúan siendo arrasados y asediados por el lucro aunque el ritmo sea el del estío. ¡Ah, meto la cuchara personalmente, consciente de que faltan colectivos funcionando para meterle cabeza, simples insumos que van adelantando el debate rezagado!
Yohai (W.Y.) el 18 de enero de 2014; para fundar su apoyo al Plebiscito contra la Megaminería, plantea sobre el Plebiscito de la rosada del 2008
“En su momento me pareció una maniobra para desviar la atención de sectores populares de otros temas más importantes, como por ejemplo, la política económica y salarial del gobierno Vázquez. Y es perfectamente posible que esa impresión fuera correcta. Sin embargo sucedió algo que los promotores del fenómeno no esperaban: amplios sectores populares, dentro y fuera del PIT-CNT y del FA tomaron en 2009 la iniciativa con gran energía. Se lograron las firmas para que se votara en las elecciones generales de ese año. Y se estuvo cerca de lograr el objetivo. Es cierto, no se llegó a éste y eso le dio un argumento más a quienes defienden la impunidad aunque es clarísimo que lo que está primando en la práctica congelación de los procesos a los genocidas es la voluntad política, tanto del gobierno cuanto de la Suprema Corte
Pero, ¿cuál fue el efecto político?: cientos o miles de jóvenes que se habían sumado entusiastamente al proceso, superando ampliamente a las decenas de veteranos militantes que también participaron, hicieron una valiosísima experiencia política. Militaron por algo a lo que habían sido llamados por la dirección del PIT-CNT y algunos de los partidos del FA (que se vieron completamente sorprendidos y superados por el fenómeno) y constataron “en vivo y en directo” como, al final, las direcciones los traicionaron. En lo personal debo reconocer que, junto al resto de Asamblea Popular en la que yo milité esas elecciones, nos equivocamos. No le dimos la menor pelota al asunto (basados en las razones expuestas más arriba) y no formamos parte de un proceso de toma de conciencia interesantísimo”
Creemos y tratamos de ejercer el derecho de decir NO a algunas insanias presentadas como alternativas. A nuestro entender no se debería votar si debemos ser libres o no. No se validan los DDHH en las urnas. Ni el saqueo, ni la esclavitud. No se vota si la tierra es un bien común o no.
En este Uruguay lo ÚNICO que parece posible es lo electoral, pregunto: ¿qué o quién determina, lo medular de las cosas, su esencia?
¿Alguien de nosotros dice que las luchas libradas no sirven pa’ algo?
Podemos decir, el resultado del camino emprendido es que se puso las energías en recursos, tácticas, que no fortalecieron nuestras raleadas fuerzas y las expuso al control del sistema. Más aún en lo que hace a la memoria, a los juicios sobre el Terrorismo de Estado, (sobre la cual) se destinan todos los esfuerzos estatales para separar la demo de hoy de aquellos avatares. El sistema necesita vendernos la cara actual, no su expresión más descarnada aunque sostengan “aquella actual injusticia”.
Lo que sí discutimos -y no en vano- son los métodos, las formas, los caminos, los objetivos. Y los tan relegados, olvidados y silenciados principios
El meollo tal vez esté en determinar para qué estrategia aportó más lo que hicimos. Tenemos la responsabilidad de discernir si los caminos que anduvimos fueron impuestos o elegidos y luego ver si sirvieron para acercarnos un poquito más al horizonte planteado
¿Con qué mirada valoramos lo que sirve o lo que no?…en los balances, muchos jerarquizan lo inmediato: los números, la montonera que logramos armar o que en los hechos se armó. O que se acumuló para tal o cual partido o línea
Manifiesto, que no tengo otra brújula que la generalización de la revuelta, sinónimo de insurrección, equivalente revolución. Por tanto toda lucha que la capitalice don estado, don patrón, don capital, doña multinacional, don desengaño, don conformismo, doña desilusión, don Soros o Rockefeller debe tener la autocrítica correspondiente
Es innegable que cientos se involucraron en la lucha contra la ley de impunidad, en la misma medida que es irrefutable que luego del resultado electoral las redes tendidas se diluyeron y no permaneció la exigencia. Y que si somos críticos veremos cómo no se ha avanzado en mantener y profundizar estrategias que rompan la impunidad en la calle con la condena social y el juicio a la dictadura. Solo un trozo obstinado permanece movilizado contra la impunidad.
Pero, junto a esa desmovilización que trajo el no haber llegado a anular algunos artículos de la ley de impunidad –no toda la ley para ser precisos– se realzó formas de lucha “legitimizadas”, reivindicadas socialmente y alabadas como la “forma cuasi exclusiva de luchar” que expresan sin duda parte de un sentir colectivo y algunas demandas, que a nuestro entender ya hace tiempo se convirtieron en parte de un paisaje que convive con los que mantienen la impunidad.
Casi no molesta, porque mantiene el silencio, porque nos mete a todos en la misma bolsa. Todos reclamamos lo mismo…organizaciones de DDHH, sociales, partidos, gobierno.
¿Salió o no fortalecido, el bloque de la impunidad? Y no he oído autocríticas que vayan al fondo de esa acumulación.
Acto seguido se vuelve a pensar otros plebiscitos, también sobre temas sociales urticantes porque hace a los bienes comunes, a la tierra. ¿Los sucesos acontecidos nos llevaron a meditar colectivamente? ¿Nos sentamos a considerar cómo movilizar fuera de los parámetros de control del sistema?
Mi respuesta es: No
Casi llegar. Muchos jóvenes mezclándose con la memoria, abrazando la bandera de la justicia, vale. Sin embargo esas campañas no han dejado más ‘movidas’ porque el enfoque es hasta las urnas, después queda el vacío.
Desde Plenaria salimos a pintar por los muros Un millón de memorias no acatan impunidad. Pero lo innegable es que al mes nos movilizamos por 18 de julio miles de personas, con un operativo policial poco visto y ya muchos de los sectores que se habían movilizado antes para votar la rosada criminalizaron la movida y por supuesto no fueron.
Eso marca en que línea se está . Marca haber apostado, casi todo o todo, a un recurso de control del sistema. Sistema que no es necio y que no le puede dar la espalda a esta reivindicación y la tiene en la mira, acotada en su trama siniestra de pactos y falsas metas. La ley interpretativa es un deplorable ejemplo.
Plenaria Memoria y Justicia sostuvo: “Para nosotros/as la verdad no es eficacia, la memoria no es un golpe mediático o un eslogan electoral…”
Sobre estrategias y pedagogías
Lo enmarañado es ver a qué estrategia acopian las luchas, cómo se conectan, cómo trascienden históricamente, qué resultados dejan en la conciencia, en el aprendizaje de los colectivos participantes y en las organizaciones o metas que quedan planteadas
Cada experiencia –como dicen los viejos– cada movimiento deja enseñanzas. Pero lo complejo es que, como coexisten objetivos diversos, la reflexión posterior es por ‘chacra’, o cuasi individual, lo que desemboca en reforzar las ‘chacras’ y volver a proponer, sin claridad colectiva, el mismo camino
Seguimos creyendo aquello de que la única lucha que se pierde es la que no se da, reafirmando que siempre vale la pena pelear, pero sin duda, para balancear nuestros compromisos y posturas, resulta muy limitado decir: algo hicimos. Para los colectivos militantes que queremos incidir en la realidad social es insuficiente eso de que algo siempre queda.
Así como importa y mucho el camino elegido, importa lo que hacemos en el trayecto e importa la siembra que queda
La experiencia, se produce obviamente por haber presenciado, sentido o conocido algo. Es la forma de comprensión que se produce a partir de vivencias u observaciones. Buscamos, claro está, algo más: una práctica prolongada que nos provea de sabiduría para concretar mejor la lucha, para hacer algo y hacerlo efectivamente. Buscamos que, aunque seamos derrotados, no nos vayamos a rumiar a nuestras casas.
Los acontecimientos, lo hallado por una persona o por colectivos, los conocimientos, la toma de posturas, se producen en lo adquirido, en la práctica concreta por aquello que nos marca, que nos conmueve y que permanecerá en cada uno de nosotros.
La dificultad está en visualizar nuestras acciones como parte de las grandes estrategias que están planteadas y elegir el sendero por dónde agarrar
Entendemos que esta es una de las claves pedagógicas del compromiso consciente y orientado
El abuso electoral en la memoria
El peso que para los uruguayos tiene la idea de los cambios a través de lo electoral es un sedimento paralizador –entre otros factores– del desarrollo de organizaciones sociales, clasistas e independientes.
Los espacios que quedan libres de los tiempos electorales y sus discusiones, son completamente insuficientes para fortalecerlas. El (Al) trazar una línea del tiempo entre el año 1986 y 2013 nos muestra embarcados en campañas sistemáticas para frenar la confiscación de derechos, salarios, privatizaciones, DDHH, ferrocarril, UTE, la tierra, ANCAP, el agua, Artículo 29 de la ley de inversiones, ley impunidad etc.
¿No es esta línea la predominantemente responsable que la mayoría de los que quieren luchar hoy no vean otro camino que salir a juntar firmas para informar, concientizar u organizar?
En esa misma línea del tiempo hay otras luchas libradas que casi no se recuerdan: huelgas, paros, marchas, ocupaciones de liceos, de tierras, de fábricas, escraches, asesinados, procesados, bloqueos –como el cierre de la Ciudad Vieja en 2002–piquetes, cortes de rutas, comedores populares, leyes retrógradas para limitar el avance popular. Y sueños y deseos y programas históricos y métodos combativos que no desaparecieron nunca
¿Invisibilizar las luchas y conflictos más combativos, criminalizarlos, aislarlos no contribuye a deshacer la idea de construir con autonomía (con independencia de la clase)?
¿Dónde están los tiempos de la construcción abajo? ¿Cuándo vamos a volver a golpear la puerta de los barrios, de los vecinos para rearmar los sueños?
¿Cuándo vamos a re-invitarnos a leer juntos, a estudiar, a divertirnos, a prepararnos –sí prepararnos– para parar una excavadora, una perforadora, una Regasificadora?
¿Dejaremos que exploten los oídos de pájaros y ovejas? ¿Dejaremos que nos roben el agua, las playas, el paisaje, los árboles, vegetales y frutos?
¿Cuándo y dónde vamos a pensar creativamente (venciendo el miedo) que, sin revuelta, la soja, los agrotóxicos, los eucaliptos, las pasteras, nos dejarán un desierto seco y sin agua?
¡¿Cuándo?!
El tiempo de preparar el corte de calles, de rutas, implementar la barricada, el sabotaje, la ocupación, la sentada, el paro, la huelga ¿ya fue? ¿Ya fue el pensar insurrecto?
Han borrado del horizonte pensante de la clase trabajadora no solo la rebelión, sino la resistencia. Pero lo esencial no puede ser invisible en la lucha. Tiene que estar en sus métodos, en su esencia, en su práctica. Y esa esencia es ver por dónde pasa hoy empezar a plantear la revolución. Aunque haya un manojo de derrotas, aunque haya un sin fin de vencidos, poner en pie otra hipótesis de revolución es el desvelo – y compromete a la tarea– de los que aún seguimos cr eyendo que esto (esta sociedad capitalista) no se humaniza
El sistema de control, el disciplinamiento nos ofrece alternativas legales, que a veces como en los plebiscitos, expresa las contradicciones inter-sistema, pero lo que requiera el sistema para sí, él mismo lo implementará. Podrá retardarse pero no caerán los proyectos recolonizadores a través de las propias leyes que lo sostienen, con o sin la anuencia de las grandes mayorías, que delegan u observan pasivamente.
De que nos rebelemos, depende trancar la devastación.
A nuestro entender es una tragedia dedicar el poco tiempo que nos deja el trabajo y su alienación, el consumo y su estupidez, a peleas que (sabemos de antemano) están condenadas.
Porque si algo tienen las campañas para convencer que se vote un plebiscito, es que no solo se bajan los discursos, sino que se frenan las movilizaciones y solo –claro está– se prepara la campaña inmediata de la elección, articulada a la conquista de votos.
Votos que no defenderán contundentemente al otro día de emitidos su oposición al saqueo, sino que dejarán en manos de los gobernantes de turno su cumplimiento o no (violentar o no, las voluntades de las urnas)
No basta que al lado del voto pongamos: Un voto con memoria. Transforma tu voto en lucha, como ya lo escriben en los muros el PVP y el PCU. Son simples usos y abusos, asquerosos oportunismos, que tergiversan el contenido combativo de la lucha histórica, que tantos dolores, sangres y torturas; persecuciones, cárceles y desaparecidos trajeron
Abrir las puertas y ventanas, airear las propuestas, dejar de criminalizar metodologías propias de la combatividad de la clase es una larga y trabajosa tarea.
Creemos que la honestidad intelectual de la cual deben impregnarse las críticas y autocríticas pasa por reconocer las cartas con que contamos en este juego, donde el poder pauta hasta dónde van las ‘movidas’. Y el límite está claro: las mayorías, los resultados de las urnas dictan el porvenir: el poder esgrime los resultados electorales cuando le son favorables, sino, hace uso de las fuerzas jurídico-represivas
Entonces, la clave vuelve a estar en la posibilidad de respuesta organizada y combativa antes, durante y sobre todo después, del teatro antidisturbios que se arma en cada campaña electoral.
El embrollo está –a mi necio concebir- en cómo salirnos de la red del sistema.
¿Cómo se erige la independencia y autonomía en los movimientos populares?
¿Cómo construiremos las bases constantes de la resistencia, si estamos embarcados en dinámicas que no trascienden el voto?
¿Cómo luchar sin que esté el señor Estado pautando los tiempos a su antojo y conveniencia?
Si algo no produce el voto es resistencia. Estamos parados en un polvorín que va emanando gases pero no estalla aunque sí, pero si tizna todo, tornándose un jeroglífico indescifrable el quehacer comunitario y una maquinaria terrible que tritura sueños y perspectivas. Tropezamos con las mismas piedras que tiramos. Mares de tinta, polémicas históricas, prácticas inconclusas.
Se pueden tirar varias puntas más de análisis:
Una: ¿vamos a seguir avalando poner a votar cuestiones de principios entre ellos la posibilidad de arrasar los territorios?
Dos: decir no al recurso de las urnas, que sabemos de antemano convalidará el capitalismo imperante–porque aún el disciplinamiento progresista es mayoría–,¿no resulta la opción más facilitadora para una pelea muy desigual?
Al menos no le pone al imaginario colectivo la idea de lo ya laudado, la idea de un tema ya votado, que en la subjetividad imperante, es una losa colosal para remover, por el peso simbólico que el votar tiene por estos territorios.
Tres: si estos proyectos del Plan IIRSA, devastadores y recolonizadores, llegan a contar con el aval de un Plebiscito ¿se facilita o no el camino de la aplicación del mismo?
Cuatro: en el utópico escenario de que se votara en contra y se dijera no a la minería de cielo abierto, con los dados ya echados, ¿cómo exigir e imponer el resultado popular?
Para ello, ¿no implicaría haber organizado una resistencia muy poderosa? ¿Es incompatible o no con haber dedicado todos los esfuerzos a ganar votos contra los megaproyectos? ¿Será posible desarrollar la movilización combativa, en el marco de buscar votos?
¿Acaso no es una regla electoral no hacer olas?
Seguro las voces se acallarán para no espantar al votante. No se ahondarán ni se desarrollarán planes de lucha
La necesaria confrontación para frenar la maquinaria multinacional ya operando, no debe tardarse sino, será tarde. En este tema más que en otros urge plantarse, elaborar la resistencia pacífica, ser creativos
W.Y, sostiene que: “Sea como sea el proceso de “la rosada” tiene poco que ver con lo que está en juego ahora. Creo que es imposible comprenderlo sin tener en cuenta un hecho económico básico: el proyecto Aratirí tiene como base una categoría fundamental de la economía clásica (incluyendo al Marxismo): la renta de la tierra. En este caso la renta minera. El concepto implica que la empresa obtendrá, además de las ganancias reguladas por la tasa media existente en el tiempo del desarrollo del proyecto, una ganancia extraordinaria que se asimila a lo que Marx y Engels catalogaron como “renta diferencial de tipo II”. O sea, la renta del suelo que responde, no sólo a condiciones especiales de fertilidad y productividad (renta diferencial de tipo I) sino a la que partiendo de la base de ésta le suma una inversión en mejoras, máquinas, instalaciones, etc.
Esto significa que la empresa obtendrá, de persistir las condiciones de mercado vigentes los últimos años, ganancias muy superiores a las normales. En el trabajo anterior cuantificamos tentativamente el nivel de éstas.
Pero no sólo eso: el proceso de inversión necesario para poner en producción la mina implica la utilización de varios miles de trabajadores. Y, a diferencia de lo que sucede con las pasteras, que después de construidas utilizan muy poca mano de obra nueva (siguen empleando algunos miles de trabajadores en los montes y el transporte, pero estos puestos de trabajo existen en forma indiferente a que la celulosa se exporte como pasta de celulosa o como rolos o chips de madera); el proceso de extracción y transporte del mineral de hierro seguirá empleando algo así como 1.500 trabajadores mientras funcione.
Dado el nivel de ganancias que la condición de explotación rentística otorga a la minera pensamos que es muy probable que, tanto en la fase de construcción cuanto en la de explotación, el nivel salarial de la minera será superior al promedio en las ramas industriales, en particular en la de la construcción.
Desde el punto de vista político esto es muy relevante: a partir de que empiece la construcción de la mina (incluyendo el mineroducto y el puerto en Rocha) el proyecto tendrá varios miles de militantes activos en su favor. Hablamos de los trabajadores en el mismo y sus familias. Y aquí radica, precisamente, la diferencia esencial entre la lucha contra la impunidad y la lucha contra Aratirí. Una vez que la máquina económica se desencadene no habrá forma de pararla.
NI EL GOBIERNO NI LA EMPRESA NECESITARÁN OTRA LEGITIMIDAD QUE LA QUE LES DARÁ EL FORMIDABLE MOVIMIENTO ECONÓMICO GENERADO ALREDEDOR DE LA EMPRESA.
Suerte en pila a los que piensan que “seguiremos luchando a largo plazo contra la minería…etc.”
No comparto su conclusión, ni tampoco la de otros compañeros. Hay circulando muchos análisis ya sobre esta confusa situación. Con estos datos a la vista, hay mucho, mucho por hacer.
Sobre todo contribuir al rol protagónico a los trabajadores clasistas.
No me gusta lo de suerte en pila…y menos para ironizar sobre los largos plazos. Nunca hemos dejado de luchar hoy y acá, concibiendo que toda lucha es vinculante con lapidar al capitalismo a largo plazo. Y hay muchos compas que cada lucha queremos enmarcarla en la generalización del conflicto social, en la unificación de las luchas, para que cada pelea vaya socavando las bases ideológicas del sometimiento, para que se vuelquen sedimentos de revuelta
W.Y . aporta elementos importantes a considerar. Más aún si habrá muchos trabajadores involucrados, hay mucha batalla que librar. Las iniciativas de Plebiscitos que inducen e involucran a todo el conjunto de la sociedad no deberían resolverse con la política de los hechos consumados, como sí sucedió con el plebiscito de la ley de impunidad. Como también sucede hoy ante este nuevo brete de plebiscitar los megaproyectos mineros
Porque en realidad no solo flechan la cancha sino que vuelcan nuevamente los recursos, las energías militantes tras la práctica opositora institucional
Sin entrar a adjetivar a los que promovieron esta instancia, y sin simplificar hay datos para valorar por lo menos que el recurso del plebiscito en esta instancia está atravesado por intereses antagónicos. Y dentro de los que nos oponemos a él, creemos que el poli-clasismo da la amplitud y la debilidad.
En esta pulseada histórica el tiempo nos corre en contra y urge instalar el debate y la pelea con los trabajadores, con las agrupaciones clasistas y los sindicatos involucrados y, por supuesto, con todos los directamente afectados en los territorios por los que pasará Aratirí. Son ellos el trampolín inicial, el punto de partida de pelea, pero la toma de partido de los trabajadores es sustancial para que este monstruo no se instale y no se pacte ni negocie según la conveniencia de algunos partidos o bolsillos
Mujica plantea bajar la pasión sobre Aratirí. Es muy inteligente el planteo y apunta a lo esencial: NO SUEÑEN. Por tanto no se comprometan. No defiendan los territorios, no vale la pena, es por poca cosa y esa poca cosa déjenla en nuestras manos…
Meter este tema en las urnas es ir directamente a la paliza. Acá (Del mismo lado) estarán el gobierno, Aratirí y las organizaciones sociales – PIT-CNT y otros– que son el colchón de la política del gobierno a favor de Aratirí.
Estarán los trabajadores a la cabeza de la defensa del proyecto del capital si no damos la batalla ideológica, si no damos más pelea en la conciencia y si las movilizaciones no cambian su nivel de enfrentamiento.
La iniciativa de plebiscitar en un marco de retroceso ideológico programático y reivindicativo del PIT-CNT, plantea sin duda el camino al cráter, a la derrota. Le pondrá además el sello de legitimidad institucionalizada y licencia social. Ya COFE y otros sindicatos se han expedido a favor del recurso.
¿El único camino para hablar con la gente es la firma y el voto? ¿Acaso el derecho sobre el territorio que va a ser afectado es cuestión solo de los que lo habitan o trabajarán sobre él?
Es la misma polémica sobre los DDHH: la sociedad legitima la lucha de los directamenteinvolucrados, sin embargo el principal objetivo de la represión fue, es y será, la sociedad toda.
La defensa de los territorios mala defensa sería, si prima el derecho de trabajar de algunos –mejor pagos sin duda– y la propiedad privada de la tierra, sobre el derecho a salvar el bien común que es la tierra.
Vuelvo al carnaval; dice La Gran Muñeca- 2013:
El hecho de tener cabeza
no significa tener cabeza.
Les pido no me prejuzguen.
Lo que usted piensa
no es una certeza
Así estamos como estamos
por problemas de cabeza.