Desde AIU queremos compartir una serie de historias de Hackeos que si bien no son específicamente anarquistas, resultan bastante inspiradoras.
Salú e imaginación!
AIU
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Tomado de El.Arte.de.la.Intrusion.-.Kevin.Mitnick
Todo empezó cuando yo tenía unos 15 años. Un amigo mío, Adam, me enseñó a hacer llamadas telefónicas gratuitas desde una cabina del colegio que se encontraba fuera del pabellón donde solíamos comer. Fue la primera vez que yo hacía algo remotamente ilegal. Adam enganchó un clip en una especie de tarjeta telefónica gratuita y utilizaba éste para perforar el auricular del teléfono. Entonces marcábamos el número al que queríamos llamar, manteniendo el último dígito y tocando al mismo tiempo el micrófono con el clip. A continuación se oían algunos clics y después el tono de llamada. Yo estaba atemorizado. Era la primera vez en mi vida que reparé en el poder del conocimiento.
Inmediatamente después comencé a leer todo lo que caía en mis manos. Si era información de carácter sospechoso, tenía que leerlo.
Utilicé el truco del clip durante todo el instituto hasta que sentí interés por caminos más oscuros. Quizás, era para ver hasta dónde podía llegar este camino recién descubierto. Eso unido a la emoción de hacer algo "malo" es suficiente para conducir a un gamberro de 15 años por la clandestinidad.
El siguiente paso fue darme cuenta de que para ser un hacker no es sólo conocimiento lo que hace falta. Se necesita esa astucia social para poner en práctica una trampa.
Aprendí algo sobre los programas conocidos como troyanos a través de un amigo online que me ayudó a descargar uno en mi
ordenador. Mi amigo podía hacer cosas sorprendentes como ver lo que yo estaba escribiendo, grabar la película de mi videocámara y todo tipo de cosas divertidas. Me sentía en el paraíso. Investigué todo lo que pude sobre los troyanos y comencé a incluirlos en ejecutables de uso común.
Entraba en los chats e intentaba que alguien se descargara uno, pero el problema era la confianza. Nadie confiaba en mí y tenían motivos.
Elegí aleatoriamente un chat IRC de adolescentes y entré. Ahí es donde lo encontré: un pedófilo llegó buscando fotos de niños y
adolescentes. Al principio pensé que era una broma, pero decidí seguirle el juego y ver si podía hacer que esta persona fuera una víctima.
Empezamos a hablar en privado haciéndome pasar por una chica dispuesta a quedar con él un día, pero no de la forma que él pensaba.
Este señor era un enfermo, por no decir nada peor. Mis instintos de chaval de 15 años me pedían que hiciera justicia en el mundo. Quería que lo pagara bien caro para que se lo pensara dos veces antes de volver a intentar pescar niños. Intente en muchas ocasiones enviarle el troyano, pero él era más listo que yo. Tenía instalado un programa antivirus que bloqueaba todos mis intentos. Lo bueno del caso es que nunca sospechó de mi malicia. Pensaba que mi ordenador podría estar infectado y que el troyano se adjuntaba por sí solo a las fotos que yo intentaba enviarle. Yo me hacía el tonto.
Después de unos cuantos días de conversación, comenzó a ponerse insistente. Quería fotos obscenas de mí y me dijo que me quería
y que quería conocerme. Era un cerdo de primera y el objetivo perfecto para atacarlo sin sentir remordimientos, si tan sólo pudiera entrar en su máquina. Había recabado información suficiente sobre cómo acceder a algunas de sus cuentas de correo. ¿Sabéis esas preguntas simples que te hacen? "¿Cuál es tu color favorito? ", "¿Cual es el nombre de soltera de tu madre?" Todo lo que tenía que hacer es sacarle esa información y podría entrar.
El tema en el que estaba metido era muy ilegal. Sólo por la cantidad de pornografía con niños de diferentes edades... Me ponía
enfermo. Entonces se me ocurrió una idea. Si no aceptaba mi troyano directamente, quizás lo aceptara de alguno de sus amigos pornográficos.
Creé una dirección falsa de correo electrónico y le escribí un mensaje corto.
Echa uíi vistazo a este vídeo caliente. Desactiva el antivirus antes de descargarlo porque estropea la
calidad. P.D. Estás en deuda conmigo.
Yo estaba seguro de que iba a picar y esperé pacientemente toda la tarde a que comprobara el buzón de correo. Me había rendido. Todo eso [de la ingeniería social] no era para mí. Entonces, alrededor de las once de la noche, pasó. Recibí el mensaje que enviaba mi troyano para informarme de que se había instalado en su máquina. ¡Lo había conseguido!
Conseguí el acceso e inmediatamente empecé a copiar pruebas en una carpeta [que creé en su ordenador]; La llamé "jailbait"26. Reuní un montón de información sobre este hombre. Su nombre, dirección, dónde trabajaba e, incluso, en qué documentos trabajaba en esos momentos.
No podía llamar al FBI o a la policía local por temor a que eso [por el simple hecho de conocer el material que tenía aquel hombre en el ordenador] me supusiera ir a la cárcel y me daba miedo. Después de asomarme y mirar un poco más, supe que estaba casado y que tenía hijos. Me pareció terrible.
Hice lo único que se me ocurrió. Le envié un mensaje a su mujer con toda la información que necesitaba para abrir el archivo "jailbait".
Entonces, borré mis huellas y quité el troyano. Aquélla fue mi primera experiencia no sólo de explotación de código, sino también de la emoción de conseguir algo. Cuando conseguí el accesoo, me di cuenta de que eso no era para lo que estaba hecho. No
sólo exigía conocimiento, sino astucia, mentiras, manipulación y trabajo duro. Pero merecía la pena cada brizna de energía dedicada a timar a ese cerdo. Me sentí como un rey a los 15 años. Y no lo pude compartir con una sola persona. Aunque me gustaría no haber visto las cosas que vi.