miércoles, 9 de abril de 2014

LA LUCHA DEL PUEBLO MAPUCHE (artículo completo)


Encuentro con Marcelo Garay, compañero y periodista de Santiago de Chile

Las re-ocupaciones de las tierras del pueblo indígena Mapuche, que se enfrenta contra la devastación del propio territorio por parte del gobierno chileno y las multinacionales, se conectan a las movilizaciones contra las grandes obras en el  Sur del país, entre las cuales los cinco diques del mega-proyecto Hidroaysen, financiado por Enel-Endesa, y a la lucha de los estudiantes contra la educación privatizada. El nivel de militarización impuesto a los territorios, y la represión adoptada contra los grandes movimientos sociales del país, hace de Chile un modelo avanzado de aplicación de los principios del neo liberalismo, con fuertes analogías con lo que sucede en las economías en crisis del viejo continente. Reproducimos una síntesis extraída de un encuentro con Marcelo Garay realizado durante una serie de iniciativas organizadas en el mes de marzo en diversas ciudades italianas para sostener la causa Mapuche.    
“Ante de todo querríamos tener un cuadro de las características del pueblo Mapuche, y de su historia de resistencia contra las varias invasiones que en 500 años se han sucedido en su territorio”  

Gracias por esta oportunidad de hablar de lo que pasa en Chile, en particular en lo que concierne el pueblo Mapuche. La situación de esta población, la militarización de su territorio, no es algo de nuevo y único, sin embargo lo que sucede hoy es que hay persecución, cosa que antes hacía el ejército español hasta la policía en los años de la dictadura. Además hay fuertes analogías con lo que le pasa a otros pueblos indígenas, tanto en America Latina como en otras partes del mundo, África o País Vasco. También la literatura oficial, la historia de los “vencedores”, cuenta que el pueblo Mapuche resiste desde hace 500 años. Actualmente, los Mapuche “puros”, son alrededor de un millón; fueron 30 millones antes de la llegada de los españoles, sobre un territorio enorme, la Araucanía, situada entre Chile y Argentina. Este pueblo tiene obviamente una visión del mundo muy diferente de la occidental.
Por 300 años ha combatido contra el ejército español, llegando al “reconocimiento” con la colonia española (lo que es Chile hoy).El estado chileno, en los 200 años sucesivos, ha causado en cambio a esta población los mayores daños. Desde su nacimiento de hecho, la (no) relación del estado chileno con el pueblo Mapuche se ha concretizado sobre todo en la tentativa de usurpar sus tierras. A la crisis económica de la burguesía local alrededor de la mitad del ‘800 se ha intentado responder metiendo mano en las tierras del sur del rio Bio Bio, que es propiedad de los Mapuche luego de los tratados del 1825. Desde el 1850 empieza lo que oficialmente se conoce como “pacificación de la Araucanía”: un eufemismo, ya que esta pacificación significó un ejército de ocupación y la consiguiente resistencia de las poblaciones indígenas.
Esta pacificación, que en Argentina ha sido denominada “campaña del desierto” no solo ha implicado el uso de armas, sino también una serie de instrumentos jurídicos para la usurpación de las tierras.
Una nueva fase en la rebelión, o en la resistencia del pueblo Mapuche al estado chileno, ha empezado desde el 1990, y sigue hasta hoy. En los diez años precedentes, a parte un breve paréntesis durante el gobierno de Allende, el estado chileno se ha dotado de varios instrumentos para robar la tierra, también de manera fraudulenta. Por ejemplo, haciendo creer a una familia indígena que son propietarios de un terreno y logrando mediante engaños y extorsión la firma para la venta de ese terreno.
Otro instrumento fue la expropiación directa, con la tierra que devenía entonces propiedad del estado, que a su vez la concedía a colonos extranjeros, italianos, alemanes, o europeos en general. Se les concedía entonces la tierra y también los instrumentos para trabajarla, además un título legal de propiedad  sobre ella. Los colonos empezaron a levantar cercos y a pedir más tierra; muchas veces, con estafas, se hacían firmar a los jefes Mapuche actos de venta, incluso con métodos infames como marear los indígenas con almuerzo a base de bebidas alcohólicas. De todas formas, durante casi todo el ‘900 han habido algunos momentos de resistencia, y lo que pasa hoy, con la policía chilena que reprime las poblaciones, es la continuación de lo que pasaba con el ejército chileno, y antes con el ejército español. Durante el ‘900 los Mapuche se devinieron “los indios del campo” o los “pobre del campo”; única paréntesis el periodo del gobierno Allende, en el cual comenzó un proceso de restitución de las tierras, pero sobre todo comenzo el reconocimiento político de las poblaciones indígenas. Con el golpe militar, primer experimento cumplidamente neo liberal en América Latina, y probablemente en el mundo, empieza la penetración de la industria de la madera en las áreas Mapuche, con la presencia de multinacionales, y la explotación de las reservas hidroeléctricas, en la parte alta del rio Bio Bio, a comienzo de los años ’90.  
Con la dictadura ha habido obviamente un empeoramiento de las condiciones de las poblaciones indígenas, que son reprimidas con encarcelamientos, muertos y desaparecidos. Desde los años ’90 en cambio, empieza un periodo de resurgimiento, de resistencia del pueblo Mapuche, que da comienzo a un proceso de recuperación de las tierras usurpadas, primero de manera pacífica, ocupando las tierras de los latifundistas, y luego de forma cada vez más radical, con la consiguiente respuesta represiva de parte del estado, sobre todo en términos de militarización del territorio. Lo que pasa al pueblo Mapuche no es otra cosa que el efecto del neo-liberalismo, que sufren al mismo tiempo trabajadores y estudiantes, y a todo el pueblo en general. La reivindicación del pueblo Mapuche sobre las tierras no nace de un derecho de propiedad como nosotros lo entendemos, sino de una percepción ancestral de relación con la tierra. En este proceso de recuperación de la tierra, se radicaliza el enfrentamiento, y el estado utiliza siempre más policía, convirtiéndose de hecho el “guardián” de las multinacionales de la madera y de aquellas de la energía hidroeléctrica. Entonces, la situación hoy del pueblo Mapuche se caracteriza por una represión brutal, con una presencia de policía permanente.  El objetivo del estado es destruirlo, y como primera cosa le saca la tierra; secundariamente, el estado chileno quiere convertir el Mapuche en el indígena de “folklor”, también como atracción para el turismo. Sin embargo el Mapuche no se puede doblegar ante esta lógica, la diferencia de mentalidad del pueblo de la tierra lo rinde absolutamente incompatible con cualquiera modelo de sociedad que tenga como fin la acumulación de la ganancia, incluidas obviamente las multinacionales interesadas en la explotación de la tierra; el Mapuche toma de la tierra lo que necesita, puede vivir con 40 papas al mes.  

¿Como responde el estado chileno a las reivindicaciones de los Mapuches?

La represión asume varias formas: ante todo militar, con la policía que ocupa los territorios; cultural, nunca se ha enseñado en una escuela la lengua Mapuche, ya que se debe educar con los programas del estado chileno; económica, porque la devastación de las tierra significa pobreza, la privación de las agua implica la imposibilidad de cultivar; mediática, cuando se hace todo lo que es posible para ocultar las luchas de estas poblaciones, hasta encarcelar e inmediatamente luego expulsar incluso documentalistas extranjeros por haber filmado, yo mismo he sido procesado por haber hecho fotografías en las zonas del conflicto.
El estado chileno, en 200 años, ha elaborado contra los Mapuche no solo estrategias represivas directas, sino también una percepción racista del indígena, que permea incluso partes de la sociedad chilena. Antes de manera paternalista, luego en modo completamente racista, el indígena es visto como inferior, perezoso, sucio, estúpido, incapaz de trabajar la tierra. Hoy se le suma también el ser “terrorista”. Coexisten entonces dos visiones, una que ve el Mapuche como una caricatura folclorista del indígena, otra que lo indica como el salvaje terrorista que bloquea el tránsito, incendia un camión, se opone al latifundista, a la empresa forestal, etc. Otro aspecto a considerar es la dificultad que permanece en el Mapuche a relacionarse con el resto de la población chilena, aún con aquellos que podrían solidarizar con las poblaciones indígenas. Para el Mapuche, el hombre blanco es el Winca, (invasor en su lengua); 200 años de represión determinan de hecho una gigantesca barrera en las relaciones de este pueblo con cualquiera que no sea miembro de sus comunidades. Es necesario decir que hoy, con quien se solidariza con ellos, se esta creando un nuevo tipo de relación, basado en el hecho que a sus ojos se puede ser “buenos winca”, sin embargo siempre de invasores se trata.
Criminalización, represión y cárcel se llevan a cabo por ejemplo en la aplicación de la ley sobre terrorismo de Pinochet. Ni siquiera con los gobiernos de izquierda (que nosotros llamamos izquierda amarilla) se ha tenido una inversión de tendencia en la aplicación de tal ley; ahora además, con Piñera, es aún peor. Por ejemplo, cuando se acuso a algunos lideres de la comunidad Mapuche de incendio doloso contra una empresa forestal, no solamente se los acusó de incendio, sino de “incendio terrorista”, ósea con la presunción que el acto era destinado a causar terror entre la población. Se golpea luego también la red de apoyo, ósea también el “buen winca” que solidariza con ellos, que va a la marcha o a la concentración. Se aplica entonces el “derecho penal del enemigo”, como sucede en los países Bascos, o contra los animalistas de los Estados Unidos. Todo lo que es anticapitalista, antisistema, no tiene posibilidad de rescatarse o de “renovar el contrato social”, la única solución es la cárcel total.

Las movilizaciones de las poblaciones indígenas empiezan de la necesidad de recuperar su tierra, y con esta una identidad, que el estado y las multinacionales querrían eliminar. ¿Qué amplitud tienen estas luchas? 

En el proceso de recuperación de las tierras que comenzó en los años ’90, la lucha de las poblaciones no esta solamente ligada a una visión “ancestral” de la tierra, sino con claridad, la lectura política indica como  enemigo al capitalismo, la empresa forestal, la lógica del lucro. La Auracanía es además una zona estratégicamente central para el desarrollo del capitalismo del área. Existen grandísimas reservas de agua, que en los proyectos del estado chileno serán funcionales a la construcción de un mega proyecto de cinco centrales hidroeléctricas, denominado Hidroaysen. La devastación de los territorios pasa entonces a través de varios planes: desde la empresa forestal, cuyos cultivos  de eucalipto drenan las faldas acuíferas de zonas enteras, hasta el aeropuerto construido sobre un antiguo cementerio Mapuche y al mega-proyecto financiado de Enel-Endesa. 
Actualmente hay alrededor de veinticinco presos políticos en las cárceles chilenas, más allá a las personas golpeadas por varias medidas cautelares, desde la obligación de firma a los arrestos domiciliarios; alguno de hecho esta en la clandestinidad. En total, hay hoy en día en curso alrededor de 300 procesos por las movilizaciones de los últimos años. En relación al ataque a las redes de apoyo, en relación al incendio del chalet de un latifundista, en el cual han muerto tanto el latifundista como su esposa, ha sido acusado junto a un compañero Mapuche (ahora en huelga de hambre), también un estudiante de agraria indicado como el máximo responsable ideológico de la acción. El estudiante vivía en una de las comunidades Mapuche más resistentes.
He tenido la posibilidad de entrevistar una mujer Mapuche luego de 112 días de huelga de hambre, que me dijo una frase explicativa: “no tenemos otra opción que la confrontación”; el dialogo no es posible, como cuando los españoles llegaban en la costa, plantaban la cruz y en nombre de la iglesia y de la corona se apropiaban de las tierras, mientras el indígena no comprendía nada de lo que esto implicaría para su pueblo. Incluso antes de la fase de pacificación de la Araucanía, ha habido la fase de los así llamados “parlamentos”: a los representantes del pueblo Mapuche se les  daba la bienvenida  de parte del gobierno, y en manera fraudulenta se les hacía firmar la concesión de propiedad de las tierras.
Entre tanto la campaña mediática contra los Mapuche se perfila a la represión mientras las maldades de la policía chilena pasan bajo el silencio total: en el 2008, los policías que mataron un chico Mapuche, habían sido considerados desde el comienzo “presuntamente responsables”, y luego condenados a penas muy leves. Por el acontecimiento del incendio de la casa del latifundista, en cambio han sido inmediatamente indicados responsables los Mapuche, con anexa campaña mediática de criminalización. El año pasado hubo sin embargo otro incendio doloso; hace algunos días, donde han sido individualizados como responsables 4 pertenecientes al cuerpo de los bomberos de Chile, y ni la prensa, ni el gobierno se han preocupado de desmentir las acusaciones hechas precedentemente contra los Mapuche. Son golpeados también periodistas o activistas, que del exterior vienen por Chile e intentan filmar lo que pasa en Araucanía: las confiscaciones de los equipos de video y relativas expulsión estan al orden del día. Esto porque a nivel mediático dos son los aspectos que tienen que salir: el folclor y el terrorismo, sobre todo lo demás cae una censura total. Cuando en Agosto  del 2010 hubo el incidente de la minería de San José (norte de Chile, mina de oro y cobre de propiedad de la compañía San Esteban) los 33 mineros atrapados por dos meses intentaron, desde el refugio en el cual se encontraban a 700 metros de profundidad,  mostrar mensajes de solidaridad para los presos Mapuche en aquel entonces en huelga de hambre. Ninguno de estos mensajes fue mostrado en los periódicos  o en la televisión. Por contra hubo una grandísima instrumentalización del acontecimiento por parte del jefe de gobierno Piñera, siempre presente en las fases del salvamento de los 33 mineros.

¿Cuales son los instrumentos de lucha de las poblaciones?¿Qué relación tienen con las otras luchas en el país?

Personalmente creo que en este momento se esté entrando en una fase nueva de la lucha. Las reivindicaciones del Mapuche ya no son aisladas, en cambio se enlazan por ejemplo con las de las estudiantes. Esta creciendo una generación que mira al Mapuche no más desde lo alto hacia abajo, sino de igual a igual, y en algunos casos como compañero de lucha. Esto pasa sobre todo en las escuelas, donde la tendencia a indicar al Mapuche como sucio indígena se ha vuelto marginal. Hay entonces un cambio de rumbo en los movimientos y en la izquierda en general. Durante la dictadura, hubo una especie de “instrumentalización” de la causa del pueblo Mapuche, que era tratada de manera “paternalista” por parte de todas las fuerzas de la izquierda tradicional. Esto ha provocado la desconfianza de los Mapuche durante todos los años ’90 hacia todos los blancos que se relacionaban con ellos. Incluso las organizaciones que han 
combatido contra Pinochet, desde el MIR hasta el Frente Patriótico Manuel Rodriguez, nunca han desarrollado una relación estable y duradera con los indígenas, incluso si algún militante de estas organizaciones provenía en efecto de aquellas poblaciones. La cuestión del pueblo Mapuche ha sido siempre considerada secundaria por los compañeros chilenos.
Hoy hay una inversión de tendencia. El indígena no es más visto como algo que viene del pasado, sino como un compañero de lucha que combate el mismo enemigo. Sobre este punto hay todavía que decir que la componente de identidad en sus luchas es muy fuerte, y permanece la percepción del Mapuche de ser algo de diferente, respecto a los otros sujetos que se movilizan aún en solidaridad hacia ellos. Para los Mapuche, los recorridos quedan todavía separados, y lo que pasa en la ciudad es cualitativamente diferente de la lucha por la tierra en el campo. 
Decisiones y acciones son colectivas, la resistencia a las tropas de ocupación se lleva adelante activamente, la decisiones son tomadas en forma asemblear (se utiliza el así llamado tragún, conversación solo entre  Indos, en su propia lengua), las informaciones circulan también a través del uso de Internet para difundir y testimoniar lo que pasa. Si se utilizan armas, esto es para legítima defensa de sí mismo y de su propio pueblo. Sobre este punto, la prensa chilena dice que las armas en circulación provienen de la Ira o de la Eta, sin embargo estas son obviamente falsedades para señalar el Mapuche como terrorista.  Hay una generación de jóvenes Mapuche, muchos de ellos bajo proceso, que eran niños en los años  ’90, y que veían entrar la policía en sus comunidades, y crecían en estrecho contacto con la represión. Son aquellos que ahora llevan adelante la lucha de manera más consecuente. Existe también una organización política y militar de solo Mapuches, la CAM, Coordinadora Arauco-Malleco, obviamente perseguida e señalada como terrorista; sus palabras de orden son “autonomía, territorio y libertad”. 
Es evidente que existe un trabajo político también clandestino, sea de chilenos que de Mapuche: cuando fue el tercer aniversario del asesinado de Matias Catrileo, joven estudiante asesinado por las balas de las fuerzas especiales en el contexto de las movilizaciones de una comunidad Mapuche por la recuperación de sus tierras, hubieron cuatro explosiones, todas revindicadas, en Santiago de Chile. Curiosamente, las tacticas de la policía chilena son identicas a las del ejército, y antes aún, a las de los españoles en los 300 años precedentes, en lo que concerne a las infraestructuras logísticas funcionales a la ocupación: fuertes militares, calles, conexiones.
El fuerte militar español de 400 años atrás ha devenido en el ‘800 el cuartel del ejército, y ahora de la policía. Esto porque entre el pueblo Mapuche hay varias identidades, y hay grupos que históricamente han opuesto más resistencia que otros, a los Inca, a los españoles, al ejercito del Chile y hoy a la policía; en particular, los Indios de los valles son más combativos respecto a los de las montañas, también porque probablemente están más expuestos  a la penetración de las varias “invasiones” que se han sucedido. Ellos son los más perseguidos, los más encarcelados, clandestinos, son aquellos que enfrentan con más fuerza las tropas.
 El estado chileno ha utilizado incluso los colonos para apropiarse de las tierras de los Mapuche, con un proceso análogo a cuanto sucede en Palestina. En efecto, la región ocupada por los Mapuche antes de la llegada de los españoles era inmensamente más amplia de cuanto lo es hoy.
El asentamiento de los colonos ha sido también funcional a la imposición de una “nueva” concepción de la relación con la tierra en la región; mientras para el Indio el confín del territorio que percibe como “suyo” es dado por la distancia a la cual puede llegar su campo visual, en el proceso de parcelación (distribución) y división del territorio, se introduce el nuevo concepto de propiedad privada, que desquicia la concepción ancestral de una relación con la tierra no funcional a su explotación. Contextualmente, se pretende erradicar todas aquellas costumbres que chocan con el pleno desarrollo del capitalismo, como por ejemplo el intercambio adentro de las comunidades basado en el trueque, y no en la circulación de la moneda.   
Ciertamente es difícil imponer a este pueblo una manera de pensar que no es suya y una materialidad de vida diferente de la desarrollada en las comunidades. Nosotros mismos, relacionándonos con ellos, nos damos cuenta de cuan poco maleables son, no inclinados en absoluto a la concesión, incluso son llamados a veces “cabeza de palo”, tambien en relación al vínculo con los compañeros que encuentran.

¿La organización que el pueblo Mapuche construye para las movilizaciones es la herencia de estructuras preexistentes y tradicionales, o algo de nuevo nacido ahora?   

Ambas cosas. Seguramente la organización en comunidades autónomas es algo que llega del pasado, y que se adapta a las exigencias del momento.
Quien enfrenta la empresa forestal desarrolla practicas diferentes respecto a aquellos que deberán enfrentarse contra la construcción de una central hidroeléctrica; entonces hay en efectos muchas pequeñas luchas locales, llevadas adelante por parte de las comunidades.   
Lo que hace la CAM es conservar esta tradición autónoma de las comunidades y desarrollar paralelamente un discurso anticapitalista.
Obviamente no todos los Mapuche están en el pie de guerra: instrumentalizaciones, clientelismo político, urbanización, han hecho sí que algunos hayan pasado hasta del lado del enemigo. Esto ha ocurrido ya desde la llegada de los españoles, y sigue todavía hoy. Por ejemplo, terminada la dictadura, el estado chileno en el ’92 creo un organismo político que se llama Corporación Nacional de Desarrollo Indígena que trabaja, se supone, para la defensa de los derecho de las poblaciones Mapuche, Quechua, Aymara, de la isla de Rapa Nui (Isla de Pascua)  etc; y funciona con los mecanismos de clientelismo político: dinero y alimentos a cambio de votos. Hay Mapuche candidatos al parlamento, y parte de las poblaciones favorables al camino electoral. Luego del incendio de la casa de latifundista del que hablaba antes hubo un encuentro, entre parlamentarios del estado chileno y representantes del pueblo Mapuche, hecho pasar como “el encuentro” con los Mapuche, con el objetivo de marginalizar mediáticamente sus partes más combativas. Como pueblo tienen una gran tradición oral que, solo en los últimos veinte años, a partir de publicaciones escritas, se ha podido conocer en profundidad. De todos modos son los cuentos de los viejos de las aldeas a los jóvenes Mapuche, historias que hablan principalmente de resistencia de los años y los siglos precedentes. Hay entonces una jerarquía, una autoridad que llega directamente desde el  pasado, y que se alimenta en la lucha de resistencia aún hoy en día. Mismo discurso para la ritualidad, desde aquella para la lluvia o para una buena cosecha hasta a los rituales preparatorios para la guerra.

¿Podes hablarnos de la cuestión de las grandes obras en relación a la lucha de las poblaciones indígenas?

Ha ocurrido en 1992 una gran experiencia, en relación a la construcción de un gran dique hidroeléctrico en el alto Bio Bio, que generó una gran movilización por parte del pueblo Mapuche así como del pueblo chileno en solidaridad con ellos. Esta movilización se resolvió en los tribunales, con el estado que pagó altas indemnizaciones, en particular a las dos mujeres que más resistieron. El dique devasto completamente campos cultivados, cementerios sagrados y significó el traslado forzado de las poblaciones que habitaban en aquellos territorios.
Por lo que concierne Hidroaysen, esta será la lucha de la decena de años a venir. El objetivo del proyecto es explotar la reserva de agua de la Región de Aysén, con la construcción de cinco centrales en una superficie total de casi 6000 hectáreas. Las centrales tendrían una capacidad global de 2.750 MW. Los trabajos no han iniciado todavía y tampoco las movilizaciones. Todavía, el proyecto interesará grandes porciones de territorio aún habitado, campos cultivados, bosques, lugares sagrados, aldeas, por eso el enfrentamiento será inevitable, así como lo es contra las empresas forestales. Es normal ver camiones de madera escoltados por efectivos de la policía, y una mañana veremos la misma policía desplegada para Hidroaysen. 
Pienso que lo que sucede en Araucanía es parecido bajo algunos aspectos a lo que pasa aquí en Val de Susa, con la devastación y la usurpación del territorio, la militarización, y los instrumentos mediáticos/represivos desplegados por la contraparte. Cada tanto algún camión de madera de las empresas forestales es detenido y se prende fuego, y el Mapuche es indicado como el terrorista incendiario que devasta la floresta. 

Siempre después del incendio de la casa del latifundista, hubo una manifestación orquestada por el gobierno de la zona, donde se pedía “paz en Auaucanía”, como si la “guerra” la hicieron las poblaciones indígenas, y no los intereses económicos (sobre la base de la presencia) de las multinacionales y la policía. Todo esto genera también contradicciones difícilmente resolubles: algunos Mapuche trabajan para las multinacionales, las mismas que devastan su territorio y lo dejan infértil. A este punto, la única posibilidad de sobrevivir es migrar en la ciudad, o seguir trabajando para las empresas forestales, a cambio de un miserable sueldo. A la explotación del territorio se suma entonces la del trabajo forzado. Y las luchas obreras no faltan. Hay “zonas rojas”, históricamente sindicalizadas, con muchos obreros, que han sufrido una verdadera y propia invasión de iglesias evangélicas, protestantes  y negocios de alcohol. En todas las esquinas hay una iglesia y una botella. La industria del carbón esta extinguiéndose porque para las centrales termoeléctricas conviene adquirir el carbón de Colombia, y traerlo en Chile por mar, más que utilizar lo que se produce en el lugar. Esta es la lógica del neo liberalismo. Pasar de una fase de resistencia a una fase de ataque no es solamente un  problema del Mapuche, es una cuestión que tiene a que ver con todos. Es como en las marchas que hacemos en este periodo. Sabemos cómo empiezan, pero no como terminan….





SENZA CENSURA N.39
OCTUBRE 2013