Recordamos una figura poco visible en la historia, por tres causas que saltan a la vista. Primero su condición de obrera, segundo su condición étnica, tercero su condición de genero. Una triple marginalidad que se concentró en esta importante activista por la revolución social. Esposa de uno de los 5 anarquistas asesinados un año después de la huelga que dio origen al día internacional del trabajador/a. Con una vida agitada, Lucy fue fundadora de la IWW organización internacionalista de carácter anarquista de principios del siglo XX que tuvo fuerte presencia en los inicios del movimiento obrero. Polemizó con Emma Goldman sobre diversos asuntos como el amor libre. Aunque siempre mantuvo una critica primordialmente clasista a la sociedad, también se involucró de forma importante en las luchas contra la opresión racial y de genero. Durante toda su vida estuvo vinculada a las ideas anarquistas, pero, aunque no esta totalmente esclarecido, se le vincula en sus últimos años de vida con el partido comunista norteamericano. Fue una luchadora incansable hasta su muerte en 1942, siempre recordando los hechos que desataron la represión contra los obreros/as y que dieron muerte a su compañero Albert Parsons.
Lucía Edilma González- Lucy Parsons fue una mujer de ascendencia mexicana, indígena y africana -la llamaban la mujer “de color”-, que se desplazó muy joven a Chicago en los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX. Hasta ahora ha sido conocida básicamente por ser la esposa de Albert Parson, uno de los mártires de las jornadas obreras en Chicago que lucharon por la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas, y en homenaje a los cuales se decretó el primero de mayo como día de la lucha obrera. Sin embargo, en medio de esta sociedad patriarcal, aún en la izquierda, la valentía, intrepidez y arrojo de esta mujer y su ingenio y compromiso con los movimientos libertarios han sido más bien invisibilizados o puestos a la sombra de la figura destacada de su esposo. Por eso es esta una oportunidad para mirarla y reconocerla en toda su dimensión.
Lucy Parson vivió en un contexto de acelerada industrialización capitalista con extrema sobre-explotación obrera y, a su vez, intensa resistencia con aportes destacadísimos del pensamiento y movimiento anarquista. No había ofensa más grande para los empresarios de la época que el hecho de que una mujer anarquista y, además, “de color” fuese interlocutora de la obrería. Para la sociedad de la época resultaba también inaceptable el matrimonio entre una mujer “de color” y un hombre blanco como Albert Parsons.
Sin embargo, el Congreso de Pittsburgh (octubre de 1883) dio nacimiento a la International Working People’s Association (IWPA) o Asociación Internacional de Personas Trabajadoras (no de Hombres Trabajadores), la primera organización marcadamente anarquista en los Estados Unidos. Desde la inspiración y fundamentación filosófica y política del anarquismo, la IWPA puso en práctica una orientación muy incluyente en la que se destacaban las mujeres. Hubo compañeras lideresas muy importantes como Lizzie Holmes, Lucy Parsons y Sarah Ames, y sus propuestas eran muy claras en cuanto a la igualdad de los sexos. Ellas promovieron que en las actividades políticas participara toda la familia (con paseos, por ejemplo). En ese época la participación femenina era un horror para la burguesía yanqui, como también lo fueron en la Comuna de París en 1871 para la burguesía francesa, las “petroleras” (de pétroleuses), o mujeres proletarias de la Comuna, donde las asociaban con vandalismo, degeneración moral y destrucción.
Lucy Parsons fue una indiscutible lideresa del movimiento anarquista y obrero de la época y junto con Albert editaron el periódico The Alarm, con un tiraje de tres mil copias quincenales en 1886 en Chicago, dentro de la profusa y variada prensa escrita anarquista o libertaria que había. Entre esta abundante propaganda se registran 10.000 copias de un folleto muy popular de Lucy Parsons titulado “A los Vagos”.
El original de la “Dedicatoria a los Vagos” fue publicado en The Alarm del 4 de octubre de 1884 y en él Lucy hace un llamado a los desempleados, desheredados y miserables que en esa época en Chicago sumaban unos 35.000 y se encontraban en total desamparo en medio de la abundancia de esa ciudad comercial e industrial. Primero, en el escrito les eleva la auto-estima como grandes productores de riqueza que han sido, con muchísimos esfuerzos en jornadas de 10, 12 y 16 horas de las 24 que posee el día, y sometidos a la rutina esclavizadora de las máquinas para obtener unos salarios que apenas les posibilitaba cubrir una parte de sus necesidades básicas y los forzaba a una extrema austeridad; y para rematar, en determinados momentos los dueños de las empresas las cerraban, expulsándolos a las calles como modalidad de máxima ganancia sin la más mínima consideración por quienes en realidad la producían.
De ese modo denunciaba Lucy Parsons cómo los patrones convertían en vagos, vagabundas y vagabundos a quienes en realidad, cuando trabajaban, eran a quienes robaban lo producido por el valor de su trabajo. Pero señalaba que lo que debía cambiarse era al sistema industrial y no “al patrón”. Les recordaba en seguida el extremo sufrimiento que padecerían junto con sus familiares con la llegada del invierno, en las condiciones de miseria en que se encontraban, como para enloquecerse y terminar suicidándose. Ante esta posibilidad, los llamaba a detenerse y volcar estos impulsos sobre sus verdugos, que les habían robado su trabajo al apropiarse de unas condiciones materiales de vida lujosa. Había, en consecuencia, que interrumpirles su bienestar inmerecido con el único lenguaje que les era posible oír de sus esclavizados y esclavizadas: las balas y bombas o el fuego y la dinamita. Finalizaba literalmente exhortándolos a que aprendieran el uso de los explosivos.
La Dedicatoria a los Vagos por Lucy Parsons fue redactada en un contexto de abierta lucha de clases, pues era permanente la violencia extrema o brutal ejercida por los patrones con sus infiltrados, “pinkertons” o “cosacos”. En términos de hoy, eran bandas paramilitares o criminales con el apoyo de la policía federal estadounidense y la gravísima impunidad de todo el sistema judicial, a pesar de publicitarse como un régimen democrático en la tierra de la estatua de la libertad.
Pero menos que la gravedad de toda esa violencia, hiere sobre todo el olvido de valerosas mujeres que, como Lucy Parsons, asumieron el reto que les correspondía, entregándonos su ejemplo e integridad. Por eso nos corresponde a todos y todas invocar la memoria de esta extraordinaria y valerosa luchadora afro-latina en el contexto mundial.
Es probable que Lucy Parsons, a quien las autoridades odiaban intensamente (por ser anarquista y mujer “de color”), hubiera podido librar su vida en el juicio contra los Ocho Mártires de Chicago en 1886, sólo por la imagen de marido y esposa ahorcados, dejando a dos niños completamente huérfanos: hubiera resultado demasiado sórdida la imagen y quizás las autoridades hubieran enfrentado una oposición a ello aún mayor por parte del resto de las fracciones de clase burguesas de Estados Unidos.
La incansable Lucy Parsons, quien obviamente fue integrante del Comité de Defensa de los Acusados de Chicago, participó en innumerables protestas y realizó una gira de agitación por todo Estados Unidos entre los meses de octubre de 1886 a Marzo de 1887, hablando a unas 200.000 personas que asistieron a sus charlas públicas en diversas ciudades en todo el país. Estas reuniones públicas a veces fueron interrumpidas por la policía, que la hostigó en todo momento.
A Lucy Parsons, destacada militante sindical y anarquista, le correspondió ser una de las oradoras de la convención que en 1905, en Chicago, dio nacimiento a los Trabajadores Industriales del Mundo – IWW (su sigla en inglés), organización que en buena parte retomó las banderas libertarias de la extinguida IWPA por la feroz persecución de la que había sido objeto por los sucesos de mayo de 1886. Ella, junto con Lizzie Holmes y demás líderes, continuaron hasta el final de sus días, manteniendo la Memoria y legado de aquella barbarie consumada el 11 de Noviembre de 1887 a los mártires de Chicago.