lunes, 2 de junio de 2014

LA CULTURA DEL VOTO OBLIGATORIO

 Rogelio Snaider
Nuestra Constitución respecto al sufragio, más conocido por voto, dice lo siguiente: “… todo ciudadano es miembro de la soberanía de la Nación; como tal es elector y elegible en los casos y formas que se designarán. El sufragio se ejercerá en la forma que determine la ley”….Voto secreto y obligatorio”(Const. art. 77 y siguientes 12 incisos explicativos).
Esta ley de obligatoriedad tiene vigencia desde la Constitución del año 1934; pero tiene una tradición que se remonta a los caudillos de los partidos colorados y blancos, cuando organizaban los asados, en época de elecciones, para convocar a la gente y arrastrarlos a votar. Creaban ya desde entonces una cultura del voto, no obligatorio, pero había que ir a votar.
Sin duda que las tradiciones  han pesado en la decisión final constitucional de la obligatoriedad ¿Por qué el voto obligatorio, si es un derecho?
Están los que la defienden basándose en tres argumentos: a) favorece la incorporación de todos los sectores sociales a la vida ciudadana; b) asegura resultados más representativos que el voto voluntario y c) favorece el secreto y mayor transparencia.
Por el contrario están los que refutan estas ideas y se preguntan:
¿Por qué obligatorio?, ¿acaso no es un derecho?  Se discute mucho al respecto, porque en el fondo del problema hay una cuestión ético-filosófica, a la cual nosotros adherimos.  ¿Por qué obligar a un individuo a ejercer un derecho? (Leandro Javier Aude Guadalupe)
El propio Alfonso Cataldi, que trabajó 49 años en la Corte Electoral, nos dice que nunca fue partidario del voto obligatorio con sanción, porque el voto es un derecho.
Son poco los países que hoy tienen el voto obligatorio. El uruguayo en general es rebelde a las disposiciones legales, pero al voto es sumiso.  Basta observar cómo se violan las leyes de tránsito, que cuestan muchas vidas humanas con un alto costo económico y qué decir las normas de convivencia social, y mire que hay severas multas. Sin embargo en cuanto al voto, el 97% de los ciudadanos van a votar por temor a ser multados, cuando la multa, sin quererla justificar, es menor a las de tránsito.
Entendemos a los jubilados que tienen miedo a  perder sus beneficios  sociales, porque hasta ese punto se ha llegado en las disposiciones legales;  pero no al resto de los ciudadanos.
¿Por qué se acata esta obligación del voto, y no a las antes mencionadas de tránsito y de convivencia social? Es que sin duda sigue pesando y mucho, la tradición, que se ha vuelto cultura del voto obligatorio, aun cuando estemos con las fórmulas presentadas recientemente y desconociendo a las “personitas” que integran las planchas, que se nos imponen. De los 60 o o tal vez 100 candidatos que llenan las planchas ¿cuántos conoce usted? ¿A dos, tres, cinco o con suerte alguno más? si está entre sus parientes.
Los partidos políticos saben de la necesidad de esta imposición, porque si no fuera obligatorio, estamos seguros que más del 40% de la población, no iría a depositar su sufragio, como pasa en muchos países de nuestro planeta.
Todos están peleando por el votito y hay un  poco más de ellos que nos tratan de "anarcoide del siglo XXI", opinando ingenuamente que anular el voto, es hacer del mismo, un voto "a la marchanta", pero nadie habla de la diferencia del voto en blanco, que es falta de cultura cívica, y del voto anulado, que es identidad personal, que no sólo demuestra desinterés por los políticos y sus partidos, sino disconformidad por este sistema, que habrá que cambiarlo de una vez por todas.
Nos jactamos de una democracia que no existe, que no es real, que es impuesta por los partidos políticos. Mientras no sea ejercida por el pueblo, es una democracia a medias.
De ahí la importancia de  saber “qué se vota”, “porqué se vota” y “por quién se vota”, porque nuestro voto siempre puede ser usado en este sistema político. Vayamos a votar, porque nos obliga la ley, si es que no queremos pagar la multa ante la obligatoriedad de votar.
Tenemos una opción en el cuarto secreto ANULAR NUESTRO VOTO, porque sólo usted  es dueño de su decisión. Pero no olvide que el voto en blanco es un voto más que se suma a la mayoría, aunque no nos guste, así lo determinan las disposiciones legales actuales, que no piensan en usted, sino en los intereses partidarios del sistema que va a gobernar.
Nuestra conciencia cívica no nos debe llevar a “votar al menos malo”. El voto no es una elección sino una decisión ciudadana por el SI o por el NO.
A usted, entonces, la decisión última en el cuarto secreto, mientras dure esta  obligatoriedad del voto.