lunes, 16 de junio de 2014

Cuando el presente deja de ser una extensión del pasado


Capítulo del libro “Palabras para tejernos, resistir y transformar en la época que estamos viviendo”

Raúl Zibechi


Así, camaradas, no rindamos tributo a Europa
creando Estados, instituciones y sociedades que
derivan inspiración de ella.
La humanidad espera de nosotros
alguna otra cosa que una imitación,
algo que sería una caricatura obscena.
Frantz Fanon

Vivimos tiempos sombríos y luminosos. Masivas rebeldías de los más diversos abajos en varios continentes conviven con oscuros nubarrones que anuncian nuevas formas de dominación. Vientos de guerra son agitados por imperios decadentes que optaron por destruir la vida antes que perder privilegios. Un vago y penetrante olor a muerte -material y simbólica- se adivina como uno de los modos de resolver la crisis sistémica. Ninguna novedad.
A no ser por la existencia de armas de destrucción masiva: desde el hambre de poblaciones remotas, hasta drones lanzados al vuelo para provocar daños colaterales. Entre los abajos no está resultando sencillo orientarnos en un mundo que ingresa con rapidez inusitada en el vórtice del caos. Menos aún encontrar caminos realistas pero también transformadores. Nos acercamos a una situación similar a la que enfrentaban los antiguos navegantes cuando arreciaba la tormenta lejos de las costas. En esos momentos ya no es posible confiar en los instrumentos de navegación, ya que los sextantes y las brújulas dejan de tener utilidad ante la abigarrada superposición de instantes críticos capaces de hundir la nave. Lo único, a lo que sensatamente podía apelar la tripulación, era evitar el momento terrible del naufragio aún
57palabras para tejernos, resistir y transformar a costa de perder el rumbo y los puntos de referencia. Cuando pasa la tempestad, se trata de intentar saber dónde está la nave, si es que logró sobrevivir, para lentamente reencausarla hacia el puerto deseado. Nos acercamos hacia momentos similares. ¿Podemos, quienes queremos cambiar-nos en el mundo, apostar sólo a sobrevivir? ¿Cómo combinar la sobrevivencia con la creación de un mundo nuevo? No tengo respuestas, para mal y para bien. Para mal, porque el pasado dejó de iluminarnos el camino, en gran medida porque los cambios sistémicos han borroneado estrategias y tácticas; y a menudo esa herencia nos impide entender qué nos está sucediendo. Para bien, porque el futuro y en gran medida el presente son páginas en blanco sobre las que hay que dibujar y, sobre todo, porque podemos y debemos inventar y reinventarnos en estos mundos que necesariamente vamos a tener que crear.
Si sobrevivimos, claro. Desorden y caos más que crisis La mejor forma de no comprender lo que está sucediendo es tratarlo como una crisis económica. No es que no exista tal crisis, sino que ella es, apenas, una manifestación de un conjunto de fenómenos de envergadura mayor. El más importante está conformado por los cambios de larga duración en el sistema- mundo: la difuminación de los contornos de la relación centro- periferia, la decadencia de la potencia imperial hegemónica (Estados Unidos), la emergencia de un mundo multipolar y la transición del centro de gravedad del sistema-mundo de Occidente hacia Oriente.
A tales cambios, tan importantes, deben sumarse: crisis ambiental que nos acerca a situaciones de caos climático, decadencia de la civilización del petróleo que impone el fin del consumo energético y la búsqueda de alternativas, así como la incapacidad del patriarcado de mantener un orden jerárquico sin contestación. Apenas podré acercarme a las primeras, sin olvidar que las tres últimas tienen 58cuando el presente deja de ser una extensión del pasado consecuencias no menos importantes que aquellas.
El sistema-mundo está ordenado en torno a un centro y una periferia (y, según algunos, también una semiperiferia)1 . Esta es la característica central del mundo capitalista, que explica cómo se distribuyen y concentran el plusvalor y las riquezas que se apropian y expropian. Esta división del mundo en centro y periferia subordina todas las demás contradicciones, y soy conciente que esta es una afirmación polémica. Immanuel Wallerstein analiza el sistema-mundo de la siguiente manera: una sola unidad con una división extensiva y geográfica del trabajo y múltiples sistemas culturales y políticos; los países no tienen economías, sino son parte de la economía-mundo con una división del trabajo tripartita en zonas: central, semi- periférica y periférica 2.

En estos momento estamos atravesando un cambio impresionante: el centro dejó de ocupar el lugar central, estamos ante una desarticulación geopolítica sistémica que supone que todo el edificio está siendo sacudido. Este edificio se mantuvo estable durante cinco siglos, por lo que podemos decir que es un cambio de muy larga duración. En este largo tiempo pasamos de la hegemonía de Venecia a la de Génova, luego a la hegemonía de Amsterdam y más tarde del Reino Unido; finalmente, llegamos a la de Estados Unidos y en todo ese trayecto, la división centro-periferia siguió siendo la principal división del trabajo en el sistema-mundo. En segundo lugar, el dominio de Occidente está en cuestión y todo indica que el centro de gravedad se está trasladando hacia Oriente; hacia Asia, con un papel preponderante de China e
1 En esa terminología, el centro es el mundo desarrollado, industrializado, de- mocrático –el primer mundo-, y la periferia el mundo subdesarrollado o tercer mundo, exportadores de materias primas
2 Immanuel Wallerstsein, El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, Siglo XXI, México,
1988, pp. 489 y ss.
59palabras para tejernos, resistir y transformar India. No será sólo un cambio económico, como suele afirmarse en los medios de comunicación y a menudo, también, en los académicos. Se estima que el PIB de China sobrepasará al de Estados Unidos hacia 2016 o 2020, el de India al de Japón y el de Brasil al de Alemania. Pero esto no es lo único. ¿Cómo sería un mundo centrado en Asia? ¿Podemos seguir pensando en los mismos términos cuando nos referimos a movimientos sociales, autonomía, sociedad civil, etcétera? ¿Qué consecuencias tendrá en el largo plazo este "viraje civilizatorio", en relación con el pensamiento crítico y la emancipación?

Las tres fechas universales que celebramos quienes vivimos para la emancipación (1 de mayo, 8 de marzo y 28 junio) nacieron en el mismo país y son referente de los oprimidos y oprimidas de Occidente. Nuestro imaginario revolucionario y rebelde está inspirado en las revoluciones francesa y rusa y tiene un indudable cuño eurocéntrico. Desde el punto de vista de la lucha anticapitalista y antipatriarcal, ¿qué nos aporta Oriente? En modo alguno pretendo insinuar que Oriente no contenga tradiciones emancipatorias, sino que estamos a punto de ingresar en un terreno desconocido: el de una civilización diferente a la occidental, ni mejor ni peor, con otras tradiciones revolucionarias que debemos descubrir, aprehender e incorporar, en la medida que las consideremos compatibles con nuestra lucha libertaria.
El tercer aspecto es que estamos asistiendo al nacimiento de un mundo multipolar que tendrá especiales repercusiones en América Latina y sobre todo en América del Sur. Será la primera vez en cinco siglos que este continente tendrá una hegemonía "interior" y no de una potencia extra continental. Me refiero a la hegemonía brasileña, que está llamada a tener hondas repercusiones en toda la región sudamericana, y muy en particular, en los pequeños y medianos países. Pensemos que zonas enteras de Paraguay y Bolivia están siendo 60cuando el presente deja de ser una extensión del pasado ocupadas por colonos y empresarios brasileños.
Esto hace que exista una dependencia económica de estos paises respecto a un vecino que tiene un PIB entre cincuenta y cien veces superior, una superficie de diez a veinte veces más grande y una población de veinte a cincuenta veces mayor. Esas brutales asimetrías "se complementan" con un desborde demográfico que ya ha reconfigurado regiones fronterizas y departamentos estratégicos como Santa Cruz (Bolivia) y varios departamentos paraguayos.
Quiero decir que hay un cambio respecto al imperialismo yanki que merece ser reflexionado. En paralelo, se registra una preocupante separación conceptual y política entre América del Sur y América Latina, que va de la mano del nacimiento de gobiernos progresistas en la región y, de modo muy particular, del ascenso del gobierno del PT en Brasil. Carlos Walter Porto Gonçalves destaca que América Latina habría emergido como concepto en el siglo XIX para oponerse al ascendente imperialismo yanki, pero que con el declive de la hegemonía estadounidense se produce una reconfiguración geopolítica funcional a las grandes empresas brasileñas que se expanden en la región: Si América del Sur se desvincula de la hegemonía estadounidense ejercida sobre todo a través de la OEA, con eso se abandona también una tradición que se construyó con/ contra Estados Unidos a través de la idea de América Latina, y se vacía su contenido antiimperialista. Además, la afirmación de una América del Sur reconoce, en los hechos, la hegemonía estadounidense en América Central y el Caribe.

3 Es evidente que cambios de esta envergadura van a remodelar no sólo el sistema-mundo; sino a generar, durante el tiempo que dure el proceso más intenso de cambios, un elevado nivel
3 Carlos Walter Porto Gonçalves, ""Ou inventamos ou erramos. Encruzilha- das da Integraçao Regional Sul-americana", IPEA, 2011, p. 21.
61palabras para tejernos, resistir y transformar de inestabilidad y lo que llamaos caos sistémico. El caos sistémico ha sido definido por Arrighi y Wallerstein como una situación en la cual los marcos institucionales del capitalismo histórico ya no consiguen neutralizar los conflictos sociales, las rivalidades interestatales e interempresariales y la emergencia de nuevas configuraciones de poder. Se crea entonces en el sistema mundial una dualidad entre la anarquía y la reorganización institucional impulsada por nuevas fuerzas estatales y sociales 4.

Sin embargo, el análisis del mismo Arrighi sobre el ascenso de China como una vía posible para que otras naciones del mundo "puedan no sólo desarrollarse sino también insertarse en el orden internacional de una forma que les permita ser verdaderamente independientes", no parece pertinente5. Arrighi argumenta que China ofrece a los países del Sur términos más generosos para acceder a sus recursos naturales que las empresas multinacionales del Norte, ya que libra créditos con menores obligaciones políticas, sin caras tasas de consultoría y construye grandes complejos de infraestructura a la mitad del coste que ofrecen las empresas y gobiernos occidentales.
En su opinión, China mantiene tradiciones de acumulación sin desposesión, algo que diferencia su proceso de conversión en gran potencia del camino recorrido por los países coloniales europeos. La transformación agraria china se produjo sin separar a los productores agrícolas de la tierra y protegió la independencia económica de los campesinos; la modernización, a diferencia del caso ruso, se procesó sin destrucción sino mediante la mejora económica y educativa

4 Ver por ejemplo, Immanuel Wallerstein, "Paz, estabilidad y legitimación:
1990-2025/2050", en Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos, Akal, Madrid, 2004 y Giovanni Arrighi y Beverly Silver, Caos y orden en el sistema- mundo moderno, Akal, Madrid, 2001.
5 Giovanni Arrighi, Adam Smith en Pekín, Akal, Madrid, 2007, p. 397.
62cuando el presente deja de ser una extensión del pasado del campesinado6 . Por eso, sostiene que si se mantiene en esa tradición diferenciada, "es probable que esté en condiciones de contribuir decisivamente al surgimiento de una comunidad de civilizaciones auténticamente respetuosa hacia las diferencias culturales" 7. La experiencia latinoamericana no nos permite coincidir con Arrighi en este punto. Estamos viviendo un proceso que para los de abajo consiste en un nuevo colonialismo o una salvaje re-colonización: acumulación por desposesión, que en realidad es acumulación por guerra. No hay mayor diferencia entre las mineras canadienses y las chinas, entre las megaobras del Norte y las que encabeza Brasil como parte de la IIRSA. Pienso que un mundo multilateral, con varios polos de poder, es menos malo para los pueblos que un mundo unipolar porque abre otras posibilidades de resistencia, ya que esos diversos poderes chocan y se confrontan y eso genera inestabilidad en la dominación.

Pero aún está por demostrarse que los proyectos de China y Brasil sean algo diferente en su esencia al imperialismo/colonialismo del Norte. Aunque debe reconocerse que por ahora no practican guerras de ocupación y pillaje. Qué movimientos para qué mundo Los movimientos de los abajos son los principales promotores de estas transiciones, pero a su vez están siendo vapuleados por ellas. La actual crisis sistémica ha sido precedida por un fenomenal ciclo de luchas que llamamos revolución de 1968. Es un ciclo muy fuerte, en el que la lucha contra el autoritarismo abarcó la familia y la escuela, el cuartel y el hospital, el manicomio y el taller. O sea, no dejó espacio de la vida cotidiana sin atravesar y modificar.

6 Idem, pp. 375-389
7 Idem, p. 403.
63palabras para tejernos, resistir y transformar En América Latina despuntaron nuevos actores: mujeres, jóvenes, indios, afrodescendientes, sin tierra, sin techo, sin trabajo, eso que la ciencia social denomina "minorías" y que son la inmensa mayoría de la humanidad. Fue la lucha social la que abrió una crisis de una profundidad inaudita, de la que aún no hemos salido.

Con las luchas de los años 60 surge un nuevo patrón que diferencia esta transición sistémica de las anteriores: En resumen, mientras que en las anteriores crisis hegemónicas la intensificación de la rivalidad entre las grandes potencias precedió y configuró de arriba abajo la intensificación del conflicto social, en la crisis de la hegemonía estadounidense esta última precedió y configuró enteramente aquella. Se puede detectar una aceleración análoga de la historia social en las relaciones entre conflicto social y competencia interempresarial.

Mientras que en las anteriores crisis hegemónicas el primero siguió la pauta marcada por la intensificación de la segunda, en la crisis de la hegemonía estadounidense una oleada de militancia obrera precedió a la crisis del fordismo y la configuró.8 La revuelta de los abajos y la crisis de los de arriba son dos caras de un mismo proceso. El énfasis en el capital financiero, la fase financiera de la economía que es acumulación por desposesión, va de la mano de la militarización de la política. Por duros que sean los procesos que vivimos -las guerras en Colombia, Guatemala y México, la criminalización de la pobreza en los barrios marginalizados, la minería a cielo abierto y los monocultivos- debemos entender que fue nuestra rebelión la que llevó al capital a abandonar el modelo del desarrollo anclado en la producción fabril donde ya no podía seguir acumulando. No somos los culpables, sino otra cosa:
8 Giovanni Arrighi y Beverly Silver, op cit., p. 219.
64cuando el presente deja de ser una extensión del pasado es la potencia y el poder adquirido por los de abajo lo que los llevó a cambiar de estrategia. Tenemos que hacernos cargo de lo que hicimos para seguir avanzando. Por eso digo que los movimientos provocaron la crisis del sistema y son, a su vez, víctimas de esa crisis.

Estamos ahora ante nuevos problemas, ante la necesidad de enfrentar situaciones para las cuales la generación anterior de movimientos antisistémicos no tiene respuestas. Hasta este período nacido con el neoliberalismo, los movimientos más importantes eran el sindical, el estudiantil y el campesino. Eran movimientos estadocéntricos en un período en el cual el Estado-nación respondía básicamente a un modelo centrado en el desarrollo por sustitución de importaciones, la soberanía nacional y el Estado del Bienestar, aún con todas las limitaciones y desfiguraciones que tuvo en América Latina.
Como todo movimiento estadocéntrico descansaba en la figura de la representación porque sus prácticas consistían en el vínculo con el Estado, ya sea para reclamar, negociar o confrontar. Pero durante este período de acumulación por guerra, se trata de abordar nuevas tareas, de asumir los nuevos desafíos, ya que los estados dejaron de jugar aquel papel de mediación y de dirección de los destinos de la nación y fueron siendo marginados por el capital transnacional a un lugar secundario en el que juegan básicamente una sola y fundamental tarea: controlar, contener y reprimir a esa mitad de la población que el nuevo modelo considera superflua (y peligrosa) porque ya no es posible integrarla ni como fuerza de trabajo ni como consumidores, en tanto que el grueso de las mercancías que producen los países de la región se consumen en otros continentes y, muy a menudo, ni siquiera forman parte del consumo humano. Esa mitad aproximada de la población "sobrante" debe ser encerrada en campos de concentración, sub-alimentada con políticas sociales a las que se destina
65palabras para tejernos, resistir y transformar menos del 1% del PIB y rigurosamente vigiladas detrás de muros y alambradas. La biopolítica incluye el encierro a cielo abierto. Son esos masas marginalizadas las que no tienen nada que perder más que sus cadenas, y es con ellas que trabajamos para crear nuevo sujetos rebeldes y movimientos antisistémicos. "Abajo y a la izquierda" es el campo de concentración pronto a convertirse en campo de exterminio.
Es en esas condiciones y en esos espacios en donde trabajamos para cambiar el mundo: vigilados, perseguidos, amenazados permanentemente. Por eso es tan difícil construir. Quien crea que exagero, que de una vuelta por los resguardos nasa del norte del Cauca, por cualquier territorio indígena y por cualquier favela o barrio popular de nuestras ciudades. ¿Podemos llamarle "movimiento social" a sujetos y acciones colectivas que nacen en estas condiciones y territorios?
En el campo de exterminio no funciona la división entre lo político y lo social. Eso sirve para otras realidades, para las clases medias europeizadas de nuestras metrópolis. Por eso, cualquier movimiento es necesariamente antisistémico, como cualquier acción colectiva en el campo de concentración no puede existir sino para destruirlo. (Quien ha sido prisionero, sabe que lo único que no aceptan los guardias son reclamos colectivos.) En el campo de concentración tampoco funciona la estrategia en dos pasos: tomar el poder para luego cambiar las cosas.
En el campo, tomar el poder es equivalente a destruir el campo como lugar de aniquilación/control de la vida. ¿Qué se puede hacer en esas condiciones? Juntarse con otras, abrir espacios, y en esos espacios ensayar/preparar la rebelión. ¿No es eso lo que vienen haciendo los movimientos antisistémicos en las dos últimas décadas? En nuestras sociedades actuales, marcadas a fuego por la acumulación por despojo, son prácticas anticoloniales o descolonizadoras.
66cuando el presente deja de ser una extensión del pasado Pensar/actuar en movimiento ¿Por qué necesitamos pensar/actuar en movimiento? En primer lugar, porque los subalternos, los de abajo, sólo nos volvemos visibles cuando nos movemos, cuando reclamamos, cuando exigimos, cuando dejamos la pasividad y la inercia. De lo contrario, todo el escenario es ocupado por el arriba, en sus más diversas manifestaciones, derecha e izquierda, laico o no laico, académico o político. En segundo lugar, porque movernos es dejar de ser lo que éramos cuando no nos movíamos.
No pienso en términos de "movimiento social", una categoría que debe ser repensada a la luz de nuestra realidad colonizada. Movimiento social es un concepto creado para dar cuenta de lo que sucedió a partir de la década de 1960 en el Norte industrializado, cuando diversos sectores de la sociedad comenzaron a manifestar rechazo al consenso político institucional. En sociedades homogéneas, sectores portadores de las mismas relaciones sociales que el resto, se pusieron en movimiento para reclamar al Estado, para hacer notar desigualdades e injusticias que los desfavorecen.
Las "teorías de los movimientos sociales", de neto cuño eurocentrista, se enfocan en los modos de organización, en los ciclos de protesta, en las oportunidades políticas, y en otros aspectos que caracterizan los más diversos movimientos de sociedades homogéneas = aquellas que tienen UNA relación social hegemónica. Se trata de un concepto acuñado por especialistas, en general sociólogos blancos/académicos/profesionales, para dar cuenta de lo que otros hacían. Es un concepto nacido en las asépticas y reconocidas universidades de algunas grandes ciudades europeas y norteamericanas, que ha sido fervorosamente adoptado por las ONGs que trabajan en el Sur. Nosotros no tenemos por qué utilizar conceptos en cuya formulación no tuvimos arte ni parte, y que han sido acuñados para otras realidades. Ciertamente, algunas de esas categorías 67palabras para tejernos, resistir y transformar suelen ser muy útiles para pensar nuestras realidades, como la idea de "ciclo de protesta".
Pero por sobre todo, necesitamos pensar nuestra realidad con base en nuestras propias capacidades interpretativas, con base en nuestras realidades culturales y civilizatorias. Pongo apenas dos ejemplos: en el Norte la categoría de territorio no está en modo alguno vinculada a los movimientos sino a la estatalidad y a las instituciones. Las comunidades, en sus más diversas realidades, desde las indígenas hasta las eclesiales de base, desde las ancestrales hasta las nuevas comunidades urbanas, son propias del Sur y, de modo muy particular, de la experiencia vital de nuestra América Latina.
Coincido con Immanuel Wallerstein en su concepto de movimientos antisistémicos, ya que pienso que se adapta mejor a la realidad de nuestro Sur que la de "movimientos sociales". Aún así, movimiento es un concepto demasiado abstracto y corre el riesgo de ser entendido como institución, como una organización capaz de movilizar a sus integrantes para conseguir objetivos, y eso me sigue pareciendo demasiado acotado y estrecho.
Propongo un acercamiento a un concepto otro de movimiento: deslizar-se, correr-se del lugar material y simbólico heredado, poner en cuestión la identidad/prisión para asumir/construir una identidad nueva. En este sentido el movimiento es flujo, capacidad colectiva de cuestionar un lugar social. Creo que esto lo aprendimos de las mujeres, los indios y los afrodescendientes, entre otros. Tiene la enorme ventaja que pone en lugar destacado el cambio, la apertura a otra cosa. Nos movemos cuando salimos/rompemos nuestra identidad para construir otra.

En este sentido, no deberíamos llamar movimiento a aquellos que confirman el lugar en la sociedad, por ejemplo: los movimientos de trabajadores. Pensar en movimiento, en este sentido, es pensar con y en los movimientos y, para quienes ocupamos espacios como éste,
68cuando el presente deja de ser una extensión del pasado no puede sino representar un modo de negar la identidad asumida… para construir otras con otros y otras en movimiento. Movimiento es también una epistemología, el espacio-tiempo para el conocimiento emancipatorio.

La organización, la madre de los abajos Millones sobran en la acumulación por despojo y guerra. Esos millones son arrojados todos los días a los márgenes que llaman exclusión. No es un efecto colateral sino el objetivo primero de las elites que comprendieron, con la revolución de 1968, que la integración, la ciudadanía y la democracia no son prácticas viables porque ponen en riesgo su propia sobrevivencia. Las elites ya se atreven a hablar francamente de esto, en particular en los Estados Unidos 9. Para nosotras, el debate central es qué tipo de movimientos debemos crear, con qué características, para poder enfrentar esta era de amenazas y exterminios.
En líneas generales, creo que hay tres grandes tareas en este período: comprender y debatir de modo permanente lo que está sucediendo, ya que la incertidumbre del caos a menudo impide ver en la niebla dominante; intensificar la diferencia de nuestros espacios y pequeños mundos respecto al poder hegemónico; y orientarnos por la ética de poner el cuerpo, de no separar palabra y acción. Wallerstein asegura que desde 1968, cuando los viejos movimientos sindical y nacionalista mostraron sus limitaciones, estamos en "una prolongada búsqueda de un movimiento antisistémico de un tipo mejor, que condujera realmente a un mundo más democrático e igualitario" 10. Desde ese momento hasta hoy, sostiene que han surgido cuatro tipo de movimientos:

9 Zhong Sheng, ¿"Post-Ilustración" o "Post-Ideología"?, Diario del Pueblo, Pe- kín, 30 de agosto de 2011.
10 Immanuel Wallerstein, "Nuevas revueltas contra el sistema", en Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos, op cit, p. 469

69palabras para tejernos, resistir y transformar el maoísmo, los movimientos sociales, los movimientos de derechos humanos y los foros sociales mundiales (FSM). Sólo estos últimos estarían teniendo éxito, ya que agrupan a las demás familias de movimientos así como a la vieja izquierda y los movimientos pre-1968, a los activistas del Norte y del Sur sin crear una "estructura omnicomprensiva, inevitablemente jerárquica" 11. A mi modo de ver, los foros sociales han cumplido su ciclo y ya no pueden ser considerados, si alguna vez lo fueron, como parte de los movimientos antisistémicos y emancipatorios.
El nacimiento de gobiernos progresistas y de izquierda en América Latina es un parteaguas que ha colocado a los FSM del lado del poder estatal y de las empresas extractivas transnacionales, frente a los movimientos que siguen defendiendo sus territorios y los bienes comunes. Esta es la contradicción más importante por la que estamos transitando, que se resume en la aparición de nuevos modos de dominación inspirados en las prácticas y formas de hacer de los propios movimientos 12.

Esta nueva realidad nos impone construir movimientos con otras características, o mejor, que profundicen, mejoren y sistematicen los rasgos que ya venían formando parte de la nueva generación de movimientos que nacieron bajo la primera fase del neoliberalismo durante la década de 1990. Hace casi diez años sostuve que estos movimientos tenían un rasgo distintivo fundamental respecto a los anteriores y a los llamados "movimientos sociales" del Norte: su arraigo territorial13. Esta característica sigue siendo una diferencia
11 Idem, p. 472
12 Véase mis trabajos Contrainsurgencia y miseria, Pez en el Árbol, México,
2010 y "Ecuador. La construcción de un nuevo modelo de dominación", Viento Sur, Madrid, No. 116, mayo 2011, pp. 15-24.
13 "Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos", Re- vista OSAL (Observatorio Social de América Latina) No. 9, Buenos Aires, CLACSO, enero de 2003.
70cuando el presente deja de ser una extensión del pasado fundamental y fundante de esta camada a la que pertenecen desde los movimientos indígenas y campesinos sin tierra, hasta los formados por sectores populares urbanos, sin techo y sin trabajo.

Sin embargo, creo que hay algunos rasgos que deben ser profundizados y perfeccionados, en lo que a modo de pequeña provocación sostengo deben ser organizaciones que actúen como las "madres de los de abajo". En primer lugar, los de abajo son huérfanos por lo menos en dos sentidos: ya no hay instituciones capaces de protegerlos como fue en algún momento el Estado-nación; y por otro lado, la inmensa mayoría de los de abajo en las ciudades son mujeres pobres con sus hijos, o sea debemos hablar en femenino, pero un femenino madre y pobre. En un doble sentido material y simbólico14.
Esto quiere decir que la organización/movimiento debe hacerse cargo de la vida en el sentido literal, de la producción y reproducción, de la alimentación, la salud, la educación, la fiesta, el ocio y la religión, de todos los cuidados que las personas necesitamos para existir. ¿Quién va a hacerse cargo si no las propias personas en sus colectivos? Esto supone aprender varias cosas: a cuidar-nos, a producir para alimentarnos, a prevenirnos y curarnos, autoeducarnos, y todo esto en colectivo.

Este es un aprendizaje de vida; si se quiere, es la respuesta biopolítica de vida ante la biopolítica de muerte. En segundo lugar, lo anterior supone contar con espacios o territorios propios, autocontrolados, tanto en las áreas rurales como en las ciudades y, de ser posible, en ambos espacios. La soberanía alimentaria dependerá de que consigamos una estrecha relación entre barrios populares urbanos con zonas
14 En el trabajo que estoy realizando en barrios informales de Montevideo, varias mujeres mayores afirman que existe por lo menos una generación, tal vez dos, de niños y niñas abandonados por sus padres y a veces también por las madres. En rigor, no existen familias y estos chicos son socialmente huérfanos y necesitan espacios afectivos y de pertenencia.

71palabras para tejernos, resistir y transformar rurales o rur-urbanas, porque las ciudades por sí solas pueden producir algunos alimentos pero no todos los necesarios. En contrapartida, las experiencias urbanas pueden corresponder a las zonas rurales con apoyo en salud y educación, y ambas pueden unirse en la celebración festiva o religiosa y, sobre todo, en mercados y espacios comunes de intercambio y trueque. En tercer lugar, el tipo de organización que pueda encarar estas prácticas no debe especializarse en ninguna tarea, porque esa es la forma en que podrá asumirlas todas.
Puede haber personas más capaces para ciertas prácticas, pero debemos tender a prácticas rotativas, no sólo en el ejercicio de responsabilidades (poder).
Esta es una lectura de un siglo de trabajo fabril, que tuvo como resultado un grado tal de especialización que redundó en la pérdida de saberes y de autonomía, de modo que cuando se cerró el mercado de trabajo legiones de varones inútiles comenzaron a deambular sin saber cómo sobrevivir. Las mujeres, por el contrario, al seguir apegadas a las tareas de reproducción y de cuidado de los hijos y de sí mismas, a la casa y a la vida, conservaron saberes prácticos que las colocan en el centro de la sociabilidad popular, si es que alguna vez no lo estuvieron.
Estoy pensando, en cuarto lugar, en movimientos y espacios que sean comunidades de autoaprendizaje y autoeducación, en las cuales todas las actividades y todos los espacios tengan un espíritu pedagógico. Cuando somos capaces de aprender y enseñarnos se despiertan elevados niveles de creatividad y autoestima. Los espacios comunitarios son relativamente cerrados, estables en su integración, abigarrados en la superposición de tiempos y espacios en los que confluyen haceres y saberes heterogéneos tejidos por vínculos fuertes cara a cara. En quinto lugar, estos espacios y estas prácticas deben ser defendidos de la acumulación por guerra.
Eso supone una 72cuando el presente deja de ser una extensión del pasado gama muy amplia de formas de defensa, de las cuales la material pura y dura debe ser la opción última, porque en ese terreno los estados seguirán especializándose en aniquilar lo que no controlan. Una primera forma de defensa es la profundización de la diferencia, ya que dificulta la cooptación y la asimilación, aunque no la impide. La segunda puede ser el nomadismo, aún sin cambiar de lugar físico, que supone huir de las actividades rutinarias y de la inercia, buscando cada cierto tiempo nuevos terrenos de acción.
La tercera es el bajo perfil para no atraer a quienes reproducen el sistema. La cuarta es la autonomía, en el sentido de necesitar lo menos posible al afuera y poder elegir cuándo y con quiénes vincularnos. La quinta es la resiliencia, estar espiritualmente preparadas para aceptar ciertas dosis de sufrimiento sin torcer el rumbo. La sexta es trabajar con programas estatales, siempre que haya un mínimo control por parte de la comunidad. La séptima es la lentitud, que no excluye la velocidad cuando sea necesaria. Hay sin duda muchas más; y esta breve y aleatoria lista es, solamente, una invitación a pensar-nos.
En sexto lugar, este tipo de organización es básicamente femenina, en su sentido literal pero también en su sentido más profundo. La mayor parte de las personas que integran el campo popular organizado en toda América Latina son mujeres. Esto merece una reflexión más profunda que la meramente cuantitativa. Además, este tipo de comunidad en movimiento ha sido creada para con-tener a la gente común, está tejida por afectos y no por cargos burocráticos. Supone pensar el cambio social y eso que en la vieja terminología llamamos política, desde otro lugar. A diferencia de la política en clave masculina, deshace la relación sujeto-objeto (asiento de la representación) y la trasmuta en pluralidad de sujetos. Es otro tipo de poder. Poder decir. Poder hacer. Poder construir poder.
73palabras para tejernos, resistir y transformar En un período de incertidumbres múltiples como el actual, no es posible actuar con base en una estrategia y una táctica predefinidas porque la relación causa-efecto deja de funcionar durante el caos.
Debemos movernos con objetivos generales y con un imaginario del mundo deseable suficientemente potente como para movilizar el deseo de la personas explotadas y oprimidas, suficientemente realista como para que la acción colectiva tenga alguna posibilidad de triunfar. A falta de caudillos y partidos, será la intuición la que nos podrá guiar en los momentos más difíciles, que combine el ingenio del artesano y la sensibilidad del poeta, la contumacia de la vieja guardia militante y la imaginación de la nueva.
Septiembre de 2011
74cuando el presente deja de ser una extensión del pasado


Bibliografía.
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