martes, 6 de mayo de 2014

De Maidan a la revolución?

 Boris Kagarlitsky

LINKS, Revista Internacional para la Renovación Socialista - 13 de abril 2014 (*)

En Ucrania hay en marcha una verdadera revolución Puede parecer extraño, pero eso es característico en la historia de ese país.

En 1918 las protestas de los "rojos" empezaron como una simple respuesta a las acciones de los  nacionalistas que se habían autoproclamado gobierno en Kiev.

El establecimiento progresivo del régimen de los partidarios de la República Popular de Donetsk y otros movimientos en el sureste de Ucrania sigue por ahora sin respuesta por la simple razón de que la propia supervivencia de estos movimientos está lejos de estar garantizada. Pero ya puede decirse con certeza que no hay vuelta atrás. El punto de no retorno ha sido rebasado, no sólo en  el sentido político sino sobre todo en el sentido social.

La intelectualidad de Kiev y Moscú no puede creer sinceramente que los trabajadores y las clases urbanas inferiores no sólo fuesen capaces de irrumpir de pronto en las calles, sino también de empezar a actuar de forma independiente, organizarse y hacer historia. Estas son las personas a quienes los intelectuales describen despectivamente como " lumpen ", hombres y mujeres de familia de  mediana edad que hasta ayer eran los típicos habitantes apolíticos, trabajadores de habla rusa que no tenían ningún interés en las intrigas políticas de la capital.

Detrás de la espalda de la gente que está tomando los edificios municipales y las comisarías, los intelectuales, como en el pasado,  están tratando de encontrar manipuladores políticos, mercenarios de los oligarcas, e incluso agentes extranjeros, incluidos los rusos.
Los intelectuales están convencidos - incluso después de haber visto por televisión hace dos meses varias docenas de ataques análogos realizados por los oportunistas del Sector de Derecha - de que los simples ciudadanos de Donetsk nunca podrían haber logrado hacer algo así por sí mismos.

Y es cierto: hasta ahora, estas personas no habían tomado parte en la política. Este ha sido el caso, no sólo en el sureste de Ucrania, sino también en Kiev, y por supuesto, en Rusia. Sospecho que también es cierto en el oeste de Ucrania. Un video de Donetsk muestra muy gráficamente el cambio radical de la sociología y la demografía de la protesta.
En lugar de los jóvenes de clase media habitantes de la capital que nos acostumbramos a ver en las anteriores  manifestaciones en Maidan, nos encontramos acá con gente bastante diferente, esa gente que hace unas semanas estaba preocupada solamente por ganar el dinero para mantener a sus familias, y que habría considerado la participación en cualquier tipo de protesta callejera como una inútil pérdida de tiempo.

Ahora, esta gente no sólo ha tomado la calle, también está bloqueando camiones llenos de soldados, organizándose a sí misma y tomando decisiones.

Una transformación revolucionaria real está teniendo lugar en la conciencia de las masas. En la conciencia de las masas, no en la famosa "opinión pública" que se forma según la intelectualidad privilegiada, por aquellos que nunca se han molestado en entender el  significado de los actuales acontecimientos.

El papel de Rusia

En su significado, los cambios que están ocurriendo en el sudeste de Ucrania van mucho más allá de las fronteras del vecino país. Afectan directamente a Rusia, porque nos proporciona una imagen de nuestro propio futuro potencial. No es casualidad que nuestras propias élites gobernantes estén cada vez menos y menos enamoradas de la famosa "primavera rusa".

El Moscú oficial ha dado a entender, en términos muy claros, que no pretende reclamarle a Ucrania las provincias rebeldes.
Esto no es una movida diplomática ni una concesión a Occidente; es más cierto decir que es un paso dictado, entre otras causas, por el deseo de evitar cualquier escalada de un conflicto que ha superado con creces los límites de todo lo que es conveniente y manejable para el Kremlin.
A diferencia de Crimea, en donde todo estaba controlado y donde, después de dos o tres manifestaciones, la transferencia del poder la llevó a cabo la elite local, en Donetsk y Lugansk estamos asistiendo a la fuerza elemental de un movimiento popular, que es simplemente imposible de manejar desde fuera.

Este movimiento es descentralizado y llevado  adelante por sus propios líderes, personas que eran desconocidas hasta ayer, y está formulando y desarrollando su programa a medida que se desarrollan los acontecimientos.

Para nuestras autoridades rusas, aceptar en la Federación Rusa varias provincias con esa población tan y con tales organizaciones de masas, en un momento en que hay una creciente crisis social en nuestro propio país, sería como dispararse en el pie.

Por lo tanto, se puede decir con confianza que los activistas de la República Popular de Donetsk tendrán que depender únicamente de sus propios recursos. No hay "gente amable" que vaya a acercárseles, ni  pequeños hombres verdes van a descender de una nave espacial.
La Rusia Oficial ha dejado al ucraniano del sudeste librado a su propio destino., y tratará de zafar de esto tan pronto pueda.
Esta maniobra, a su vez, está resultando más difícil por las ínfulas de patriotismo que nuestras autoridades han promovido, y que en el curso de los acontecimientos podría volverse también contra el Kremlin.

Los acontecimientos de los últimos días, sin embargo, muestran que los movimientos populares en Donetsk, Lugansk, Odessa y Kharkov tienen una oportunidad de  éxito incluso sin un gran apoyo de Rusia. En tal caso, se abrirá para ellos la posibilidad de extender su influencia a otras regiones, con cuya población mayoritaria tienen más intereses en común que con los liderazgos en Moscú o Kiev.

Sector de Derecha

Las nuevas autoridades de Ucrania se enfrentan a su vez a un dilema muy desagradable. Los disturbios en el sudeste solo podrían ser aplastados con la ayuda de la organización de extrema derecha, y sólo a costa de un  derramamiento de sangre a gran escala.
La policía y el ejército no son fiables, y las bases de las fuerzas de la represión estatal, por razones sociales perfectamente naturales, son más propensas a identificarse con los rebeldes que con las personas que les vienen a dar órdenes.
Como resultado, las autoridades tendrán que poner en juego a los militantes armados de la derecha radical.
El problema aquí no es con la ideología de los combatientes del Sector de Derecha, ni siquiera con sus peculiaridades psicológicas.
Mientras que las unidades policiales están  capacitadas específicamente para dispersar las protestas masivas evitando el derramamiento de sangre en la medida de lo posible, los matones del Sector de Derecha carecen de esta formación, y por lo tanto se pondrán  de inmediato a romper huesos y matar gente. Esto es, por desgracia, una situación normal, y la conocemos bien por la experiencia en otros países.

El derramamiento de sangre, a su vez, no sólo dañará la reputación de las autoridades de Kiev (que no están demasiado preocupadas por esto, piensan y con razón que la prensa occidental y la intelectualidad liberal de Moscú y Kiev aprobarán las acciones que lleven a cabo, incluso el terror de masas), pero también se arriesgan a provocar una aun más potente ola de protestas, e incluso motines en el ejército.

Comprendiendo los peligros, los miembros más razonables del nuevo gobierno en Kiev están dispuestos a transar con los manifestantes  y , podemos suponer, más o menos sinceramente.
Por supuesto, esto no es porque de repente se hayan impregnado de respeto hacia la población insurgente. Se debe a que han sido testigos de la fuerza de la gente, y se han dado cuenta de que ya es inútil hacer acuerdos a espaldas de los manifestantes con uno u otro "interlocutor serio" , sea el Kremlin, el oligarca Rinat Akhmetov o la Unión Europea . Ninguno de estos controla ya la situación.

Pero si el  Kiev oficial hace concesiones serias e intenta pacificar el sudeste aceptando las demandas de autonomía, el referéndum, la libre elección de los gobernadores y así sucesivamente, el conflicto estallará automáticamente entre el ala moderada del gobierno y la extrema derecha. Y mientras que los combatientes del Sector de Derecha no han demostrado ser muy eficaces en la lucha contra las masas rebeldes del este de Ucrania, en la capital son una fuerza muy real.

En medio de la confusión y desmoralización de las fuerzas de la ley y el orden, el Sector de Derecha tendría la capacidad de derrocar al régimen, o al menos de causarle graves dificultades.
Aquí nos encontramos con el verdadero reto antes de que ocurra una revolución en Ucrania: el futuro de Kiev, y del país en su conjunto depende de si las masas de ciudadanos de a pie, la gente común y corriente que poco antes eran ajenos a las pasiones y los problemas de Maidan, serán capaces de pasar a la acción política.

Si las masas se levanten, ni el Sector de Derecha ni los aventureros políticos que han subido al poder en la ola anterior de protestas en las calles tendrán oportunidad alguna. Esto marcará el comienzo de una nueva política democrática. No sólo en Ucrania,  también en Rusia.
(*) NOTA: Los artículos de Boris Kagarlitsky, del ex-trotskista ucraniano Ilya Budraitskis y otros  militantes de izquierda de esas latitudes nos siguen llegando con atraso (aunque menor) y además los acontecimientos se desarrollan cada vez más rápido. No todas las cosas que recibimos están al día, en este caso hemos considerado que EN LOS CONCEPTOSsí.
Esta nota de Kagarlitsky ha provocado una gran polémica en el blog en que se publicó, entre militantes rusos y ucranianos de distintas orientaciones, que sigue activa hasta el día de hoy inclusiveFM