miércoles, 8 de enero de 2014

Violencia Civilizada*

La pluma fálica del Poder
En este sistema patriarcal, en su etapa capitalista y estatal, la salud, el cuerpo... la vida, se encuentra siempre sujeta a las normas arbitrarias y perniciosas de la medicina farmacológica. Las formas discursivas, las formas de los saberes, las formas de transmisión de éstos y las formas de aplicarlos, están totalmente regidos (regir = reinar) por el patriarcado. No toda forma es válida. Tan solo aquella que mantiene y retroalimenta al sistema patriarcal. Las formas válidas de hablar, son las cientifisistas o técnicas y grandilocuentes, jamás es valido la poesía o el hablar de(sde) nuestros sentimientos, nuestros instintos... a no ser que sea sobre cuestiones (o en espacios) "sin importancia". La transmisión de los saberes debe transformarse en transmisión de conocimientos meramente técnicos y generalizados para ser avalado. La forma y la posibilidad de aplicar los saberes, sólo puede darse si y sólo si quien lo ejerce es una persona que aceptó adquirir el conocimiento (ya no los saberes) bajo las formas patriarcales y los aplicará dentro de las normas estrictamente estipuladas por la pluma fálica del poder.

Papanicolau
Una vez al año, nos obligan a hacer colas como ganado para sacar número para que nos den hora para otro día o a las horas (en el mejor de los casos) para hacer cola para que nos vuelvan a dar número para esperar para que un científico (anulada su feminidad y humanidad) nos abrá las piernas y nos inspeccione, nos controle, nos violente...
Un exámen que puede llegar a ser útil (aunque si otras fueran nuestras formas de vida, quizá hasta podría volverse obsoleto) es vivido por la mayoría de nosotras como un mero trámite legal, de manera separada de nuestros deseos de una vida saludable. La propaganda utilizada por el sistema farmacológico no apela a otra cosa que al terrorismo, y para reforzarlo se apoya en la Ley para obligarnos (con su violencia invisivilizada/civilizada) de todas las formas posibles a estar controladas, bajo sus formas, por sus manos, en sus centros, según sus plazos. Negando todo saber que tenemos sobre nosotras mismas, negandonos la posibilidad de conocernos y sentirnos íntegramente, negandonos la posibilidad de potenciar la autogestión de la salud.

HPV primer encuentro
Hace un tiempo comencé a sentir extraña mi vagina. Comencé a pensar en la posibilidad de haber desarrollado el HPV en mi cuerpo.
Madrugué, saqué el carné de pobre y fui a la policlínica, hice cola, saqué número, "en dos horas la atiende la doctora", esperé, esperé, esperé... a las tres horas y media llega la doctora, "siguiente!", interrogatorio policial sin siquiera dar la mano, la distancia está más que clara: ella TIENE el conocimiento, yo no. Ella TIENE dinero, yo no. Ella TIENE mis datos, yo no. Ella TIENE un escritorio, yo no. Ella TIENE la potestad de preguntarme sobre mi vida personal, yo no tengo derecho a preguntarle por qué llegó tarde. Ella TIENE la propiedad para echarme de su consultorio por mi pregunta insolente, yo no puedo preguntarle si le parece justo que nos deje esperando hora y media sin siquiera pedir disculpas ni dar una explicación. Ella TIENE el derecho de llamar a la policía porque mis preguntas le parecen violentas, yo puedo salir del consultorio por miedo a ser violentada o porque estoy siendo violentada por la policía.
Salí de la policlínica sin saber si tenía o no HPV.

HPV segundo encuentro
Al poco tiempo volví a intentar hacerme el Pap. Jamás me lo había hecho en mis 30 años de vida. Así que me armé de paciencia, madrugué más, agarré el carné de pobre y me fui hasta el Pereira. Hice cola, esperé a que me dieran número, volví a esperar, me dieron fecha para volver a sacar número y hacer cola y esperar a que me atiendan.
Al mes, volví número en mano a la hora marcada. Otra vez tuve que esperar más de la cuenta. ¿Será que hay algún médico que cumple con su horario? "Siguiente". "Documentos". "Ah, no, pero te corresponde la policlínica XXX, acá no te podés atender". Discusión. La funcionaria era mujer. Apelo a la complicidad de género y de clase... "Está bien podés pasar, pero no digas de dónde sos".
Paso la puerta. Silla dura. Escritorio. Interrogatorio. "Pase a la camilla. Abra las piernas". "Muy bien, en un mes pasa por ventanilla y retira los resultados".

Los resultados
Paso a retirar los exámenes y se me invita a hacerme más exámenes, se repite el sistema de destrato, mientras yo a cada examen cada vez más nerviosa sin entender ni lograr que nadie me explicara claramente qué era lo que tenía.
Fecha y hora para operación. Más exámenes. Los meses siguen pasando. Células precancerígenas en el cuello del útero. Otros médicos dicen cáncer de cuello. "Pero se soluciona fácil. Una conización y listo".
Es mi cuerpo, es mi sexualidad, es mi maternidad, es mi vida entera la que queda atravesada, y para ellos es tan solo un trámite. Marcar tarjeta. Afilar cuchillas. Cortar. Y listo.
Al tiempo quedo embarazada y a pesar de que según me habían dicho no iba a tener ninguna consecuencia perjudicial la intervención, pierdo el embarazo... aún no sé si es causa directa o no.
¿Y la biopsia? Dos, tres, cuatro veces en días distintos la fuimos a buscar. De un pabellón al otro, trillando y trillando el hospital... hasta que un día un funcionario se dignó en decirnos la verdad. "No busquen más, la biopsia la tiraron, nadie viene nunca a buscarlas, por eso los están mandando de un lado al otro, esperan que uds se cansen y no pregunten más".

El pene no tiene la culpa... aunque sí la enfermedad
Al saber que mi compañera tenía HPV, empezamos a investigar sobre el tema. Aprendimos que entre otras cosas se trasmite mediante la penetración. Pues aunque al pene no le afecta (al menos eso nos hacen creer), sí lo transporta. Y el hombre va muy tranquilo con su falo infectando impúnemente a sus compañías sexuales.
A las mujeres se nos culpabiliza de no cuidarnos, de no controlarnos. A las mujeres se nos interviene, se nos controla, se nos opera... y generalmente se nos interviene, se nos controla y se nos vuleve a operar porque aunque nos extirpen la zona afectada y con ella el HPV, nos volvemos a infectar porque nunca nadie dice que si vuelves a tener relaciones sexuales con un pene que tiene HPV, posiblemente te vuelvas a infectar.
Madrugo. Colas. Números. Espera. Funcionario. "¿Por qué vino?" Quiero hacerme un examen de HPV. "Eso es para las mujeres". Explicación. "Venga en un mes, consultorio 4, medicina general. Madrugo. Colas. Números. Espera. Médico general.  "¿Por qué vino?" Quiero hacerme un examen de HPV. "Eso es para las mujeres". Explicación. "Le doy pase a urólogo". Madrugo. Colas. Números. Espera. Urólogo.  "¿Por qué vino?" Quiero hacerme un examen de HPV. "Eso es para las mujeres". Explicación. "Sí ya lo sé, pero no hay dónde lo hagan..." Llamadas. "Tomá andá acá, es para mujeres y es privado, pero es lo único que hay."

La caja de pandora
¿Cómo es posible que aunque los penes sean posibles trasmisores del HPV se obligue a la mujer a someterse a exámenes y no haya exámenes comunes para saber si un hombre tiene HPV o no? Volvemos al inicio. En este sistema patriarcal, en su etapa capitalista y estatal, la salud, el cuerpo... la vida, se encuentra siempre sujeta a las normas arbitrarias y perniciosas de la medicina farmacológica... y agregamos, medicina farmacológica patriarcal y capitalista, avalada y protegida por el Estado.
En este hecho vuelve a aparecer la lógica de que nosotras somos las culpables de todos los males. La caja de Pandora, la Eva que tentó a Adán con el pecado, las putas que parimos a los hijos de puta, etc. El HPV infecta a hombres y mujeres, el HPV es transmitido por mujeres y hombres. Pero la medicina patriarcal nos carga a las mujeres con la culpa y a sabiendas nos somete y expone a volver a infectarnos una y otra vez, sin importar cuántos medicamentos debamos tomar, ni cuántas operaciones y mutilaciones debamos sufrir, ni cuánto sufrimiento debamos soportar... ¿Y todo para qué? Para que el hombre no sea perturbado por algo que aunque el hombre trasmita, sólo la mujer lo sufre.

La vacuna
No se preocupen hermanas, la medicina farmacológica patriarcal y capitalista nos brinda la solución al problema al que ella misma nos expone. 
Así como con tantas otras cosas... la medicina, apoyada en el Estado, elude toda responsabilidad que implique perturbar la paz y comodidad del hombre y le da a la mujer una nueva forma de control e intervención sobre su cuerpo. Esta vez en forma de vacuna. (1)
Por ahora es opcional, pero ¿cuánto demorarán en hacerla obligatoria? Las arcas de las empresas farmacológicas precisan la obligatoriedad de las vacunas para seguir acrecentando sus fortunas. Toda vacuna tiene riesgos y costos. Ninguna vacuna nos garantiza no contraer la enfermedad contra la que se nos vacuna. Pero toda vacuna es un negocio y ningún médico de la región puede (legalmente) desaconsejar las vacunas y ninguna persona puede (legalmente) elegir (sopesando los pros y los contras) no vacunar a sus hijxs, pues en este territorio son obligatorias y una vez más la violencia del sistema vuelve a ocultarse bajo el rostro plácido de una vacunadora que por tu bien te invita a introducir en tu cuerpo o el cuerpo de tus hijxs un elemento extraño y nocivo que muchas veces causa enfermedades (fiebre, calambres, etc.) y algunas veces hasta causa la muerte (muerte súbita en lxs niñxs, por ejemplo). (2)
Pero de todo esto mejor ni hablar. La enfermedad es un negocio que se encubre bajo el nombre de salud.

Salud!
La salud no puede existir en este sistema. Nos envenenan el agua, el aire, la tierra, los alimentos, nuestros cuerpos... y para sobrevivir nos vemos obligadas a formar parte de ese mismo envenenamiento que nos mata. Las formas de convivencia son insalubres. La humillación constante que sufrimos como mujeres, como trabajadoras, es insalubre. La continua tensión en la que vivimos a causa de los ritmos capitalistas generan serios problemas de salud...
Los saberes que se nos niegan son aquellos que podrían darnos la clave para una vida saludable. Una vida libre de opresión y sometimiento. En la cual el apoyo mutuo y la verdadera búsqueda del bien común e individual (de manera simultánea), sean lo que acompañen nuestras acciones. Aprendiendo que "mi libertad no termina donde comienza la del otro, sino que mi libertad se abraza a la del otro y juntas se expanden hacia el infinito".
Aprendamos a conocer nuestros cuerpos, a conocer nuestro entorno, a conocer las formas de vida que son benéficas y compatibles con una vida saludable. Caminemos juntas hacia un mundo nuevo y saludable, aprendamos a destruir todo aquello que está enfermando la vida.
Salud y RS!

Michelle

*Las generalizaciones que usualmente se hacen en masculino, con el sujeto omitido de los individuos, aquí se harán en femenino mediante la utilización del sujeto omitido de las personas.



(1)  “Alrededor de 8 de cada 10 mujeres que han sido sexualmente activas tendrán HPV en algún momento de su vida. Normalmente no hay síntomas, y en el 98 por ciento de los casos se borra a sí mismo. Pero en aquellos casos en los que no, y en que no se trata, puede conducir a las células pre-cancerosas a que pudieran convertirse en cáncer uterino-cervical “-. Dra. Diane Harper.
Uno debe entender cómo se juegan los juegos de palabras del sistema para comprender realmente el significado de la cita anterior, y uno tiene que entender su versión única de la “ciencia”. Cuando ellos dicen que los casos no tratados “pueden” conducir a algo que “puede” conducir al cáncer cervical, que en realidad significa que la relación es más que una conjetura hipotética que es rentable si la gente realmente cree. En otras palabras, no existe una relación demostrada entre la condición de ser vacunados y para los cánceres raros que la vacuna podría prevenir, pero sin embargo se comercializa para hacer eso.
De hecho, no hay evidencia real de que la vacuna pueda prevenir cualquier tipo de cáncer. A partir de lo que admiten los propios fabricantes, la vacuna sólo funciona en 4 cepas de 40, y ya hay al menos (de manera oficialmente reconocida) 44 chicas que han muerto a causa de estas vacunas. Los efectos secundarios reportados incluyen Guillian Barré (parálisis que dura años, o permanentemente – a veces causando finalmente la asfixia), lupus, convulsiones, coágulos de sangre, y la inflamación del cerebro. Los padres no suelen ser conscientes de estos riesgos.
(2) Se recomienda leer el Capítulo XIX (Inmunizaciones: Una bomba de Tiempo), del libro Como criar un hijo sano a pesar de su médico, escrito por el Dr. Robert S. Mendelsohn.