viernes, 30 de agosto de 2013

Sobre los ataques al movimiento anarquista en Montevideo.


  En una semana y media 14 compañeros fueron detenidos, esto se suma a la campaña de escuchas, seguimientos, intento de desalojos y ataques al movimiento anarquista en Montevideo. Nada de esto nos asusta, sólo nos hace más fuertes. Si nos golpean es porque molestamos. Si molestamos a los poderosos y sus alcahuetes estamos haciendo bien las cosas.
  Hay una guerra social que pasa por diferentes momentos. Los poderosos lo saben, nosotros también. La prensa lo oculta, resopla sobre el barrilete del capital imponiendo la idea de una democracia rancia que no cumple ni con sus propias mentiras más repetidas, seguridad, derechos humanos, justicia…
Entre todo esto la bronca se abre paso.
  El gobierno de los tupamaros tortura. ¿Dónde está la novedad?
  El Estado que ocupa el territorio uruguayo no es ajeno al miedo e intento de recrudecer el control sobre su población que están llevando adelante los distintos gobiernos progresistas de la región (recuerden los encuentros de seguridad y “antiterrorismo” del Mercosur). El fantasma de la primavera árabe es un miedo lejano pero que palpita y Brasil se convierte en pesadilla para la camarilla empresarial. ¿Cuál es la pesadilla para los demócratas, extremistas, radicales del poder y demás fascistas? La revuelta, la insurrección que cuando despierta no parece poder ser controlada. Una rabia que no puede ser reconducida por el fútbol o la compra de ropa de marca o sustancias. Es ahí en donde aparecen los que le hacen el “trabajo sucio” a Bonomi, Tabaré y Mujica, las fuerzas del orden al servicio de su autoridad. Es ahí que los mercenarios criados por la derecha y especializados por la izquierda del poder salen al ataque.
  Los violentos, encapuchados, anarquistas.
  Palabras vacías de todo tipo han llenado los buches de los periodistas estos días. Que los anarquistas esto o lo otro, que las tácticas de violencia urbana, que minorías, etc., etc. Los violentos del 14 de Agosto, los radicales, los inflitrados en todo, hasta en la barra de Peñarol (como si en ésta no hubiera sentir antipolicía que tienen que infiltrársele los ácratas). Por todos lados la unión entre la represión policial, la coordinación política y la preparación del pastel hecho por la prensa. El ataque tiene varias puntas. El Estado defendiéndose en definitiva. ¿Pero de qué? ¿De qué se defiende el Estado? Hoy todo el ejército que mantiene el orden existente (prensa, policía, militares, políticos y demás acomodados) se conjuga bajo el abrigo de un nivel inédito de consenso entre la derecha y la izquierda en lo que tiene que ver con la potenciación del desarrollo capitalista. Más allá del juego electoral, las bases importantes del desarrollo del capital en la región no se ponen en discusión ya por ninguno de los partidos. La megaminería, la forestación, la coordinación, en fin, por la instauración del plan IIRSA y demás planes, su gran coordinación política, económica y militar siguen en marcha. Es necesario detener y evitar toda resistencia, todo germen de resistencia. Es necesario detener a los que no negocian, a los “violentos”.
  Un paso más…
  ¿Y qué decir de la violencia? No es para nosotros una “opción política” como creen los sabiondos de la facultad de sociales. Para nada. No es una opción y no es para nada política. La elección que sí hacemos es la de intentar vivir en el único modo que nos parece digno, el libre. El de no callar, el de hacer algo cuando vemos que la cosa va mal y va aún para peor. Elegimos resistir, elegimos defendernos. Acá (más allá del juego preferido de la prensa, dirigentes sindicales y demás políticos) no hay violentos y no violentos, buenos y malos, y demás categorías del poder. Quien no se haya enojado, quien no haya sentido las ganas de resistir a la miseria, de oponerse y saltar ante tanta porquería simplemente no debe tener sangre. ¿Quién no se enoja conociendo los negocios policiales con la pasta base, la miseria del trabajo o el sabor del agua de OSE? La violencia en este mundo capitalista es natural, la resistencia a él, una necesidad vital.
  Y otro luego…
  No negamos, jamás lo hemos hecho, nuestros crímenes. Queremos y potenciamos la libertad, ese es un gran crimen contra el poder. Queremos y potenciamos no la etiqueta de libertad, abstracta, utilizable y manejada por cualquiera. Por eso practicamos la solidaridad, el mutuo apoyo, la reciprocidad, la resistencia y es esa práctica la que inevitablemente produce choques en un mundo volcado cada vez más a negar piso tras piso que estamos cayendo. La cultura del miedo no puede, no ha podido y no podrá amedrentarnos aunque lo intente. Por eso los insultos, las amenazas con la tortura y la violación, por eso la pistola en la cabeza de un compañero en la comisaría, la desnudez forzada y los golpes. Por eso el ensañamiento.
  Y ¿por qué sonríen? se preguntan…
  Nosotros no tenemos chapa de víctimas. Si decimos, si mostramos otro golpe al movimiento anárquico es para mostrar, para seguir mostrando esos golpes que sufrimos generalmente en nuestros barrios y que la policía acostumbra a silenciar. Sabemos hablar, lo hacemos bien y somos lo suficientemente libres y fuertes como para no callarnos. El porqué de tantos y seguidos golpes al movimiento corresponde a un crecimiento que el poder no ha podido frenar aunque lo ha intentado. Corresponde a la pérdida de miedo y el abandono de la confianza que parte de la sociedad le había ofrecido a los gobiernos progre. Somos tratados con dureza porque el gobierno ha tenido que darles carta blanca ante la presencia que ha desbancado al parlamentarismo de las calles. Ante la acción directa que no busca transar, que no pide nada. Somos tratados con dureza porque se ha contagiado un hacer autoorganizado que fomenta un verdadero diálogo, uno entre iguales y no con políticos o empresarios. Sonreímos porque son buenos los vientos y nos sabemos defender.
  El espejo del poder.
  Donde miran siempre se buscan a sí mismos. En sus interrogatorios cuando no se basan en el simple insulto o la amenaza, lo que buscan es a ellos mismos y su necesidad de jefes, de alguien que les diga que tienen que hacer. El poder necesita enemigos y no le sirve a sus intereses que estos no se vistan de terroristas, no busquen gobernar o que no tengan autoridades. La falta de respeto en todos los ámbitos no puede venir para los servicios de inteligencia más que de un sólo grupo de personas, no puede no tener jefes o no tener una gran estructura organizada para infundir el terror. Pero los que estamos en la calle sabemos que el crédito social se les acabó y que los compañeros son muchos y en nada responden a la lógica de partido. Peor para ellos pero es así.
  Los anarquistas no somos los que mantenemos un sistema de salud que genera muerte e insanidad, no hacemos megaoperativos en los barrios pobres, no emprendemos el saqueo y la destrucción del medio ambiente y definitivamente no somos los que mantenemos el negocio de la pasta base en los barrios. No le decimos a los pibes que no son nada si no tienen cierta marca de ropa y no hacemos cárceles para apilarlos después.
  Pero no somos tampoco ciudadanos obedientes, no somos, jamás lo hemos sido de los que olvidan, somos parte de los que han peleado siempre, como somos hermanos de los que se baten ahora en cualquier parte del mundo contra un sistema que niega la vida. Impulsamos y seguiremos impulsando siempre la rebelión para conseguir más y más libertad. Quisieron sacar de la vista de los turistas a los indigentes creando una ilusión de venta pero acá no todos son clientes o sumisos. No a todos se los puede tapar. No todos se rinden.
Anarquistas.
Montevideo, Agosto-Setiembre 2013