sábado, 31 de agosto de 2013

De porque yo No voto


No voto porque no creo en ningún polític*. Y esto no es porque este descreído de la política sino porque me asumo contrario a esta. Entiendo que nos quieran hacer creer que la política esta en todo y nos hayan acostumbrado a pensar que necesitamos de l*s polític*s o que podemos mantenernos al margen y dejarl*s hacer. Y esto, para poder hacer sobre nosotr*s y con nuestro consenso imponernos política y economía. Y así día tras día se marcha, del trabajo a casa, con la cabeza gacha, con resignación ante el manoseo, mientras el mundo se va a la mierda.
Ahí, en la representación y la delegación, se afirma el Poder que les da privilegios. Pero yo creo en nosotr*s, creo en la dignidad de no dejarse mandar y el potencial que tenemos de hacer por nosotr*s mism*s, poniéndonos de acuerdo colectivamente y actuando en primera persona. Lxs human*s somos seres sociales. Buscamos compañer*s, necesitamos afecto, solidaridad, ayuda mutua y esto solo puede ser realmente en entendimiento y cooperacion libre, y con respeto a la autonomía de cada uno: en libertad.
La política siempre es gestión a través del Poder. ¿Cómo, desde el Poder van a terminar con las perversiones y los usos y abusos del Poder? No pueden. No podrían aunque quisieran. Porque la fuerza dominadora de un*s sobre otr*s tiene su dinámica y sus mecanismos por encima de las mejores intensiones. Para no oprimir es necesario determinarse a no ejercer Poder y a estar en tensión con este. Yo creo que la sociabilidad del ser humano puede liberarse. Contra la política tenemos que oponer la revolución social. La revolución es posible si creemos en ella, si creemos en nosotr+s mism*s y nos ponemos en movimiento. Una sola persona puede dejar caer un tornillo en un engranaje y paralizar momentáneamente un proceso productivo contaminante, alienante, opresivo…vari*s individuos pueden agruparse y discutir mejores formas de atacar el sistema de la guerra, de la desigualdad, de la explotación, del Estado, de este y todos lo gobiernos. Porque la dictadura ya sabemos que repugnante, pero, ¿y la democracia? La democracia es posible porque la dictadura extermino a sectores revolucionarios de base, hoy en la democracia se sigue desapareciendo, torturando y asesinando y todo escondido bajo una fachada de “libertad” que absorbe y neutraliza reclamos, se elástiza y da concesiones para evitar la revuelta. La dictadura, la derecha, es discriminación y represión. ¿Y la izquierda? Es la izquierda del Poder. Desde ahí, por ejemplo, proponen algo que parece justo, “que los políticos ganen lo mismo que cualquier trabajador”. Parece justo. Se puede llegar a pensar que así se termina con la división de clase “ricos” sobre “pobres”. Pero la igualdad no se logra por decreto o por ley, y si nuestras necesidades se llaman “derechos” y nos son concedidos quiere decir que estamos oprimid*s y que tenemos “deberes” para con l*s opresor*s. Con la igualdad en los salarios no se termina con el hecho de que seguimos sometid*s a la dictadura del mercado, al dinero, yendo a trabajar día a día bajo el sistema capitalista (el de la explotación de un*s sobre otr*s) y se sigue manteniendo la primera división de clase que hace posible toda explotación, la de l*s dirigentes sobre l*s dirigid*s, l*s am*s y l*s esclav*a, y esto no cambia porque l*s esclav*s elijan democráticamente a sus am*s.
Todo lo necesario para vivir y todo lo que queramos hacer lo podemos hacer nosotr*s mism*s, directamente. El capitalismo encuentra un limite cuando la gente se revela y empieza a practicar directamente, en los hechos, una convivencia comunitaria y ataca el sistema de privilegios incluyendo a l*s polític*s tod*s y las autodenominadas “vanguardias dirgentes”. Ell*s, para vivir a costa nuestra, para satisfacer sus ansias de Poder, para tener un pedazo de la torta, nos dicen que eso no es posible, o que es “violento”, o que no es legal, o que es “utópico” y que tenemos que dejar que alguien nos dirija, dejarnos llevar como ovejas porque no podemos organizarnos a nosotr*s mism*s. Nos mienten. Desde niñ*s nos han educado en una supuesta incapacidad para decidir, para pensar, elegir y realizar según un criterio propio y asi nos limitemos a obedecer, para que seamos sumis*s y que si cuestionamos lo hagamos dentro de los límites de lo preestablecido. Pero todo esto puede terminar. El fin de la guerra es cuando l*s soldad*s entiende que están masacrando a sus herman*s de otra región en nombre de unos colores y una frontera que representa los intereses de un grupo de políticos y empresarios y se niegan a ir al frente de batalla, como en los frentes ruso alemanes de 1917. Los procesos productivos contaminantes se detienen cuando l*s trabajador*s entienden que todo el sistema que envenena y enferma funciona sobre sus espaldas y se deciden a paralizar la producción, como en las incontables huelgas, y las huelgas insurreccionales (y esto por fuera de partidos y sindicatos, con el movimiento obrero anarquista de principios de siglo pasado o la autonomía obrera del 70 y en tantos otros movimientos desde l*s mism*s oprimid*s). La violencia delincuencial y el robo se terminan cuando terminamos con la violencia organizada del Estado, con la propiedad privada que este impone, con la policía y el sistema de privilegios que esta defiende. El secuestro de niñ*s y mujeres para prostitución que ahora mismo se esta extendiendo a un ritmo acelerado se va a termina cuando la gente misma combata día a día la lógica de la explotación y la opresión cotidianamente en las relaciones, dejando de verse un*s a otr*s como objetos, repudiando la dominación y atacando las redes políticas, judiciales, policiales, empresariales… que hacen posible la trata ilegal y la legal ( atacando en si a todo el sistema porque de alguna manera tod*s estamos forzad*s a hacer por dinero cosas que no queremos). Este sistema se termina cuando tomamos conciencia de nuestra situacion y nos autodeterminamos a salir a la calle a tomar lo que nos pertenece: nuestra vida en libertad.
El mundo cambia cuando empezamos desde nuestro lugar a querer cambiarlo. Con la acción directa. No esperando que otr*s hagan por nosotr*s. Cuando dejamos de autorreprimirnos y superamos el miedo y nos levantamos a pesar de la represión. Nuestra reacción contra este sistema, aunque pasemos a la ofensiva, siempre será defensiva, no dejemos que nos envuelvan con el cuento de la no violencia que nos deja pasivos ante la violencia del Poder. L*s gobernant*s no abandonan su puesto por compasión ante nuestro sufrimiento. Por eso la necesidad de rebelarse. Y así, miles de expresiones, de sentimientos, de deseos, de necesidades, de amor a la libertad y de odios a esta angustia para destruir sus causas y construir felicidad, se encontraran en las calles como en las revueltas de Turquía, de Brasil, de Egipto, de Grecia, de tantas regiones, grupos e individuos que como pueden resisten e insurgen.
Yo creo en un nosotros construyendo un mundo distinto. Contra la política, la revolución social. Contra el mal menor, vamos por todo, seamos consecuentes, aunque no la veamos nosotr*s, actuemos por la revolución. Estoy por la solidaridad entre l*s oprimid*s, porque solo nosotr*s podremos liberarnos a nosotr*s mism*s, si es que queremos hacerlo. Y yo quiero la libertad y esta se realiza en la libertad de tod*s. Por eso no acepto la imposición de tener que elegir a un*s polític*s, a un*s gobenantes, a un*s opresor*s, no acepto la farsa electoral, las urnas no cambian nada, son parte de la mentira. Así que yo, como tant*s otr*s, no voto. Contra todo gobierno, contra toda gestión de la explotación de un*s sobre otr*s, busco afines y agito por la autoorganización social y por la acción directa. Estoy por la anarquía, ahora y siempre.

Enviado desde Maldonado y tomado de Organizacionsinautoridad.wordpress.com