El actual ministro de defensa: Fernández Huidobro, su segundo: Jorge Menéndez y el teniente general Pedro Aguerre, jefe del ejército; asistieron en el batallón 14, a un simulacro de rescate de rehenes en manos de supuesto “terroristas.”
No podemos decir sorprendente, no, ¡más bien repugnante ¡
La promoción de los cuerpos de elite del ejército uruguayo, esos hombres del disparo certero y de la rapidez del Batallón 14 de infantería, constituyen una operación que persigue al menos dos objetivos: uno el rehabilitar la figura del ejército al servicio de nobles objetivos frente al pueblo uruguayo y segundo infundir miedo.
Hoy como ayer militares y civiles miembros del actual gobierno progresista dan los pasos necesarios en lo que seguro es una estrategia de mayor alcance y que bien podría enmarcarse en una suerte de guerra preventiva.
Justamente en el batallón 14, el mismo en donde se cometieron los peores crímenes durante la última dictadura cívico militar; el mismo lugar en donde hace apenas semanas se encontraron resto de dos desaparecidos, del maestro y periodista Julio Castro, ejecutado de un tiro en la cabeza en el año 1977 y de Ricardo Blanco Valiente torturado hasta su muerte en el año 1978.
La verdad es que no le tienen asco a nada; ahí están revueltos en el mismo lodo, promocionando la muerte.
Así un día en otros tiempos en los años 70, se llamaron a las fuerzas conjuntas para combatir los ilícitos económicos y la subversión y aquello se terminó con el aniquilamiento de las fuerzas sociales que peleaban por sus legítimos derechos.
El coronamiento de todo aquel proceso fue el golpe de estado cívico militar en el año 1973.
Hoy asistimos a lo mismo en otro contexto parecido, en donde los promotores de las políticas de seguridad y de los ejércitos como cuerpo de combate contra la “inseguridad” y el “terrorismo” también responden a los intereses de las grandes corporaciones capitalistas y los intereses hegemónicos de los EEUU.
A Uruguay le ha llegado el turno de la militarización y esto se ha ido preparando desde hace tiempo. Estigmatización por parte de los grandes medios de comunicación ya sea hacia la gente de la calle; el pobre, el limpia vidrio, el artesano; como también con los “radicales “contribuyen a crear en el imaginario colectivo la figura del delincuente temible o del potencial terrorista.
El paulatino crecimiento de los guardias de seguridad privados, las cámaras de video vigilancia, los mega operativos, la utilización de balas de goma contra manifestantes sociales, todo ello cumple un fin buscado y es la instalación del miedo en nuestra sociedad.
Ahora con esta demostración de eficacia militar o más bien de hombres o máquinas de matar casi sin margen de error, ¿que se pretende? ¿O a quien va dirigido el mensaje?
Hay algo que ya se dibuja en el horizonte y es el vaciamiento de los espacios públicos, el encierro como forma de control; esto llevará como en otros países que a partir de cierta hora se instale un virtual toque de queda sin que sea un toque de queda institucionalizado, pero ello se produce o más bien lo produce o lo producirá la propia gente inducida por el miedo.
Según se mire el mayor peligro para los de arriba es la pobreza, que trajo de la mano a la marginalidad; resulta que esto visto desde otro punto de vista da lo siguiente: el mayor peligro es la riqueza, que engendró la pobreza y con ella se viene la militarización de toda la sociedad.
Esta elite de 50 hombres tiene quien los promocione en la persona de Eleuterio Fernández Huidobro, quien pedirá un aumento de salario para estos “valientes de la patria”
Que más patético que la demostración haya tenido nada más ni nada menos que al ministro de Defensa, ex guerrillero como “rehén “que este cuerpo especializado debía liberar de manos de sus captores “terroristas”. Además se proclama que estos soldados nada tienen que ver con el pasado y que solamente están al servicio de la patria.
Una vez más se intenta lavar la cara a una fuerza que aun hoy ejerce su impunidad, ¿quien puede negarlo a esta altura de los acontecimientos?
No debemos olvidar que esto no es solamente una política local si no que es además global y que obedece al diseño de las nuevas estrategias militares para el continente latinoamericano por parte de los EEUU. Por ello los entrenamientos que hoy tienen los ejércitos de distintos países del continente y que en general tiene como escenario el alzamiento de pueblos en zonas periféricas o como en este caso, el rescate de rehenes en manos de supuestos “terroristas”.
Deberíamos prestar atención al último golpe de estado en Honduras, porque ello constituye un ensayo, una amenaza, un modelo para todo el resto de los países de América del Sur.
Cuando se inflan los gastos militares y ello se combina con frágiles democracias se está en los umbrales de las dictaduras militares.
Luna
25 04 2012