En este mundo existen verdades
que salen a flote sin la necesidad de que seamos especialistas en el estudio de
ninguna ciencia.
En otras palabras, no es
necesario ser biólogo para entender ciertas cuestiones básicas sobre el
desarrollo de la vida en este planeta, sino que es preciso realizar un mínimo
esfuerzo reflexivo basado en la experiencia pera entender que seguir avanzado
en el camino por el cual transitamos hace años es sinónimo de retroceso para el
florecimiento de la vida.
Si observamos cualquier animal o
planta notaremos que todas las especies tienen un conjunto de necesidades, tal
vez biológicas, que deben satisfacer mediante un esfuerzo. Esas necesidades,
tanto físicas como psicológicas, se satisfacen gracias al desarrollo de sus
destrezas de manera individual o colectiva.
El hornero que aprende a volar,
conseguir alimento, construir su casa, buscar compañía y reproducirse, lo logra
a través del desarrollo fisiológico no mediante el dinero que posea.
La especie humana ha vivido así
durante millones de años. Sin dinero, sin patrones, sin propiedad privada, sin
jueces ni cárceles, policías o ejércitos. Hace tan solo algunos miles de años
que tenemos que pagar, pedir permiso o robar para conseguir los medios de vida.
Pero el objetivo de este texto no
es reflexionar a cerca de cómo llegamos a esta situación, sino de pensar en el
ahora y como podemos cambiar completamente este error histórico.
La tierra, ese concepto que
muchas veces suena tan abstracto, no es simplemente un espacio geográfico
determinado, limitado por medidas preestablecidas como solares, manzanas o hectáreas,
no es solo una porción de territorio por el cual se levantaron movimientos
sociales a lo largo de la historia. La tierra es el medio esencial para el
desarrollo de la vida humana, por lo tanto el disponer de ella es fundamental.
Sin embargo, en los tiempos que
vivimos algo tan básico como el acceso a los medios de vida no solo sigue
limitado por el dinero que se posea, sino que los medios de viada aun se siguen
concentrando en muy pocas manos.
Si en un poco muchos de los
actuales gobernantes de izquierda luchaban contra los latifundios, contra la
concentración de tierras y reivindicaban la reforma agraria para repartir las
tierras, el día de hoy se encuentran fortaleciendo lo que antes criticaban.
Según los datos del ministerio de
ganadería, entre el periodo 2000-2009, se han vendido más de 6.000.000 de hectáreas,
en su mayoría a sociedades anónimas. Es decir que mientras Mujica fue ministro
de ganadería y ya en los primeros años de un gobierno progresista, se seguía
entregando la tierra a unos pocos.
¿Que harán esos pocos con tanta
tierra?
La tendencia hoy no es otra que
la de forestar para producir celulosa, plantar soja para alimentar chanchos en
Europa, atraer mineras que arruinen tierras fértiles, y expulsar gente del
campo para que vivan amontondxs en las ciudades.
Pero las tierras o los espacios
para vivir se siguen tomando. En Uruguay existen miles de personas que ocupan
tierras, se calcula que más de 800.000 personas solucionan el problema de no
tener un lugar a través de la ocupación.
Los poderosos saben que la
ocupación es una amenaza latente, una amenaza contra la propiedad privada. Por
lo tanto implementan leyes mas duras contra la ocupación y refuerzan el control
policial; basta recordar la actual ley de “usurpación” que facilita los
desalojos sin una denuncia previa del propietario, y los mega operativos para
meter miedo en los asentamientos.
En este contexto, en el que la
ocupación surge como una practica para combatir la injusticia de un mundo en el
que algunos tienen todo gracias a la explotación de la mayora, debe nacer la
necesidad de que cada espacio ocupado se transforme en una zona en la que se
practique otra manera de revelarnos. Otra forma de plantear la vida individual
y colectiva sin repetir viejos errores. Las relaciones comunitarias, apoyándonos
mutuamente en cuestiones cotidianas como la alimentación, el mejoramiento del
espacio, la crianza de los gurises, los lugares de esparcimiento y aprendizaje
son esenciales para ir imaginando otro mundo diferente, un mundo en el cual
todos tengamos los medios necesarios para realizarnos integralmente, sin el
permiso o la vigilancia de nadie ajeno a nuestras vidas.
Algunas personas ya comenzamos a
transitar este camino. Nos autorganizamos, sin cabecillas, en asamblea con los
vecinos pasa solucionar problemas que nos afectan en conjunto. Nos mantenemos
con autonomía frente a cualquier intervención del estado, los partidos políticos
y las empresas. Aprendemos y transmitimos conocimientos prácticos que nos
proporcionan autonomía.
La permacultura como manera de
transformar el espacio, es esencial pasa practicar esa manera libre de
relacionarnos. Técnicas como la biocontruccion para levantar casas, agricultura
orgánica para generar alimento, baños secos y humedales para un mejor manejo
del agua y el saneamiento son algunas técnicas que s engloban dentro de la
permacultura y potencian la responsabilidad individual y colectiva sobre la
propia vida.
La ocupación abre la posibilidad
de transformar en parte la realidad. Es un fin y un medio al mismo tiempo,
reparte un poco la pequeña porción que abandonan los poderosos y sirve para
preparar un mundo en el que los medios de vida estén a la disposición de todxs
y en el que todxs seamos protagonistas en la toma de decisiones que nos
afectan.
Para la creación de un proyecto
de vida que corte de raíz el problema de que algunos decidan como vive la mayoría
es que actuamos, ocupamos y transformamos
Desde la crítica, la desobediencia,
la acción directa y la creación queremos avanzar hacia la autogestión
generalizada de nuestras vidas.
SROA (Sociedad de Resistencia de
Okupantes y Afines)