Mumía Abú-Jamal
Para el joven, la vida de los ancianos es tan distante como está lejos otro país.
Para el que tiene buena salud, la enfermedad solo aflije a otra gente.
Toma tiempo y cambios para enseñarnos que todos estamos juntos en la rueda de la vida, y que, si vivimos lo suficiente, todos un día seremos parte del Mundo de los Ancianos.
Cuando caí enfermo recientemente, éso fue más sorpresivo que los mismos síntomas, porque, en los casi treinta años en el Corredor de la Muerte, solo me enfermaba brevemente, y tan pocas veces, que podría contarlas con los dedos de la mano, con varios dedos libres. En verdad, esas enfermedades raramente me duraban más de un día.
De pronto, una enfermedad me atacó como un trueno, y las inconvenientes drogas que me suministraban los doctores de la prisión empeoraron la enfermedad.
La debilidad sistémica que resultó a consecuencia de ese tratamiento, me llevó a una silla de ruedas donde permanecía con la cabeza reclinada, porque, simplemente, no me podía mover. Y aún cuando ya no estoy en la silla de ruedas, la experiencia me ha enseñado más de lo que yo jamás quería saber.
Ahora, siempre que veo a alguien en una silla de ruedas, por lo menos lo saludo con un movimiento de mi cabeza. Porque ellos son yo.
Yo lo se, por amarga experiencia, que tales sillas pueden ser muy dolorosas después de estar por horas sentado en ellas.
¿Quién lo sabía?
Ahora yo lo se.
Las enfermedades, como la vejez, son parte del ciclo vital de todos los seres vivientes.
Todos estamos en la Rueda del Tiempo, esperando nuestro turno para aprender otra vez algo nuevo
Traducción libre del inglés enviado por
Fatirah Aziz, Litestar01@aol.com,
hecha en REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas
enviado por PLCefe@aol.com
Para el joven, la vida de los ancianos es tan distante como está lejos otro país.
Para el que tiene buena salud, la enfermedad solo aflije a otra gente.
Toma tiempo y cambios para enseñarnos que todos estamos juntos en la rueda de la vida, y que, si vivimos lo suficiente, todos un día seremos parte del Mundo de los Ancianos.
Cuando caí enfermo recientemente, éso fue más sorpresivo que los mismos síntomas, porque, en los casi treinta años en el Corredor de la Muerte, solo me enfermaba brevemente, y tan pocas veces, que podría contarlas con los dedos de la mano, con varios dedos libres. En verdad, esas enfermedades raramente me duraban más de un día.
De pronto, una enfermedad me atacó como un trueno, y las inconvenientes drogas que me suministraban los doctores de la prisión empeoraron la enfermedad.
La debilidad sistémica que resultó a consecuencia de ese tratamiento, me llevó a una silla de ruedas donde permanecía con la cabeza reclinada, porque, simplemente, no me podía mover. Y aún cuando ya no estoy en la silla de ruedas, la experiencia me ha enseñado más de lo que yo jamás quería saber.
Ahora, siempre que veo a alguien en una silla de ruedas, por lo menos lo saludo con un movimiento de mi cabeza. Porque ellos son yo.
Yo lo se, por amarga experiencia, que tales sillas pueden ser muy dolorosas después de estar por horas sentado en ellas.
¿Quién lo sabía?
Ahora yo lo se.
Las enfermedades, como la vejez, son parte del ciclo vital de todos los seres vivientes.
Todos estamos en la Rueda del Tiempo, esperando nuestro turno para aprender otra vez algo nuevo
Traducción libre del inglés enviado por
Fatirah Aziz, Litestar01@aol.com,
hecha en REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas
enviado por PLCefe@aol.com