jueves, 6 de junio de 2013

Desde la Biblioteca Anarquista de bruselas

Algunas líneas de reflexión concernientes a las perquisiciones que tuvieron lugar el miércoles 22 de mayo en Bruselas, en el marco de "acusaciones sobre asociaciones para delinquir con fines terroristas".
Por qué ahora, por qué en esas direcciones, por qué esas personas precisamente? Poco importa. Inútil de ponerse en su sucia cabeza de cerdos y de especular hasta el infinito sobre sus razones. Ellos hacen su sucio trabajo de investigación, tal vez quieren poner presión, dar una patada en el hormiguero o poder observar a gusto los movimientos de unos y otros, anotar o registrar.
Esos allanamientos quizás no tienen como único objetivo más que de intentar de juntar elementos que les permita hacer avanzar alguna investigación.
Querido o no por sus comanditarios, esto tiene como consecuencia un desplazamiento directo de nuestra atención sobre este tema.  Si bien no tenemos ningún control sobre sus decisiones y el  momento en que se inscribe sus golpes de presión, si lo tenemos sobre el impacto que esto puede tener sobre nuestras vidas.
Por supuesto, esto viene a poner los relojes a la hora. Una gran cachetada, en el caso que nos hubiéramos imaginado que el Estado quiere estar en todos lados y no olvida nada jamás.
Es necesario de abrir y de mantener abierto, un espacio de discusión, colectivo además de los pequeños grupos de afinidad, a fin de no darle a sus asquerosidades más importancia de lo que ellas tendrían que tener en realidad.  Cierto, se trata de rodear a los compañeros directamente implicados en esas perquisiciones, de asegurar su salud física y mental.  Pero sería un error considerar que no concierne nada más que a ellos.
Con este nuevo "combo" de "asociación para delinquir", cualquiera que frecuente, los mismos lugares, las mismas redes de personas, es un sospechoso potencial a los ojos del Estado.
Eso da escalofríos y el primer reflejo de supervivencia puede ser de  frecuentar menos esas personas y esos lugares para ponerse a salvo y limpiarse a los ojos de una posible vigilancia.  Pero esa elección conduce al aislamiento, no solamente de las personas, sino también de las luchas que ellas llevan a cabo.  Más allá de que eso les facilita su trabajo, el Estado tiene mucho interés en focalizarnos sobre la represión; a estar ocupados en eso durante ese tiempo y no a molestarnos y a complotar en su contra. El miedo puede rápidamente instalarse alrededor de esos lugares pero sobre todo en nuestras cabezas y nuestros corazones.
La paranoia se destila en nuestras venas y en nuestros mínimos movimientos, entonces no hay prácticamente necesidad de un verdadero policía para impedirnos de actuar: nos hemos esposados nosotros mismos.
Sin querer minimizar los hechos, el mejor rechazo que podemos hacerle a la represión, es de guardar la sangre fría, las ideas claras y de ser solidarios los unos y los otros, y de seguir con prudencia pero con pasión los combates que perseguimos.
"Una sociedad que destruye todo proyecto, hace la destrucción de esa sociedad el único proyecto posible".
Solidaridad indefectible.