jueves, 6 de diciembre de 2012

LA MUJER ENVASE

La discusión sobre la despenalización del aborto ha hecho aflorar la visión que sobre la mujer tiene una parte de la sociedad
Esa visión consiste en concebir a la mujer como un “envase”; es decir como la portadora de un contenido  -en este caso de un embrión-  que no es propiamente suyo por cuanto no puede hacer con él lo que quiera y que tiene a la Iglesia como su principal promotora.
La posición de la Iglesia se fundamenta en la creencia en un “alma” inmortal creada por Dios en el instante en que el óvulo y el espermatozoide intercambian cromosomas y es su principal argumento para promover el castigo penal a los que perturban este designio.
Antiguamente se pensaba que la mujer no desempeñaba ningún papel “activo” en la fecundación; actualmente se sabe el papel del óvulo femenino; sin embargo la tesitura de la mujer “envase” no ha variado.  Se la pretende mantener en la misma situación que antaño pero con otros argumentos.
El argumento actual es que la mujer alberga en su vientre un “ser vivo” cuyo derecho a nacer es superior al que ella tiene sobre su propio cuerpo y es en nombre de ese ser y de ese derecho supremo, que el Estado debe reivindicar para sí la potestad de velar por su cuidado y limitar lo que la mujer pueda hacer con él.
Este argumento se sostiene sobre dos ideas básicas:
 a) que el óvulo fecundado es un “ser vivo” y b) que ese ser tiene la dignidad de una “persona” con los derechos correspondientes. 
Sobre la primera idea no me voy a referir aún cuando es muy discutible extender el concepto de “ser vivo” al óvulo fecundado. 
En lo que tiene que ver con la segunda, es una ocurrencia extravagante convertir a un embrión en un ser humano, entreverando un proceso biológico que tiene lugar en el interior del cuerpo de la mujer, con un acto eminentemente social como es la incorporación de un recién nacido a la sociedad.
 Se trata de un recurso con una doble finalidad; por un lado, utilizar el poder de ejercer violencia que tiene el Estado para imponerle al colectivo una conducta basada en la creencia que tiene un grupo en  particular, y por el otro, utilizar ese mismo  poder para interferir en el legitimo derecho que cada cual dispone de hacer uso de su cuerpo a condición de que no perjudique a un tercero.
 Suponer que en este caso existe un tercero porque el Estado lo constituye en “sujeto de derecho” antes de nacer, es simplemente buscar un argumento que calce para justificar el uso de la fuerza pública para controlar o sancionar a las mujeres que hacen con su cuerpo lo que algunos no comparten.
Cuando el Estado le dice a la mujer que no puede disponer de una parte de su propio cuerpo so pretexto de que es un futuro ser humano, de hecho se  apropia de ella y la convierte en un “envase”.
 Mediante ese procedimiento el Estado se viste con  el papel del antiguo varón que usaba a la mujer para dejar su descendencia sin que ella tuviese el  derecho a resistirse.
Es una visión y una práctica machista que no atreve a confesarse y que con el pretexto de defender la personalidad y la vida de un eventual futuro ser humano, se lo niega a las mujeres de carne y hueso.
En conclusión:
EN DEFENSA DE SU DIGNIDAD PERSONAL,  LAS MUJERES NO DEBERÍAN VOTAR A QUIENES LAS CONSIDERAN ENVASES
 
LUIS LACUESTA