Hoy, como desde el pacto inicial, el poder coercitivo,
representado por la iglesia, el mercado, los estados y las ONGs,
ejercen sobre nuestros cuerpos y nuestras mentes opresión y sumisión. A
estas formas de subordinación les decimos basta, nos reunimos,
pensamos, compartimos y decidimos sobre las relaciones entre nosotras,
sobre nuestros cuerpos, sobre nuestra alimentación, sobre el vínculo
con la tierra y la naturaleza toda. Cuestionamos y nos revelamos ante
las relaciones patriarcales- misóginas, que pretenden dirigirnos.
Somos las de ahora, las de siempre, las de todos los tiempos, las de aquí, las de allá, las que sin miedo a la libertad nos empecinamos a cambiar la vida.
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