La mayoría de la población, y buena parte de los legisladores que votaron esta Ley de Enseñanza –a tapas y ojos cerrados- demuestran su sorpresa, preguntando los primeros: “¿cómo es eso de que la UTU desaparece?; y los segundos pestañando para despertar de su asombro, pues muchos de ellos, como sucede en numerosas oportunidades, votaron confiados en la indicación de sus compañeros de bancada.
Pero la masa ciudadana espera que haya una explicación del porqué de esa decisión. Y no la ha habido. Hasta que el presidente Mujica sacudió el matorral anunciado que estudiaba la posibilidad de otorgar autonomía a la UTU. Entonces si, aparecieron forzadas explicaciones de que no era conveniente la autonomía pues se disgregaría el sistema de educación y surgirían dificultades administrativas que perjudicaría las fuentes de trabajo de muchos docentes. Argumentos muy endebles por cierto.
Pero llama la atención la resistencia tan fuerte que levantó dicho anuncio. En particular desde la fuerza de gobierno. ¿Porqué? ¿Qué provoca tamaña reacción?¿Qué es lo que hay detrás de esa obsecada decisión de liquidar a la UTU?
Es pertinente pedir explicaciones ante el cierre de una Institución como la UTU que tiene 130 años de existencia y está arraigada en toda la historia de la educación de nuestro país, así como en la memoria y el sentimiento de casi toda la sociedad. Pero nuestros legisladores no se sienten obligados a ello. Sencillamente no dan explicaciones.
Ellos anuncian alborozados que habrá apoyo para la autonomía de gestión de los centros educativos, pero rechazan la autonomía de la UTU argumentando que se debe evitar la formación de “chacras”. ¿No se generarán “chacras” en torno a los centros educativos que gocen de esa autonomía? ¿Por qué en unos sí y en otros no?
Pero no es esa sola contradicción: ¿si la UTU desaparece, como lo marca la Ley de Enseñanza, porqué ahora, en los últimos quince días, recupera su nombre y se dice que se fortalecerá su gestión? Hasta el más distraído se pregunta: ¿fortalecer la gestión de algo que se suprime? ¿Cuál es la verdad? ¿O es un chiste?
Pero la argumentación errática y contradictoria de estos detalles no llega nunca a asumir el compromiso de explicar ante la ciudadanía la razón por la cual se elimina la UTU. Sería bueno que lo hagan, así nadie tendría motivos para pensar que son caprichos u otras razones. Pero tienen que dar explicaciones, máxime cuando ningún partido político incluyó el tema en su plataforma ni hizo campaña anunciando la eliminación de la UTU.
Venceréis,(quizás) pero no convenceréis (seguro) (Modificado a expensas de Unamuno)
Que no han convencido es cierto. También lo es que ni siquiera lo intentan. Están confiados en que vencerán. Pero a esa convicción se le puede introducir el principio de la duda, recordando que la cometa llega hasta donde lo permite quien tiene la piola en sus manos. Un principio elemental del mecanismo democrático.
Lo cierto es que la clase política no se había planteado la posibilidad de que se le pidiera explicación del porqué de la liquidación de la UTU, y no tiene argumentación alguna. Ante ese vacío, es que se hace necesario brindar argumentos que confirmen el error en que incurren y porqué la UTU debe continuar existiendo y debe hacerlo dotada de autonomía.
No es correcto establecer una opción única a la salida de la escuela e imponerla de manera hegemónica, desconociendo vocaciones tempranas, intereses y responsabilidades familiares en cuanto a cómo encarar la vida. La Universidad del Trabajo brinda una oferta educativa tan válida como la mejor, para la formación integral del adolescente desde que culmina Primaria.
Quienes toman en sus manos la responsabilidad de liquidar a la UTU no puede desconocer los valores formativos del trabajo. La conjunción de mano y cerebro, del hacer y el pensar, práctica y teoría, en una relación dialéctica, fundamenta la historia de la humanidad. Puede haber otras formas, por supuesto, pero no se puede negar ésta que se brinda a través de la enseñanza técnica.
No se deben contraponer modalidades sino aceptar equivalencias entre ellas, lo que presupone reconocer la diversidad.
La programas de la enseñanza técnica no están restringidos, a una mera formación para el puesto de trabajo, por el contrario, facilitan la comprensión del mundo del trabajo y del ambiente en que se desarrolla con sus exigencias y requisitos, promoviendo valores y actitudes correspondientes, que se tornan elementos valiosos para formar el carácter y la personalidad. Porque aprender a desempeñarse en el ámbito del hacer, entender sus objetivos, significa la apropiación de nuevos saberes y el desarrollo de aquellos que se poseen, y que se combinan en la reelaboración personal y cotidiana de eso que es la cultura del trabajo, la que a su vez se integra, con sus contenidos de responsabilidad y solidaridad a la cultura ciudadana
Una nueva institucionalidad
Una característica saliente del modelo UTU es la ligazón entre el alumno y la Institución, porque a ella se vuelve, para reciclarse, especializarse, ponerse al día o modificar el perfil profesional, agregando nuevos saberes. En definitiva la UTU acompaña un extenso y variado periplo de vida del ser humano y lo hace desde los desafíos de la vida real. Desde la adolescencia hasta la edad madura. Desde el nivel secundario hasta el terciario Y ya lo está haciendo.
Para responder a estas exigencias la enseñanza técnica debe ser continua, permanente, diferenciada y flexible. Algo difícil de concebir y de aceptar en el estrecho ámbito conceptual de la ANEP. Un ejemplo ilustrativo: cuando el resto de la enseñanza está de vacaciones, docentes y alumnos saben que las vacas de la escuela de lechería deben ser ordeñadas, docentes y alumnos están en las plantaciones de caña de azúcar o en las arroceras en cursos de extensión y experimentación porque el ciclo natural así lo impone, docentes y alumnos de gastronomía, turismo y hotelería están en temporada, trabajando y haciendo práctica real de formación dual porque la temporada lo propicia. Actividad educativa, formativa, productiva y artística amalgamando agro e industria, servicios y administración, arte y artesanía. Sin duda que es complejo, como lo son todos los organismos superiores.
El criterio academicista del Codicen en general, muestra falta de comprensión ante las características específicas que abarca el ancho mundo de la enseñanza técnica. Un mundo diverso y variado, con exigencias de inmediatez en las respuestas, movilidad y cambio de escenarios que escapa a la visión estática y solidificante de la burocracia central que actúa, aún sin mala voluntad, como un suncho que constriñe y envilece el desarrollo normal de la enseñanza técnica.
En definitiva no corresponde reeditar aquella anécdota del tipo que ante la presencia de un animal que desconocía, exclamó: “mentira esa bestia no existe”. Parecería que hay quienes ante la incomprensión o la falta de capacidad para gobernar esa “bestia” optan por ignorarla, pero como el animal ruge, intentan eliminarlo. Es lo que sucede con la UTU.
Es obvio que hay que sacar al país de esta trampa y dotar a la UTU de una Ley Orgánica que consagre su autonomía financiera y de gestión, junto con el co-gobierno correspondiente.
Garabed Arakelian