viernes, 3 de julio de 2015

Uruguay: A 42 años de la Huelga General contra el golpe de estado



LOS DEBATES PENDIENTES Y LA ETAPA QUE SE VIENE
HUELGA, RESISTENCIA Y DESPUÉS

Boletín informativo y de opinión de la Tendencia Clasista y Combativa 25/6/15
    “Frente al golpe militar, Huelga General”. Esa profunda voluntad de resistencia traducida en consigna, que en el Congreso fundacional de la CNT, 10 años atrás, impulsaran las corrientes clasistas y combativas; había prendido con fuerza en el imaginario colectivo del Pueblo Trabajador.
    Ya en 1969, en el inicio del pachecato, frente a las medidas prontas de seguridad y la militarización de varios gremios, la propuesta de enfrentar el creciente autoritarismo con una Huelga General, había generado arduas discusiones en el seno de los gremios y de la propia Mesa Representativa. Para muchos, esa fue la coyuntura de mayor fuerza del sindicalismo clasista y fue esa la oportunidad más propicia para desplegar toda la fuerza de los trabajadores organizados.

    La conocida polémica Rodríguez-Acosta mostró con claridad que más allá de la unidad lograda en el ’64, convivían en el seno de la CNT estrategias muy diversas respecto a los caminos para la emancipación del Pueblo Trabajador.
Esas diferencias se expresaban en las concepciones organizativas (Central o Convención), en la metodología de lucha para obtener las reivindicaciones y en las alianzas para avanzar hacia los objetivos programáticos.


    El sindicalismo clasista de todos modos no era homogéneo ni tenía el grado de articulación que el momento histórico requería.
Una variedad de miradas ideológicas y orientaciones políticas nutrían sus espacios militantes y eso llevó a que las corrientes se posicionaran en forma diferente frente a hechos políticos de primer orden como la presencia de organizaciones armadas o la formación del FA en 1971.
Esas diferencias conspiraron para que no hubiera acuerdo en el seno del clasismo sobre que significaba exactamente “preparar la Huelga” y que lugares de militancia se priorizaban.
Más allá de eso sin duda que el sindicalismo clasista fue un contrapeso importante a la hegemonía del reformismo sindical en esas horas cruciales.


    Finalmente en aquel 1973, luego del ensayo general de febrero; el 27 de junio el presidente y la junta militar disolvieron el parlamento, dando inicio a una de las páginas más oscuras de la historia del país.
En la madrugada del 27, ya anunciado el quiebre institucional, los trabajadores organizados, respaldados por los vecinos cercanos a cada unidad productiva, cada terminal de transporte, cada oficina pública; aplicaron la resolución de Huelga, respuesta firmemente incorporada en la conciencia colectiva de la clase, más allá de resoluciones formales, cabildeos, marchas atrás y otras vacilaciones de las corrientes que gargantearon durante años con la Huelga pero que no pensaban seriamente en usarla efectivamente.


    Sobre esos 15 días de Huelga General se han escrito ríos de tintas y hay en torno a esa formidable respuesta política, innumerables interpretaciones y conclusiones, que forman parte también de las grandes polémicas en el seno del movimiento obrero uruguayo que nunca se laudaron.
Pero lo que quedó meridianamente claro fue que en un momento límite de la vida del país, fue la clase trabajadora la que estuvo a la altura de los acontecimientos y ensayó la única respuesta que podía frenar y eventualmente hacer retroceder a los dictadores y a los planes imperiales que estaban atrás del golpe.


    Ya levantada la Huelga y consolidada la dictadura, las distintas concepciones existentes en el movimiento obrero y en el conjunto de sectores sociales enfrentadas a los militares, no tardaron en aflorar, a pesar de la ola de detenciones, destituciones, exilios y muerte que dispersaron y desangraron a las organizaciones obreras.
Desde las cárceles, desde el funcionamiento semi clandestino y desde el exilio forzoso; se polemizó sobre la etapa que se abría y sobre la estrategia y táctica a aplicar.
El balance mayoritario de la CNT sobre la Huelga y el Documento de las 3F, son apenas una muestra de la distancia entre las corrientes que operaban en el seno de la clase, pero todas las movidas posteriores de la dictadura motivaron respuestas distintas de las corrientes sindicales.

   -En el ’74 un intento del régimen de recomponer un cierto funcionamiento legal de los sindicatos, tratando de cooptar algunos dirigentes presos; no tuvo ningún andamiento por la oposición férrea sobre todo del “loco” Duarte del Sindicato de FUNSA.
    -En el ’78 un nuevo intento de central amarilla, controlada por el régimen, no prosperó, en este caso porque los pocos dirigentes que se prestaron a ese intento no tenían peso alguno en el movimiento sindical ni siquiera para intentarlo.
    -En el exilio, también las divergencias con las corrientes conciliadoras se expresaron con fuerza. La negativa del “perro” Perez a integrar la CNT en el exilio, como rechazo a la política del PC de alianzas con WFA (Convergencia Democrática) y sectores burgueses enfrentados al régimen militar, era una muestra clara de las divergencias estratégicas respecto a las alianzas necesarias para arrinconar a la dictadura.
    Es decir, que aún en las durísimas condiciones de clandestinidad, cárcel y exilio, la Tendencia y el clasismo marcaron su impronta opuesta a las corrientes mayoritarias.
TRANSICIÓN Y RESTAURACIÓN

    Después del intento de modificar la constitución a su medida, derrotado en las urnas por la gente en 1980; el régimen cívico-militar comprendió que el momento de dar inicio a la transición hacia la restauración del régimen parlamentario había llegado.
El “cronograma” diseñado por los dictadores para restaurar la democracia, sería motivo también para que afloraran las divergencias entre las corrientes sindicales, que aún en medio de la falta absoluta de libertades y de la represión desembozada; habían incorporado una nueva camada de militantes jóvenes que aportaban una nueva tensión entre continuidad y ruptura con sus referentes históricos


-El 1º de mayo de 1980
    Ese año los milicos quisieron cambiar el día de los trabajadores para el 5 de mayo, para tomarle el pulso a la clase trabajadora y palpar hasta que punto seguían vigentes las tradiciones de lucha. La respuesta, naturalmente inorgánica, descentralizada, no coordinada; fue un extendido ausentismo en infinidad de lugares de trabajo. Desde algunos Sindicatos que permanecían abiertos, se trabajó intensamente para que la respuesta se notara y quedar claro que “el 1º de mayo no se toca.”
-El decreto sobre Asociaciones Profesionales promulgada a fines del ’82

    Como parte de las medidas de transición ideadas por la junta militar ahora presidida por el “Goyo” Álvarez, se promulgó un decreto que autorizaba a los trabajadores a conformar asociaciones laborales. La llamada “ley Bolentini” (por el militar que fungía como ministro de Trabajo de la dictadura) era enormemente restrictiva porque en la práctica solo autorizaba a organizaciones por empresas.
Se dio ahí una polémica con los militantes del PC que consideraban que había que rechazar ese decreto.
Las nuevas camadas de militantes influidas por las ideas del clasismo consideró que había que aprovechar esa ley y esa fue la posición que primó en la mayoría, y hacia fin de ese año ya había cientos de sindicatos por empresa y algunos por rama también.


-La formación del PIT y el 1º de mayo del ’83

Ya saldada la discusión sobre si había que aprovechar o no la ley Bolentini, la formación de una instancia nacional nucleadora de todo el nuevo movimiento sindical surgió casi sin discusiones, ya que había que aprovechar el envión formidable que le imprimió la nueva militancia y reconstruir todos los niveles del movimiento.
Las discusiones sobre las formas organizativas, mostraron la potente vigencia del ala clasista y en el formidable Acto del ’83 donde se nuclearon más de 100.000 personas, la Tendencia tuvo dos oradores

-La Intersocial

    Junto con el PIT la nueva camada de militantes estudiantiles formó la Asceep, también en polémica con los militantes del PC que solamente aceptaban reivindicar la FES y la FEUU, que funcionaba clandestinamente.
Acá se impuso también la táctica de aprovechar los resquicios que se abrían, y finalmente se acordó firmar Asceep-FES y Asceep-FEUU. Junto con el PIT y Asceep, el SERPAJ y FUCVAM, formaron la Intersocial, que levantó los reclamos generales de libertades y amnistía para los presos, y era de hecho el organismo social-político que conducía la lucha antidictatorial dentro del país.


-Dos visiones sobre la salida de la dictadura

    Desde las conversaciones del Club Naval donde se terminó pactando la salida tutelada de la dictadura, los partidos habilitados entraron a tallara más fuerte y eso también generó polémicas en el seno del nuevo movimiento popular.

    “…hasta fines de 1984 en que se realizarían elecciones generales en el país, dos visiones polarizarían las discusiones de los Sindicatos, del PIT y del conjunto de la Intersocial que conducía la lucha antidictatorial dentro del Uruguay. Por un lado las corrientes mayoritarias priorizaban una alianza multisectorial con los partidos políticos opositores y sectores patronales desconformes y fueron los principales impulsores del acto del Obelisco del 27 de noviembre, el famoso “río de libertad”. Por su lado la Tendencia junto a otros sectores clasistas y corrientes del movimiento estudiantil y de FUCVAM; empujaban un curso de acción independiente de los partidos, y fueron decisivos en la realización de la movilización callejera del 9 de noviembre, brutalmente reprimida, y también del Paro General del 18 de enero del ’84, de enorme acatamiento.


Previo al 1º de Mayo del ’84 en una Mesa Representativa del PIT en el local de la FOEB donde hubo discusiones durísimas y amagues de golpes; la Tendencia y el clasismo desbarataron las pretensiones de la mayoría de que los políticos estuvieran en el estrado del acto obrero.”
 (La restauración democrática. 1983-1990 – Documentos de la TCC)

- El 3º Congreso
    “Entrado 1985, las discusiones previas, sobre todo en la Comisión de Balance y Perspectivas, se empantanaron en torno a cómo saldar los temas más polémicos (comunicados 4 y 7, Huelga General). El documento del Sindicato de FUNSA que era mayoritario en la comisión, chocaba con las posiciones de las corrientes mayores (las vinculadas a los “partidos obreros”, el PC y el PS) y todo indicaba que al Congreso irían dos posiciones, una en mayoría (la de la tendencia y el clasismo) y otra en minoría.
Sin embargo esa discusión, una de las más importantes que debería dar el Movimiento sindical uruguayo, no llegó a darse y sigue siendo al día de hoy una asignatura pendiente.
El clima estaba enrarecido desde el inicio mismo del Congreso ante la negativa de la comisión de acreditaciones de admitir la participación del histórico Sindicato UTAA (ya que se había formado otro sindicato cañero en Artigas) y la pretensión de que todos los Sindicatos de la enseñanza se presentaran juntos como CSEU. Puestos a discusión estos temas en el Plenario, la negativa de buena parte del Congreso de resolver votando una cuestión que era antiestatutaria y la voluntad de la mayoría de aplicar “la aplanadora” (así lo definieron ellos mismos) provocó el retiro de 506 congresales, casi la mitad de los habilitados.
    El Congreso siguió funcionando como si nada hubiera pasado y resolvió en forma casi unánime los temas en discusión, pero a nadie escapaba la gravedad de lo que estaba pasando: se había fracturado el movimiento sindical uruguayo, y la acción coordinada de los disidentes sacando una declaración pública, agitó los fantasmas de la posible existencia de dos Centrales, todo un desafío al mito de la unidad sindical uruguaya.

    La Tendencia y el clasismo en general, no sin grandes discusiones, trabajaron para recomponer la unidad pero sin dejar por el camino los principios por los cuales se produjo el retiro del Congreso. Luego de arduas negociaciones se llegó a la conformación de una Mesa provisoria de 16 miembros (la famosa Mesa de los “8 y 8”) compuesta por los que se fueron y los que se quedaron en partes iguales.
Esta Mesa dirigiría el Movimiento Sindical hasta la realización de un Congreso Extraordinario que recompusiera formalmente la unidad.”

(documento citado)


AQUELLOS POLVOS TRAJERON ESTOS BARROS

    La formación del PIT-CNT en el congreso extraordinario del ’86, cerró un capítulo en la confrontación entre las diversas corrientes sindicales.
En ese congreso la orientación mayoritaria trató de clausurar la polémica entre “los que se quedaron” y “los que volvieron” con una fórmula de cierto equilibrio.
Esas concesiones a la oposición (que no era solo el sindicalismo clasista sino también algunas corrientes reformistas menores), eran necesarias para generar un clima de armonía y poner en marcha la nueva estrategia sindical post-dictadura.
Estrategia que se orientaría a insertar definitivamente al movimiento sindical a la institucionalidad y borrar todo componente anti sistémico.
Estrategia que buscaba reforzar la idea de un “bloque democrático por los cambios” con el FA y elevaba a la categoría de principal objetivo de la etapa, la obtención del gobierno nacional por las “fuerzas progresistas”.

    Quizás para algunos compañeros, la actualización de esos debates que no se dieron, poco tienen que ver con la realidad actual y los desafíos presentes y futuros que el sindicalismo clasista y el movimiento popular independiente tienen por delante.
Por el contrario, nosotros estamos convencidos que todas las cuestiones que motivaron polémica desde la fundación de la CNT, durante la Huelga, la Resistencia y la salida de la dictadura; volverán a estar presentes, en las condiciones del siglo XXI naturalmente.

    El régimen que vivimos hoy y sus diversos componentes, es hijo de esos pactos, esos renunciamientos, esas entregas de principios, ese abandono de banderas que pautaron ese tiempo histórico.
Los debates que no se dieron, las polémicas truncas o mal encauzadas; reaparecerán cada vez que se agudice la lucha de clases, cada vez que el sindicalismo clasista logre algún grado importante de incidencia, y cada vez que el progresismo reedite sus propuestas de pacto social para seguir administrando las desigualdades capitalistas.

Siempre hemos sostenido que la Huelga General no es un hecho del pasado, sino una herramienta de los trabajadores para pelear en el presente y en el futuro para terminar con el régimen de explotación y opresión. Por esa razón, sacar todas las conclusiones de esa gesta heroica, es una tarea impostergable.

-Por el desmantelamiento de todos los aparatos represivos.
-Por una alternativa clasista e independiente
  para el Movimiento Obrero y Popular.
-El mundo será de los trabajadores!!!
 

Tendencia Clasista y Combativa -TCC -