El silencio y la quietud fueron quebrados hace tiempo, en Montevideo lo dicen las pintadas, los murales, los afiches, los grafitis y los stenciles sobre los muros de las avenidas. Lo dicen las calles que recibieron las varias marchas que recorrieron la ciudad de un punto a otro para señalar a los responsables del encierro. Lo dice el hecho mismo de que el zoológico se encuentre cerrado por reformas que no tienen otro fin que calmar las quejas de muchísimas personas y las protestas de los que queremos frenar la espectacularización y la mercantilización de la vida (ilusos, las protestas no se frenarán porque la lucha no es por las condiciones, es por la libertad).
Pero mientras que desde acá se lleva adelante una campaña con el claro objetivo del cierre definitivo del zoológico Villa Dolores -una lucha que va más allá de su propio objetivo y que implica un cambio en las formas cotidianas de relacionarnos entre nosotros, los demás animales y la naturaleza en general- en otros puntos del territorio surgen iniciativas diferentes entre sí pero impulsadas por un mismo motor y principio: la libertad.
En el departamento de Maldonado las calles tampoco son ajenas al problema del encierro y sus muros también lanzan el claro mensaje de que el zoológico tiene que cerrar. Con este fin, surge a finales del pasado año la “Coordinadora por el cierre del zoológico de San Carlos” que convocó a una concentración antes de que el 2014 terminara.
Igual que en los departamentos de San José y Salto. En San José, los vecinos, tras años de quejas y reclamos por la libertad de un mono babuino lograron que tuvieran que aprobar su traslado a otro mundo sin rejas. En Salto, los vecinos se encuentran en una lucha similar por la libertad de una osa que vivió 17 años de encierro, lucha que no se detuvo ni siquiera cuando agrandaron su celda.
Esta lucha por la libertad obviamente no se detiene en las fronteras del territorio sino que en varios puntos de la región se llevan adelante luchas para frenar de una vez por todas el encierro, ejemplo de ello es el zoológico de Palermo, en Buenos Aires, el de la Plata, también en Buenos Aires, ambas en la región argentina y yendo un poco más lejos, el zoológico de Cártago, en la región costarricense.
Pero mientras que desde acá se lleva adelante una campaña con el claro objetivo del cierre definitivo del zoológico Villa Dolores -una lucha que va más allá de su propio objetivo y que implica un cambio en las formas cotidianas de relacionarnos entre nosotros, los demás animales y la naturaleza en general- en otros puntos del territorio surgen iniciativas diferentes entre sí pero impulsadas por un mismo motor y principio: la libertad.
En el departamento de Maldonado las calles tampoco son ajenas al problema del encierro y sus muros también lanzan el claro mensaje de que el zoológico tiene que cerrar. Con este fin, surge a finales del pasado año la “Coordinadora por el cierre del zoológico de San Carlos” que convocó a una concentración antes de que el 2014 terminara.
Igual que en los departamentos de San José y Salto. En San José, los vecinos, tras años de quejas y reclamos por la libertad de un mono babuino lograron que tuvieran que aprobar su traslado a otro mundo sin rejas. En Salto, los vecinos se encuentran en una lucha similar por la libertad de una osa que vivió 17 años de encierro, lucha que no se detuvo ni siquiera cuando agrandaron su celda.
Esta lucha por la libertad obviamente no se detiene en las fronteras del territorio sino que en varios puntos de la región se llevan adelante luchas para frenar de una vez por todas el encierro, ejemplo de ello es el zoológico de Palermo, en Buenos Aires, el de la Plata, también en Buenos Aires, ambas en la región argentina y yendo un poco más lejos, el zoológico de Cártago, en la región costarricense.
Cada zoológico presenta sus características específicas, igual que por lo tanto, cada lucha presenta las suyas. El zoológico Villa Dolores -cárcel de la Intendencia de Montevideo- cerró sus puertas a principios del mes de Diciembre tras el anuncio de las reformas que se llevarán a cabo. Las reformas básicamente se tratan de algunas modificaciones en las jaulas, en la estructura del zoológico y en las especies animales que allí vivirán, según los anuncios el zoológico pasaría a centrarse en animales autóctonos del sur de América. Las autoridades del zoológico se babean hablando del cambio conceptual por el que supuestamente pasará el zoológico, pero no dicen -y nunca dirán- que por más cambios conceptuales que hagan seguirá siendo un zoológico -tenga jaulas chicas o grandes, tenga rejas o tejidos y tenga animales exóticos o autóctonos- mientras sigan encerrando vidas. Lo que dicen y lo que no dicen responde a los intereses que tiene la Intedencia de mantener su negocio, hay varios personajes acomodados y varios personajes con altos cargos, todos viviendo del encierro. Hay intereses de mantenerlo funcionando por el status que a nivel internacional le da a Montevideo tener un zoológico, sí, un lugar donde se negocia con la vida.
La libertad de cada animal es la razón de la lucha por el cierre del zoológico Villa Dolores pero no podemos dejar de insistir en la necesidad de enfocarnos justamente en su cierre. Los traslados que la Intendencia pretende llevar adelante son parte del lavado de cara para sacarle de encima al zoológico la pésima imagen que tiene. Los traslados de algunos animales exóticos responden a la creación de nuevos espacios que serán repoblados con animales autóctonos. Hablando claramente: salen unos, entran otros. Por eso no dejamos de insistir en la necesidad de que nuestras acciones se centren en el objetivo específico de cerrar el zoológico.
Esta lucha tiene que ver con la forma en que nos entendemos los unos a los otros, la forma en que entendemos a otras especies, la forma en que entendemos el ambiente en que vivimos; tiene que ver con el modo de vida que elegimos.
Lo venimos diciendo hace tiempo: un zoológico es únicamente posible en un mundo que entiende la vida como mercancía y espectáculo; y ese modo de vida, el de los explotadores, choca contra el mundo que queremos, ese mundo libre en el cual el respeto se extiende más allá de nuestra especie.
Entonces, la primera pregunta que tendríamos que hacernos es si estamos dispuestos a defender el modo de vida del que hablamos.
La segunda pregunta que nos tendríamos que hacer es qué vamos a hacer para defenderlo.
Lo venimos diciendo hace tiempo: un zoológico es únicamente posible en un mundo que entiende la vida como mercancía y espectáculo; y ese modo de vida, el de los explotadores, choca contra el mundo que queremos, ese mundo libre en el cual el respeto se extiende más allá de nuestra especie.
Entonces, la primera pregunta que tendríamos que hacernos es si estamos dispuestos a defender el modo de vida del que hablamos.
La segunda pregunta que nos tendríamos que hacer es qué vamos a hacer para defenderlo.
Las reformas no nos pararán.
¡Al Villa Dolores lo vamos a cerrar!
¡Al Villa Dolores lo vamos a cerrar!
Coordinación por el cierre del zoológico Villa Dolores.
Montevideo, Enero del 2015
Montevideo, Enero del 2015