jueves, 11 de abril de 2013

Eso que todavía no está

Difícil y complejo resulta el poder sostener sistemáticamente comentarios, análisis y propuestas frente a la coyuntura que nos toca vivir.
Existe una avalancha de cosas que se pasan tanto a nivel local, regional y en el mundo. 
La dinámica propia de los acontecimientos nos arrastra  en un torbellino  de noticias, declaraciones, propuestas.
Circulan campañas de todo tipocon  sus  consabidas recolección  de firmas, presentaciones de libros y charlas con la intención de  aclararnos acerca de las vías a seguir, a fin de cambiar nuestras agobiantes e injustas realidades.
Sin dudas muchas de las propuestas son interesantes o ameritan tomarse el tiempo, verlas, pensarlas y compartirlas; pero sucede  también que el flujo de información que circula es prácticamente imposible de seguir y que nos encontramos en un momento en que la cantidad remplaza la calidad; lo que se retiene es muy poco, fragmentado  y además terminamos al fin  más desinformados que otra cosa.
En todo caso podemos preguntarnos, que hacemos con la masa de información que manejamos, como la cotejamos, como la seleccionamos o a que cosa le damos prioridad y en función de que.
Por eso, muy a pesar de un cúmulo de cosas que se pasan y nos pasan en nuestro país ,  no vamos a introducirnos en comentarios o análisis que otros compañeros y colectivos ya  hacen..
Más bien queremos abordar algunos aspectos  que tienen que ver con las dificultades en consolidarnos como individuos del colectivo y potenciarnos en construcciones comunitarias autónomas.
Decimos esto porque pensamos las organizaciones sociales como colectivos que  conllevan adentro de ellas la potencialidad de  comunidad .  También porque  sentimos que sin una comunidad  con fuerte identidad y autonomía no es pensable caminar hacia cambios que nos liberen de las distintas opresiones.
El actual sistema nos guste o no nos ha  fragmentado al punto de pulverizarnos como individuos colectivos y anularnos en la capacidad de pensar y desear.
Por lo tanto el modelo interiorizado que llevamos a cuestas en nuestras vidas es el  modelo del sistema  que se traduce en un modo de relacionarnos y vivir que no nos es propio si no impuesto a través de la institucionalidad  de los vínculos.
Creemos que todo está ahí,  en que no nos podemos pensar en colectivo.  El tiempo  que disponemos para las  instancias grupales es un tiempo "fuera "de los ámbitos de trabajo y de la familia y por lo tanto ese tiempo es un momento, es puntual, casi  espasmódico.
Nuestras vidas han sido capturadas por la máquina de la sociedad  capitalista, anulando el deseo como potencia creadora  de comunidad.
Ahora bien,  podemos salirnos, corrernos un poco del eje dominante? Como hacerlo?
Se nos ocurre pensar en que es como nacer y aprender a erguirnos primero y luego dar los primeros pasos. Soltarnos y ensayar mismo arriesgando caer una y otra vez.
Comenzar tal vez con las cosas más pequeñas y simples  pero que vayan tejiendo una trama afectiva, de conocimiento y reconocimiento, de sueños compartidos, para que con ellos  broten raíces lo suficientemente  fuertes, que  posibiliten avizorar las transformaciones.
No vemos como posible que ningún colectivo se consolide políticamente en su resistencia sin  fortalecerse en producciones generosas y expansivas que contribuyan  a  una auténtica construcción  de comunidad.
 Para todo ello habrá que expulsar el individualista que nos habita, poner en movimiento la  solidaridad, recuperar el compromiso y la palabra  como valores éticos  de nuestras acciones. Esto implica  también crear una cultura propia y una economía solidaria alternativa.
Esto es lo que todavía no está y por lo tanto  es la carencia que deberá movilizarnos.
Luna 02 04 2013