Luis E. Sabini Fernández
Luego de la renuncia al Ministerio de Industria cubano, hubo tiempos en que Ernesto Che Guevara no aparecía públicamente.
En uno de ellos, antes de su incursión en África (Angola) o en América (Bolivia), un militante probado, de excelente calidad humana, anarquista, aventuró la hipótesis, en una nota periodística en La Protesta, que al Che lo había hecho desaparecer Fidel.
No error sino horror periodístico, puesto que no había habido tal purga. Este luchador (Emilio Muse, 1920-2010) abonaba su hipótesis con la muerte de Camilo Cienfuegos en los comienzos de la Revolución que no reputaba tan accidental como rezaba la versión oficial.
El periodismo es riesgo. No debería ser macaneo.
Los medios de incomunicación de masas nos informan que Chávez ha vuelto, convaleciente, claro, a su tierra, Venezuela.
La prensa de derecha comunica “la noticia” con circunspección y hasta desconfianza.
La de izquierda, con unción y recogimiento espiritual. No estoy traspapelando nada, ya sé que a principios del siglo anterior, tendría que haber sido exactamente al revés. Pero estamos a principios del s. XXI.
En un viaje aéreo clandestino habría sido desembarcado en suelo patrio. Hace pocos días, precisamente, se nos había comunicado con “alegría” que estaba en franca recuperación, y la foto-prueba lo mostraba con sus dos radiantes hijas a sus costados. En camilla, con traqueotomía reconocida, pero sonriente, con un rostro muy poco ajado o afectado por la peripecia de cuatro operaciones en el último año y medio.
Pero iniciemos esta secuencia tras el anuncio de la cuarta operación.
Allí todos los “actores” revelaron conciencia de la gravedad de la situación. Gravedad, en términos médicos, significa peligro de muerte.
Al salir de la operación, se nos comunica de diversas complicaciones sufridas en su trámite (como la necesidad de actuar sobre los pulmones, afectados, lo cual podría ser el preámbulo de la traqueotomía que iba a sobrevenir después, o entonces mismo).
Y se anuncia que le aguardaba una larga, difícil y dolorosa recuperación. Eso, más o menos dicen los comunicados.
Los rostros de las fotos que acompañan la info decían algo distinto: una desolación muy marcada, arrasadora, lágrimas incontenibles, como las que suele haber ante la muerte, el duelo ante lo inexorable, lo que ya pasó, cuando la esperanza se ha cerrado definitivamente.
Desde entonces, hubo varias visitas de famosos y presidentes como Evo, CFK, Ortega y durante dos largos meses no tuvimos siquiera una foto reflejando tales visitas. Y estamos hablando de gente con agenda cargada, que no visita otro país así nomás, que se conformaban, sin embargo, hablando con algún médico, algún pariente, sin verlo.
Faltaba más. Aunque a la vez, algún vocero, algún pariente de Chávez, también nos comunicaba que firmaba decretos (que seguramente debía leer antes…), que estaba dicharachero… lástima no haber captado una sola imagen de Chávez en tales y por lo visto tan escurridizos momentos. En dos largos meses.
Pero finalmente, como para acallar a la hinchada, aparece una foto, la foto-prueba de todo: de que Chávez está vivito y coleando. Con sus dos hijas por encima de sus hombros y un diario Granma con la fecha del día, de febrero 2013, sin duda.
Algún malpensado pero bien trajinado en hospitales registró las peculiares ropas de Chávez para estar con una invisible traqueotomía (invisible no a los ojos sino a la foto) e internado: en lugar de las sueltas túnicas hospitalarias una ropa casi de calle…
A esta altura de la tecnología electrónica, la prueba de un diario con su fecha y dos testigos intemporales es una paparruchada que cualquier técnico con una computadora obsoleta puede hacer. Otro gallo cantaría ver a Chávez con alguno de los tantos presidentes que desfilaron por el hospital, la capital, el país o inmediaciones…
Está la emocionada carta de Fidel augurándole lo mejor en su regreso a Venezuela y donde recuerda todos los cuidados habidos en Cuba con Chávez. Algo fuera de toda duda. Se trata de una carta que cuestiona la hipótesis que vengo bocetando.
Porque es demasiado lo que pondría en juego Fidel sumándose al coro de inverosimilitudes…
Pero sigamos, sin atender, momentáneamente a la carta de Fidel (17 / 2 / 2013).
Acaba de producirse el retorno. Otra vez un minué al margen de toda instancia pública.
Lo público tiene un valor político. Da casi vergüenza recordarlo.
Porque lo secreto caracteriza precisa y preciosamente, los pasos de agrupamientos que, como la Masonería, el Grupo Bilderberg, la Onorévole Società, las diversas mafias, en suma, hacen en sus procedimientos.
Ante reclamos de apertura en este caso informacional, se recurre siempre al mismo argumento: se hizo el traslado en el mayor sigilo para evitar atentados. Esto es plausible; Chávez es un enemigo jurado al que suponemos le tienen muchas ganas, por empezar, la CIA y el MOSAD.
Pero el carácter público se puede obtener con cierta inteligencia y cuidado. No hace falta anunciar la llegada por altoparlantes desde la City neoyorquina o desde Miami: apenas tener uno o dos periodistas de confianza en el aeropuerto caraqueño, con seguridad apostada, etcétera, que sólo registre la bajada de la camilla, tal vez algún dedo en alto, una mirada fugaz…, quiénes acompañan, y no más que eso.
Tales imágenes, puestas en el circuito mediático, alcanzarían para que la info adquiriera cierto rasgo público.
Porque entendámonos: hasta ahora, luego de la cuarta operación, no tenemos nada. Nada palpable, nada testimoniable, desde fuentes que no sean, precisamente las hijas, el entorno político más allegado y coartadas.
Coartadas presidenciales o institucionales, médicas o políticas, pero coartadas al fin.
Algo realmente asible, no existe.
Lo difuso de lo brindado hasta ahora permite, más bien nos obliga tejer una contra-historia, hipotética, es cierto, pero que considero no menos sólida que la “historia oficial”:
1) Chávez no ha sobrevivido a la cuarta operación. Se oculta por el terremoto político que su círculo más estrecho teme.
2) Secundan al entorno de Chávez, para encarar un operativo gradualista, tanto los hermanos Castro, que conocen bastante acerca de ejercicio del poder, como una serie de presidentes progresistas de la América al sur del río Bravo…
Si esta hipótesis se verifica, la rendición de cuentas de algunos procederes va a tener que ser muy dura para explicar esa ronda de seudo-testimonios y aseveraciones falsas a que se prestaran y que tanto circularan luego de la cuarta operación.
3) Tras dos meses de “oscuridad” mediática aparece la foto que procura desmentir calumnias y habladurías. Ya analizamos su escasa credibilidad y cuán difícil se hace considerarla prueba de vida o similar.
4) Algo similar había pasado con la queja del representante panameño en la OEA criticando la pésima información sobre la situación de Chávez: la reacción del representante venezolano no fue satisfacer el reclamo sino descalificar al panameño, de derecha y por lo tanto no muy difícil de descalificar, insultándolo desde los “sentimientos ofendidos” (y con la anuencia de mucho periodismo “de izquierda”, como el del efectista Walter Martínez, de Telesur).
5) En el amanecer del lunes 18 de febrero, culmina un operativo llevado a cabo con el mayor sigilo para introducir a Chávez en el Hospital Militar caraqueño. En un vuelo desde La Habana a Caracas sin testigos, ni a la partida ni a la llegada. Tampoco al arribo al hospital.
6) Entrevistado algún operario del Hospital Militar (claro que por prensa no adicta al chavismo, es decir por prensa adicta a la “democracia occidental”, la que está arrasando la mayor parte del planeta), confesará que no lo ha visto ni conoce a nadie del personal que lo haya visto, que Chávez y su comitiva han ocupado todo el piso cuarto y no hay contacto con ellos…
7) Para que semejante operativo −traslado de cadáver, en esta hipótesis−, no se filtre, tiene que ser conocido por muy, muy pocas personas.
No puede ser algo conocido por transportistas, choferes, soldados, operadores aéreos, ni siquiera enfermeros… puesto que de ser así, no podría haberse sostenido en el tiempo.
En dos largos meses, ya varios “servicios” con muy largas narices lo habrían captado… Esta consideración –el tiempo transcurrido− es atendible para objetar esta hipótesis…
Pero persistamos.
8) El 19 / 2 / 2013 Evo Morales visita Venezuela, ve a una de sus hijas, pero, aparentemente, según Telesur, se conforma con visitar al elenco de gobierno actuante. Prensa “de la contra”, en cambio, dará a entender cierto desconcierto de Morales por no alcanzar a ver al convaleciente.
Esto lo podríamos unir con el comentario del recién electo Rafael Correa, que tiene la esperanza, acaba de declarar, de ver “en días” a Chávez. Interpretable como mínima presión….
9) ¿el porqué de tanto sinsentido, como el eslabonado en la secuencia precedente?
Primero, para apaciguar el impacto, político. Algo gradual, de pausada sedimentación en el inconsciente colectivo.
Segundo, porque traerlo al terruño conforta seguramente más que tener que aceptar una muerte en hospital… extranjero.
10) Para las elecciones del 7/10/2012 se presenta Chávez, declarando haber vencido al cáncer. Cuando pocos días después debe ser enviado a Cuba e internado para una urgentísima intervención quirúrgica, por el cáncer reactivado, ¿puede atribuirse al lógico y sano optimismo de sentirse bien el presentarse en las elecciones?, ¿o ya sabía Chávez (y su entorno) que el cáncer estaba allí, procesándose?
Es una pregunta abierta y discutible, saber si alguien puede presentarse a ganar una elección sabiendo que no podrá ejercer ese mandato, permitirse a sí mismo ser instrumento de una causa, no sería la primera vez y hay algo de mucho desprendimiento y sacrificio en ello… de todos modos, este interrogante vendría a cuento únicamente en la medida que llegara a ser eslabón de la cadena de escamoteos que hemos enumerado antes.
Lo que queda en pie, si mi hipótesis es correcta, es el grado de manipulación a que estamos expuestos.
No a manos de la derecha, que ya sabemos cómo nos condiciona, aunque celosos analistas, como Edward Herman o Noam Chomsky nos hayan ayudado a ponernos en guardia contra los Edward Bernays, los Walter Lippman, los medios de incomunicación de masas en general y tantos oligopolios mediáticos, y primero y principal “la caja boba”.
Sino a manos de “la izquierda”, que nos mostraría algo tenebroso: la persistencia de la manipulación, ya proverbial con el estalinismo pero que lo excede en el tiempo, antes y después.
Esta hipótesis es dolorosa, no sólo tétrica.
Porque entiendo que los enemigos de Chávez son en grandes líneas, los peores enemigos de la humanidad: las elites de poder de EE.UU. e Israel, las fuerzas de la OTAN, y en el caso de los países del llamado Primer Mundo, un buen sector de la población, privilegiados planetarios que no están dispuestos a perder un ápice de lo que usufructúan a costa del resto de la humanidad.
Un “resto” bastante mayor, porque sigue siendo cierto que los ricos son los pocos y los pobres los muchos. En el mundo y particularmente en la periferia planetaria.
Chávez muerto sería festín para la derecha en todas partes.
Pero si Chávez está vivo, y recuperándose, ¿por qué tanta, tanta negativa a rendir cuentas públicas que es precisamente el ámbito donde deberíamos movernos quienes combatimos el secreto que es fuente de poder opresor y manipulador?
¿Podemos aventurar que se trata de torpeza?
Personalmente, me niego a subestimar tanto a tanta gente.
O Chávez ha muerto o Chávez está vivo y recuperándose pero ni él ni su entorno se preocupan por atender la realidad, les alcanza con la fe.
Que es lo que vemos entre llantos y rezos por el recibimiento. Multitudes con los ojos cerrados, orando.
A tales multitudes, literalmente ciegas o enceguecidas, se las puede atender sin rendir prácticamente cuentas.
Luego de la renuncia al Ministerio de Industria cubano, hubo tiempos en que Ernesto Che Guevara no aparecía públicamente.
En uno de ellos, antes de su incursión en África (Angola) o en América (Bolivia), un militante probado, de excelente calidad humana, anarquista, aventuró la hipótesis, en una nota periodística en La Protesta, que al Che lo había hecho desaparecer Fidel.
No error sino horror periodístico, puesto que no había habido tal purga. Este luchador (Emilio Muse, 1920-2010) abonaba su hipótesis con la muerte de Camilo Cienfuegos en los comienzos de la Revolución que no reputaba tan accidental como rezaba la versión oficial.
El periodismo es riesgo. No debería ser macaneo.
Los medios de incomunicación de masas nos informan que Chávez ha vuelto, convaleciente, claro, a su tierra, Venezuela.
La prensa de derecha comunica “la noticia” con circunspección y hasta desconfianza.
La de izquierda, con unción y recogimiento espiritual. No estoy traspapelando nada, ya sé que a principios del siglo anterior, tendría que haber sido exactamente al revés. Pero estamos a principios del s. XXI.
En un viaje aéreo clandestino habría sido desembarcado en suelo patrio. Hace pocos días, precisamente, se nos había comunicado con “alegría” que estaba en franca recuperación, y la foto-prueba lo mostraba con sus dos radiantes hijas a sus costados. En camilla, con traqueotomía reconocida, pero sonriente, con un rostro muy poco ajado o afectado por la peripecia de cuatro operaciones en el último año y medio.
Pero iniciemos esta secuencia tras el anuncio de la cuarta operación.
Allí todos los “actores” revelaron conciencia de la gravedad de la situación. Gravedad, en términos médicos, significa peligro de muerte.
Al salir de la operación, se nos comunica de diversas complicaciones sufridas en su trámite (como la necesidad de actuar sobre los pulmones, afectados, lo cual podría ser el preámbulo de la traqueotomía que iba a sobrevenir después, o entonces mismo).
Y se anuncia que le aguardaba una larga, difícil y dolorosa recuperación. Eso, más o menos dicen los comunicados.
Los rostros de las fotos que acompañan la info decían algo distinto: una desolación muy marcada, arrasadora, lágrimas incontenibles, como las que suele haber ante la muerte, el duelo ante lo inexorable, lo que ya pasó, cuando la esperanza se ha cerrado definitivamente.
Desde entonces, hubo varias visitas de famosos y presidentes como Evo, CFK, Ortega y durante dos largos meses no tuvimos siquiera una foto reflejando tales visitas. Y estamos hablando de gente con agenda cargada, que no visita otro país así nomás, que se conformaban, sin embargo, hablando con algún médico, algún pariente, sin verlo.
Faltaba más. Aunque a la vez, algún vocero, algún pariente de Chávez, también nos comunicaba que firmaba decretos (que seguramente debía leer antes…), que estaba dicharachero… lástima no haber captado una sola imagen de Chávez en tales y por lo visto tan escurridizos momentos. En dos largos meses.
Pero finalmente, como para acallar a la hinchada, aparece una foto, la foto-prueba de todo: de que Chávez está vivito y coleando. Con sus dos hijas por encima de sus hombros y un diario Granma con la fecha del día, de febrero 2013, sin duda.
Algún malpensado pero bien trajinado en hospitales registró las peculiares ropas de Chávez para estar con una invisible traqueotomía (invisible no a los ojos sino a la foto) e internado: en lugar de las sueltas túnicas hospitalarias una ropa casi de calle…
A esta altura de la tecnología electrónica, la prueba de un diario con su fecha y dos testigos intemporales es una paparruchada que cualquier técnico con una computadora obsoleta puede hacer. Otro gallo cantaría ver a Chávez con alguno de los tantos presidentes que desfilaron por el hospital, la capital, el país o inmediaciones…
Está la emocionada carta de Fidel augurándole lo mejor en su regreso a Venezuela y donde recuerda todos los cuidados habidos en Cuba con Chávez. Algo fuera de toda duda. Se trata de una carta que cuestiona la hipótesis que vengo bocetando.
Porque es demasiado lo que pondría en juego Fidel sumándose al coro de inverosimilitudes…
Pero sigamos, sin atender, momentáneamente a la carta de Fidel (17 / 2 / 2013).
Acaba de producirse el retorno. Otra vez un minué al margen de toda instancia pública.
Lo público tiene un valor político. Da casi vergüenza recordarlo.
Porque lo secreto caracteriza precisa y preciosamente, los pasos de agrupamientos que, como la Masonería, el Grupo Bilderberg, la Onorévole Società, las diversas mafias, en suma, hacen en sus procedimientos.
Ante reclamos de apertura en este caso informacional, se recurre siempre al mismo argumento: se hizo el traslado en el mayor sigilo para evitar atentados. Esto es plausible; Chávez es un enemigo jurado al que suponemos le tienen muchas ganas, por empezar, la CIA y el MOSAD.
Pero el carácter público se puede obtener con cierta inteligencia y cuidado. No hace falta anunciar la llegada por altoparlantes desde la City neoyorquina o desde Miami: apenas tener uno o dos periodistas de confianza en el aeropuerto caraqueño, con seguridad apostada, etcétera, que sólo registre la bajada de la camilla, tal vez algún dedo en alto, una mirada fugaz…, quiénes acompañan, y no más que eso.
Tales imágenes, puestas en el circuito mediático, alcanzarían para que la info adquiriera cierto rasgo público.
Porque entendámonos: hasta ahora, luego de la cuarta operación, no tenemos nada. Nada palpable, nada testimoniable, desde fuentes que no sean, precisamente las hijas, el entorno político más allegado y coartadas.
Coartadas presidenciales o institucionales, médicas o políticas, pero coartadas al fin.
Algo realmente asible, no existe.
Lo difuso de lo brindado hasta ahora permite, más bien nos obliga tejer una contra-historia, hipotética, es cierto, pero que considero no menos sólida que la “historia oficial”:
1) Chávez no ha sobrevivido a la cuarta operación. Se oculta por el terremoto político que su círculo más estrecho teme.
2) Secundan al entorno de Chávez, para encarar un operativo gradualista, tanto los hermanos Castro, que conocen bastante acerca de ejercicio del poder, como una serie de presidentes progresistas de la América al sur del río Bravo…
Si esta hipótesis se verifica, la rendición de cuentas de algunos procederes va a tener que ser muy dura para explicar esa ronda de seudo-testimonios y aseveraciones falsas a que se prestaran y que tanto circularan luego de la cuarta operación.
3) Tras dos meses de “oscuridad” mediática aparece la foto que procura desmentir calumnias y habladurías. Ya analizamos su escasa credibilidad y cuán difícil se hace considerarla prueba de vida o similar.
4) Algo similar había pasado con la queja del representante panameño en la OEA criticando la pésima información sobre la situación de Chávez: la reacción del representante venezolano no fue satisfacer el reclamo sino descalificar al panameño, de derecha y por lo tanto no muy difícil de descalificar, insultándolo desde los “sentimientos ofendidos” (y con la anuencia de mucho periodismo “de izquierda”, como el del efectista Walter Martínez, de Telesur).
5) En el amanecer del lunes 18 de febrero, culmina un operativo llevado a cabo con el mayor sigilo para introducir a Chávez en el Hospital Militar caraqueño. En un vuelo desde La Habana a Caracas sin testigos, ni a la partida ni a la llegada. Tampoco al arribo al hospital.
6) Entrevistado algún operario del Hospital Militar (claro que por prensa no adicta al chavismo, es decir por prensa adicta a la “democracia occidental”, la que está arrasando la mayor parte del planeta), confesará que no lo ha visto ni conoce a nadie del personal que lo haya visto, que Chávez y su comitiva han ocupado todo el piso cuarto y no hay contacto con ellos…
7) Para que semejante operativo −traslado de cadáver, en esta hipótesis−, no se filtre, tiene que ser conocido por muy, muy pocas personas.
No puede ser algo conocido por transportistas, choferes, soldados, operadores aéreos, ni siquiera enfermeros… puesto que de ser así, no podría haberse sostenido en el tiempo.
En dos largos meses, ya varios “servicios” con muy largas narices lo habrían captado… Esta consideración –el tiempo transcurrido− es atendible para objetar esta hipótesis…
Pero persistamos.
8) El 19 / 2 / 2013 Evo Morales visita Venezuela, ve a una de sus hijas, pero, aparentemente, según Telesur, se conforma con visitar al elenco de gobierno actuante. Prensa “de la contra”, en cambio, dará a entender cierto desconcierto de Morales por no alcanzar a ver al convaleciente.
Esto lo podríamos unir con el comentario del recién electo Rafael Correa, que tiene la esperanza, acaba de declarar, de ver “en días” a Chávez. Interpretable como mínima presión….
9) ¿el porqué de tanto sinsentido, como el eslabonado en la secuencia precedente?
Primero, para apaciguar el impacto, político. Algo gradual, de pausada sedimentación en el inconsciente colectivo.
Segundo, porque traerlo al terruño conforta seguramente más que tener que aceptar una muerte en hospital… extranjero.
10) Para las elecciones del 7/10/2012 se presenta Chávez, declarando haber vencido al cáncer. Cuando pocos días después debe ser enviado a Cuba e internado para una urgentísima intervención quirúrgica, por el cáncer reactivado, ¿puede atribuirse al lógico y sano optimismo de sentirse bien el presentarse en las elecciones?, ¿o ya sabía Chávez (y su entorno) que el cáncer estaba allí, procesándose?
Es una pregunta abierta y discutible, saber si alguien puede presentarse a ganar una elección sabiendo que no podrá ejercer ese mandato, permitirse a sí mismo ser instrumento de una causa, no sería la primera vez y hay algo de mucho desprendimiento y sacrificio en ello… de todos modos, este interrogante vendría a cuento únicamente en la medida que llegara a ser eslabón de la cadena de escamoteos que hemos enumerado antes.
Lo que queda en pie, si mi hipótesis es correcta, es el grado de manipulación a que estamos expuestos.
No a manos de la derecha, que ya sabemos cómo nos condiciona, aunque celosos analistas, como Edward Herman o Noam Chomsky nos hayan ayudado a ponernos en guardia contra los Edward Bernays, los Walter Lippman, los medios de incomunicación de masas en general y tantos oligopolios mediáticos, y primero y principal “la caja boba”.
Sino a manos de “la izquierda”, que nos mostraría algo tenebroso: la persistencia de la manipulación, ya proverbial con el estalinismo pero que lo excede en el tiempo, antes y después.
Esta hipótesis es dolorosa, no sólo tétrica.
Porque entiendo que los enemigos de Chávez son en grandes líneas, los peores enemigos de la humanidad: las elites de poder de EE.UU. e Israel, las fuerzas de la OTAN, y en el caso de los países del llamado Primer Mundo, un buen sector de la población, privilegiados planetarios que no están dispuestos a perder un ápice de lo que usufructúan a costa del resto de la humanidad.
Un “resto” bastante mayor, porque sigue siendo cierto que los ricos son los pocos y los pobres los muchos. En el mundo y particularmente en la periferia planetaria.
Chávez muerto sería festín para la derecha en todas partes.
Pero si Chávez está vivo, y recuperándose, ¿por qué tanta, tanta negativa a rendir cuentas públicas que es precisamente el ámbito donde deberíamos movernos quienes combatimos el secreto que es fuente de poder opresor y manipulador?
¿Podemos aventurar que se trata de torpeza?
Personalmente, me niego a subestimar tanto a tanta gente.
O Chávez ha muerto o Chávez está vivo y recuperándose pero ni él ni su entorno se preocupan por atender la realidad, les alcanza con la fe.
Que es lo que vemos entre llantos y rezos por el recibimiento. Multitudes con los ojos cerrados, orando.
A tales multitudes, literalmente ciegas o enceguecidas, se las puede atender sin rendir prácticamente cuentas.
Luis E. Sabini Fernández