lunes, 27 de agosto de 2012

PARA ELLOS NO HABRÁ "MEMORIAS DEL CALABOZO"

por Nicolás Scarón / salió en Barrikada n° 48 Ago-Set 2012
Durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco las cárceles uruguayas dejaron de ser custodiadas por el Ministerio de Educación y Cultura y pasaron a la órbita del Ministerio del Interior.
Entre otros motivos esta medida venía a satisfacer la demanda de seguridad de aquel entonces, que no era contra jóvenes adictos a la pasta base, el peligro eran los tupamaros que asaltaban, robaban, ponían bombas, invadían pueblos, medios de comunicación, adoctrinaban muchachos y cuestionaban el “estilo de vida uruguayo”.
Los medios clamaban por más “mano dura”; las viejas en los almacenes comentaban entre ellas que “no podían más”, mucha gente estaba nerviosa, intranquila, muchos empezaban a arengar a los militares para que “pusieran orden”
Y lo pusieron.
En un santiamén, entrenados por expertos norteamericanos, liquidaron el aparato armado de los tupamaros y exterminaron los estamentos sociales que combatían al sistema capitalista y generaban conciencia en la masa de trabajadores, de donde, entre otros “productos”, surgen las guerrillas, paridas de una necesidad política y no de un capricho de un puñado de universitarios.
La devastación fue completa, constante, sistemática, en 10 años todo el pueblo uruguayo sintió el rigor de esa “limpieza” ideológica que hizo la dictadura.
Lo sintieron incluso los que clamaban por mas orden, porque al totalitarismo no confía siquiera en el intelectual de derechas, su capacidad, puede más tarde que temprano jugar en contra del régimen.
Solo los imbéciles, los tontos, los mentecatos, los inconcientes totales con cierta instrucción técnica son bien vistos por el gobierno de los ricos.
En el Uruguay de hoy, donde mucha gente “no aguanta más”, donde a la inseguridad que sentimos en las venas le importa un pito las estadísticas, donde los ministros toman como referencia a los canales de televisión, los tupamaros que están ahora gobernando, responden a la demanda, la cual no se molestan en contrarrestar.
Las cárceles uruguayas pasarán a ser controladas por militares con la aceptación total del sistema político.
 Esta especie de “proceso” o “ensayo” será realizado por el mismo ejercito que no hizo ningún tipo de autocrítica como institución por las violaciones a los derechos humanos cometidas por más de una década, que cuenta en sus filas con más de 400 efectivos que están vinculados directamente a la desaparición, muerte, violación de hombres y mujeres, que robaron bebes, que secuestraron, que robaron bienes, que practicaron el terrorismo de Estado a diestra y siniestra.
El gran motivo esgrimido es que los policías se corrompen y permiten el ingreso de armas, celulares y drogas a las cárceles.
Parece que los militares pertenecientes a la institución más siniestra del Estado actuarán de otra manera. Y seguramente lo hagan, pues además de las prácticas que ejercía la policía, se agregue la tortura a los presos como elemento constante y sistemático.
Bonomi, Mujica y Huidobro, entre muchos, lo saben.
Mujica relató que en las mismas dependencias del Ejército ya se están aplicando cursos para la formación de carceleros profesionales; personal instruido específicamente para el relacionamiento con los reclusos y que por lo visto no serán más policías.
Esos cursos están siendo impartidos por un civil; un maestro uruguayo que a su vez obtuvo la capacitación en el estado de San Pablo, Brasil. “Estamos adoptando los sistemas y la instrucción de algunos países exitosos en la materia” dijo el Presidente en M24.
Instrucción de países “exitosos en la materia”, llamado al ejercito, enemigo interno que atenta contra  el “estilo de vida de los uruguayos”, son términos que parecen repetirse. Peligrosamente repetirse.
Lo único que no  hace avizorar una represión como en los setenta es el atraso ideológico que impera en el movimiento obrero y en el resto de las organizaciones sociales reflejado en sus demandas. Tal vez responda a un sentido de supervivencia, tal vez el “trauma” convive en esas estructuras que perdieron sus mejores hombres y mujeres en los calabozos, en la locura, en el olvido y destierro que generó la dictadura.
Pero sin resistencia igual nos matan. Las causas de un sistema de explotación se sufren igual, por más que no le opongamos resistencia.
La guerra social entre capital y trabajo no conoce paz alguna, ni siquiera si no peleamos, ni siquiera si aún vencidos pedimos clemencia. No la habrá.
¿El estudio sistemático del los sistemas de gobierno y su asimilación?
¿El convencimiento de poder engañar al sistema desde sus entrañas?
¿La tentación de tener “poder”, el dinero, la traición en el sentido más cretino del término?
¿El Síndrome de Estocolmo? Seguramente ni Mujica pueda decirlo a ciencia cierta.
Pero el proceso represivo inherente al capitalismo en crisis se siente y es demoledor. La sociedad se empieza a encolumnar detrás de la represión moderna.
El 63% de los frenteamplistas está a favor de bajar la edad de imputabilidad, los estudiantes y profesores piden policías en los liceos, piden uniformes, pedimos mano dura, pedimos que los militares salgan de los cuarteles.
Queremos vivir tranquilos, vivir con paz nuestra imbecilidad, que el pibe del barrio que fuma pasta base no nos robe y además nos siga vendiendo cosas robadas “lindas y baratas” que le roba a otros vecinos y además queremos que esté en “el horno”, así aprovechamos y le hacemos cortar el pasto de nuestro jardín por unas “chirolas”…
Como dicen por ahí, todo no se puede.

POSTALES DE UN BARRIO
Salía el niño de su casa eran las 8 de la mañana ya llegaba tarde, el padre desde la puerta borracho le gritaba “dale chupa pija apurate” el botija le contestaba también con insultos y con la mano en los bolsillos se iba rumbo a la escuela donde una maestra lo retaría por llegar tarde y un compañero le diría algo  sobre su olor a orín.
Una botija adolescente en Uruguay por estos días, cuando tenga que ir a visitar a su papá a la cárcel, que vaya uno a saber porque está en cana, pero es su viejo y lo quiere, se encontrará con un militar encapuchado, de índole femenino, me quiero imaginar, que le tocará su cuerpo, que abusará de su intimidad buscando un porro dentro de su vagina o un gramo de merca en su orificio anal, horas más tarde escuchará al profesor de educación física hablando de “corporalidad”…
Hace unos días un grupo de mujeres familiares de presas de la cárcel de mujeres se enfrentaban con la policía en la calle por la suspensión arbitraria de las visitas por parte del sindicato de represores afiliado al PIT CNT.
La imagen televisiva reflejaba la más profunda soledad, tan solas como en sus vidas mismas, sumergidas en su pobreza e ignorancia les toca soportar el embate del sistema contra la pobreza que él mismo genera.  
Luchan sin conciencia, luchan desde las “tripas”, como el niño con olor a pichi que le dirá a la maestra que se vaya  al putísima madre que la recontra mil parió y le pegará una piña al compañerito de “raya al costado”, como la adolescente que mirará de reojo y desconfianza al  profesor de educación física que le dice que se anime a soltar su cuerpo en la tela.
Solos enfrentan a un sistema que los quiere exterminar, pero sin heroísmos en la cárcel, no habrán “memorias del calabozo” de estos presos del 2012, que no tiene soportes culturales para curar el espanto.
Los familiares de ahora no pueden organizar marchas donde cante Viglietti.
Donde se admita el silencia, el infierno de sus vidas lleva el compás de la cumbia villera. Estos malditos pobres sin márquetin de izquierda que nos hace odiarlos tanto.
Y si ellos están solos… ¿Donde estamos los demás?