lunes, 18 de abril de 2011

Volante repartidos en la actividad x Haití en el Pinar

Como se sabe, el 12 de enero último pasado un terremoto de 7.3 en la escala de Richter devastó algunos departamentos de Haití provocando - según cifras oficiales - 300.000 muertos, otros tantos de heridos y más de 1.500.000 personas quedaron sin hogar. Ocho meses después, ante la indiferencia de las autoridades - tanto nacionales como extranjeras -, crecen la indignación y el descontento en todo el país. En efecto, desde aquel 12 de enero, las condiciones inhumanas prevalecentes en los 1500 campos de refugio instalados en las zonas afectadas muestran claramente que la crisis humanitaria está lejos de ser solucionada. Asimismo, la cólera sube y los residentes de dichos campos salen a la calle para exigir el respeto a sus derechos de tener una vivienda digna, salud, comida, trabajo y educación. Cabe señalar que muchos de ellos ya fueron expulsados brutalmente por la fuerza policial hacia lugares más lejanos de los centros de poder y de decisión, teniendo en cuenta que varios dueños de esos terrenos reclaman el respeto al derecho de propiedad. Ante tal situación, los conflictos se multiplican; sobre todo cuando el gobierno de René Garcia Préval se conforma alegremente en el rol de asistido y confirma que hará respetar el derecho a la propiedad privada.
Ahora bien, para tener una idea más precisa del drama que se vive, vamos a recordar algunos datos. Según Adam Fysh, responsable de Cluster Abri (una Asociación de organizaciones internacionales que intervienen en la problemática de los sin techos en Haití) confesó. "sólo se construyeron 10.000 "casas transitorias" por un costo de 1500 a 2000 dólares norteamericanos cada unidad". Un verdadero escándalo, porque sabemos que la financiación para la construcción de más de 120.000 viviendas estuvo disponible desde hace varios meses. Por lo tanto, las ONG`s disponen de más de 200.000.000 de dolares norteamericanos para construir dichas "casitas". Según Fysh, la lentitud se debe a las dificultades para la entrega de los materiales y por el problema legal de propiedad.
Es menester señalar que esta situación catastrófica no se registra únicamente en el tema de la construcción, sino que es similar en el de la comida, de la salud, de la educación, etc. Mientras tanto el gobierno haitiano en vez de elaborar un Proyecto capaz de ofrecer soluciones concretas a esos problemas tan acuciantes y aplicarlo, tiene otra prioridad: organizar elecciones presidenciales y legislativas el 28 de noviembre próximo. Elecciones que fueron rechazadas por varios partidos políticos, sindicatos, asociaciones campesinas, estudiantiles, etc. Inclusive, algunos llamaron al boicot de las mismas, y otros a la formación de un gobierno de transición y la de un nuevo CEP (Consejo Electoral Provisorio) independiente del Ejecutivo y de la llamada Comunidad Internacional.
Se trata de decisiones correctas, pues a nadie se le puede escapar que esta farsa electoral que están preparando no sólo no podrá aportar alivio a la urgencia extrema actual sino también porque Haití se encuentra bajo ocupación militar extranjera desde hace ya varios años. Por supuesto, el gobierno consiguió a 19 payasos y energúmenos que se presentaron como candidatos a presidente y un número mayor para las legislativas.
Sin duda la abstención será impresionante, pues nuestra gente entiende que la solución no pasa por esta mascarada cínica y criminal, sino por la lucha para recuperar nuestra soberanía, nuestro derecho a la autodeterminación. Y todo ha de empezar por el retiro inmediato de las tropas del imperialismo norteamericano como así también las de la MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití). Por ello, aparece indispensable e impostergable la solidaridad de los pueblos y de las organizaciones progresistas del continente y del mundo dejando atrás la visión de que Haití tiene que ser asistido. Estamos viviendo un tiempo de definiciones.

Henry Boisrolin