El
22 de diciembre de 2010 llegan desde el Juzgado de Paz de Atlántida los
cedulones de desalojo a algunas de estas familias haciendo efectivo el reclamo
de Neptunia S.A., empresa inmobiliaria que en el año 1947 (momento en que
compra estas tierras) hace total abandono generando además una deuda tributaria
que hasta el presente sigue impaga.
¿Por
qué no a los desalojos?
Hace
10 años construimos las primeras viviendas en estos terrenos, donde la notoria
depresión del suelo implicó una serie de trabajos previos para su construcción.
Desde
hace más de 5 años los actuales demandados venimos construyendo, junto con
nuestros hogares, lazos afectivos y de cooperación en lo que hace parte de la
convivencia de las personas. De este modo compartimos el cuidado
de los niños y ellos comparten los juguetes y los espacios de juegos que
construimos, así como los adultos hacemos con los espacios y las herramientas
necesarias para desarrollar los trabajos que cada uno realiza.
Las
decisiones sobre los espacios comunes que habitamos son conversadas y tratadas
en colectivo.
Mantenemos
compatibilidad de criterios y practicas en la construcción de nuestras viviendas
-madera y barro- y el saneamiento -baño seco-.
Hemos
decidido que entre nuestros casas no haya cercas ni alambrados.
Aquí,
en este suelo que habitamos, entendemos que es básico y también nos gusta
compartir los alimentos que hay en cada casa y el espacio donde se cultivan y
cosechan algunos de estos alimentos, como también hierbas medicinales.
Con
este criterio de prioridad de los espacios colectivos, algunos participamos del
inicio y construcción de la radio barrial, otros formamos parte de la Escuelita
Comunitaria y todos en distintos momentos participamos de las actividades
sociales para fomento del barrio.
Comprendemos
que una adecuada calidad de vida más que el techo implica la vivienda,
entendida como un espacio de intimidad y a la vez como parte de un habitar
colectivo del suelo.
El
desarraigo, el otro exilio que se ejerce en los desalojos es y será
causa del derrumbe de aquellas prácticas alternativas de vida que aún intentan
sostenerse.
Por
eso decimos no a los desalojos y no a la interrupción forzada de este pequeño
proyecto de vida, aquí.
Por
estos motivos sabemos que es absurda la posibilidad del realojo, que causaría
el desmembramiento de una realidad ya existente:
-
La integración social saludable en el territorio que es el barrio.
-
Los esfuerzos y costos de previsión y planificación que venimos dedicando en
torno al problema de la falta de nuestras viviendas que hemos venido
construyendo desde hace 6 años.
-
El desarrollo sostenible que se ha logrado con el empleo de tecnologías
naturales, aplicadas en el tiempo y espacio concreto: el aquí que hasta hoy
habitamos.
-
El valor de los conocimientos y saberes hasta ahora aprendidos colectivamente
en las practicas de construcción de los hábitats, significa también el aprovechamiento
racional de los recursos naturales del lugar; valor que se completa en la
circulación abierta de estos saberes. Y esto requiere atender un proceso de
comprensión de las prácticas y sus sentidos.
-
No somos objetos ni artefactos somos personas, seres culturales por recrear y
crear cultura en este espacio. Es decir, reconocemos el territorio como
indispensable y único para seguir profundizando en la alternativa que
intentamos continuar en este preciado lugar.
De
acuerdo con Elinor Ostrom1 en su crítica a "la visión que
considera a los colectivos incapaces de hacer un uso eficiente de los recursos
desde las perspectivas económica y ecológica¨ 2, y también con los
fines propuestos en la Ley de Vivienda de 1968 (Modelo Fucvam) 3 cuando reconoce que "en América
Latina hace tiempo que los llamados autoconstructores están probando lo mismo
[que Elinor] -sin Premio Nobel- (...) [mientras] la mayoría de las políticas de
vivienda insiste en el mercado como generador de recursos" 4.
Insistimos
ahora en algo que por fundamental y obvio quizá está siendo olvidado:
Los
seres humanos existimos por tener una relación directa e indispensable con la
Tierra; nuestras posibilidades de vida dependen necesariamente de sus
posibilidades de vida. Es una atrocidad aceptar la intermediación del
capital-amo para la transformación de la Tierra y la vida en mercancía. Sin
embargo estos son los códigos del sistema en el que vivimos. Con el capital por
encima de la vida no hay ni habrá Justicia Social.
Uruguay
tiene 176.215 km2 y no llega a 3 millones y medio de habitantes con
“un déficit habitacional de 80.000 viviendas, con unas 150.000 familias en la
indigencia total, con 150.000 viviendas en los asentamientos y otro tanto más
hacinados en la estructura formal de la sociedad” 5 . "En
Montevideo hay 55.000 viviendas desabitadas, unas 500 casas en ruinas y unos 80
edificios inconclusos" 6. Mantener las viviendas vacías es una
de las maneras en que los grupos inmobiliarios manipulan la oferta y demanda, y
por ende el precio de los alquileres.
La
concentración de la tierra en manos de grupos económicos es una tendencia que
va en aumento a pesar de los discursos de políticas sociales.
Mientras
esta sociedad no alcance un estado de desarrollo a escala humana 7
se seguirá protegiendo la práctica especulativa sobre el territorio en
perjuicio de la vida misma de las personas.
Por
todo esto decimos: no a los desalojos tanto en el Remanso como en ningún otro
territorio deshabitado.
APOR (Asamblea
Permanente de Okupantes del Remanso) 4 de abril de 2011
asambleapor@gmail.com
1 –
Elinor Ostrom: Premio Nobel de Economía en 2009, compartido con Oliver E.
Williamson, por "su análisis de la gobernanza económica, especialmente de
los recursos compartidos".
2 – www.fucvam.com.uy
3 – Idem.
4 – Idem.
5 – Idem.
6 – “El País”, Montevideo, 31 de octubre de 2010.
7 – Manfred Max-Neef, “Desarrollo a Escala Humana”.