lunes, 1 de febrero de 2016

Pueblos con capacidades diferentes


Son pueblos para los que es necesario montar una democracia simplificada, o democracia asistida.

Haití se picó. La ola de resistencia popular impulsada por el agravamiento de la situación general y el fracaso del modelo político instalado, ha hecho frustrar los planes de continuidad. Esto los obliga a un ajuste político que hasta ahora no creyeron necesario.

Aparentemente ya está armada la salida, aunque no sea totalmente seguro que funcione. La OEA manda una misión, y la CELAC manda otra en paralelo (Ecuador, Venezuela, Uruguay y Bermudas). Ambas misiones confluirán dando el mismo informe, por lo pronto Uruguay está en ambas.

En realidad el camino ya ha sido diseñado por la OEA. Comprobadas las muchas irregularidades en las elecciones de la primera vuelta en octubre, comparó los resultados con distintas encuestas de opinión, y así se confirma que de cualquier manera el orden de los cuatro candidatos sería el mismo. De modo que según su criterio no valdría la pena anular las elecciones fraudulentas y gastar plata en hacer otras. Elecciones limpias, si el resultado no cambia, no es en este caso algo estrictamente necesario, porque como lo dijo el subsecretario de Defensa uruguayo Jorge Menéndez, no podemos esperar en Haití un proceso electoral como el uruguayo.

A su vez, la OEA ha tendido la mano al otro bando al proponer un "gobierno de transición", o sea desplazar del poder a Martelly que ya ha despertado demasiada resistencia y además no tiene la flexibilidad política necesaria.
Martelly es sacrificable, le darán unos pesos de indemnización por despido. Se hará el malo un rato más, precisamente porque ese es su lugar en el juego.

Entonces, para salvar la difícil situación en Haití, se llegará a un acuerdo civilizado con la oposición -o parte de ella- y se hará la segunda vuelta de elección presidencial con los dos primeros de la vuelta anterior, por más que haya habido "algunas" irregularidades.

Puede decirse que en este momento el candidato opositor, Celestin, ofrece mejores garantías para la continuidad del sistema que el candidato oficialista -al que no lo conoce nadie- porque aquietaría un poco las aguas.

Si se le dan garantías a Celestin de que ganaría (lo que es bastante lógico porque el candidato oficialista solo logró un 30% en elecciones fraguadas, y ahora tiene a todo el mundo en contra), aceptará. Y para asegurarse verdaderamente de aquietar las aguas ofrecerá algunos ministerios a otros candidatos opositores. Seguramente varios aceptarán, la oposición quedará dividida, como ha estado la mayor parte del tiempo precedente.

El acuerdo será endulzado por la participación de los "gobiernos de izquierda" en la mediación, incluyendo Venezuela. Para eso la incluyeron en la misión. El gobierno de Maduro no se la va a jugar por el pueblo haitiano, ahora más que nunca necesita un respiro.

Celestin ganará, y de inmediato llamará a un gran acuerdo nacional para sacar al país de la crisis.
Para eso se necesitará la "ayuda" de la comunidad internacional, con su ala oficial -la OEA- y su ala garantista -la CELAC con participación de Ecuador y Venezuela.

Al mismo tiempo que pide la ayuda internacional en materia económica, pedirá también que la MINUSTAH siga, aunque no será lo mismo. Deberá ser sin andar violando a nadie ni metiendo nuevas pestes en Haití.
Probablemente le cambien el nombre, y por lo tanto ya no habrá más MINUSTAH, lo que tratarán de venderlo como un triunfo. El principal objetivo de la nueva MINUSTAH será entrenar y “controlar” a la policía haitiana.

Como ya lo dijeron, esto no será una injerencia, porque eso iría contra los principios. Será acordado con el gobierno haitiano, que a su vez será un gobierno electo dentro del mismo procedimiento de transición acordado desde arriba y desde afuera.

Ya conocemos el modelo, ha sido ensayado en el continente a la salida de las dictaduras militares, hace 30 años. Es la DEMOCRACIA TUTELADA, y la CONCERTACIÓN. Con amnistía incluida

Baby Doc cayó (1986) más o menos en simultánea con el fin de las dictaduras militares en el continente, pero siguió un período del “duvalierismo sin Duvalier”, en paralelo con nuestras “democracias de transición” neoliberales.
Hacia el final de ese período (1991), unos años antes del comienzo del ciclo de gobiernos pos-neoliberales (socialdemócratas y/o nacionalistas bonapartistas) llega a la presidencia en Haití lo que era para el momento un socialdemócrata de izquierda, Jean Bertrand Aristide. No pudo gobernar, lo derrocaron a los 7 meses. Luego (1994) volvió por un acuerdo con los yanquis.

Pero de nuevo, en 2004, Aristide fue invadido, derrocado y secuestrado por la intervención imperialista, justo al comienzo del ciclo socialdemócrata en América Latina, y fueron esos gobiernos los que legitimaron su derrocamiento participando en la MINUSTAH, avalando el experimento de restauración neocolonial en Haití, experimento que ahora se cae al mismo tiempo que empiezan a caer esos mismos gobiernos socialdemócratas. Ambos aspectos son parte de un mismo proceso.

No sabemos si de verdad esta nueva fantochada aquietará las cosas en Haití. Hasta tanto no llega nuestra pericia en leer el futuro. Sabemos sí algunas cosas.

No es nada fácil para las organizaciones populares haitianas pasar a esta nueva etapa política que se inicia, sin haber logrado la preparación adecuada. Y estas organizaciones están todavía muy fragmentadas e inmaduras. Estos problemas no se superan de un día para otro. Eso también lo sabemos por experiencia propia.

De cualquier manera no nos corresponde hacer una "injerencia" en los asuntos haitianos, ni es nuestro tema. Lo es lo que haga Uruguay. Y en este sentido:

1. Lo que ocurre hoy en Haití demuestra el FRACASO COMPLETO DE LA MINUSTAH, y de todo el proyecto de restauración neocolonial. Da por tierra todas las presuntas justificaciones y subterfugios.

2. Lo único que corresponde es el RETIRO INMEDIATO E INCONDICIONAL de las tropas. No importa lo que inventen ni quién viene ahora a poner la cara. Ninguna concesión.

Pero de esto hay que rescatar lo positivo. Una nueva forma de encuentro internacionalista, en el momento del declive de los gobiernos "de izquierda" en el continente. Es otra contribución haitiana
FERNANDO MOYANO