domingo, 31 de enero de 2016

Entrevista desde Francia al Colectivo Editor de El Libertario


Revista Ballast (http://www.revue-ballast.fr/)

1. Publicáis un libro sobre la historia del anarquismo en Venezuela. Interesémonos en el siglo XX. ¿Qué papel desarrolló el movimiento anarquista durante el período del puntofijismo y durante el “Caracazo” de 1989?

La presencia de grupos anarquistas durante el período democrático-representativo previo a la era chavista se puede dividir en dos lapsos: uno que va desde 1958 a 1970, donde la presencia marcada del exilio ibérico es la característica reconocible, hasta la desarticulación de la experiencia en la Universidad Central de Venezuela; y otro que va desde ese hecho hasta bien entrada la década de 1990.

Previó a ello, existió una vinculación entre algunos militantes de Acción Democrática y exiliados españoles de la CNT; Bernardo Pérez Salinas, José González Navarro, Augusto Malavé Villalba, Salom Mesa Espinoza y Francisco Olivo fueron algunos “adecos” que ayudaron a los anarcosindicalistas ibéricos desde 1945, facilitando su ingreso al país, ayudándolos a conseguir empleos y apoyándolos económicamente. A diferencia del PCV, URD o COPEI, en sus inicios AD fue un partido policlasista, profundamente agrarista y anti-imperialista que brindó apoyo logístico a los refugiados ibéricos.

Con el posterior envilecimiento de la socialdemocracia, la caída del poder adquisitivo, la derrota  del proceso de lucha armada que impulsó la izquierda marxista en la década de 1960, el continuo deterioro institucional y la infantilización de las dinámicas sociales, hubo un modesto resurgir y aparición de grupos anarquistas que rechazaban el statu quo socialdemócrata (fines de los 70 y años 80).

El “Caracazo” (27/2/1989) fue una explosión popular que tuvo ciertos rasgos de insurrección anarquistas (saqueos, ataque a la propiedad privada y casas de partidos, enfrentamiento desigual con el ejército, redes de complicidad entre saqueadores el grueso de la población, etc.) pero que no fue ni impulsada por los anarquistas ni tuvieron protagonismo relevante. Podríamos encontrar similitud de este estallido social con los motines de subsistencia de los siglos XV a XIX en Europa.

Lo que si hay que rescatar, es que el Caracazo dio inicio a una articulación y presencia de anarquistas en diferentes luchas gremiales, barriales, campesinas y estudiantiles; como fue la huelga de HRH, la presencia en la Asamblea de Barrios, las movilizaciones contra el paquete económico, las protestas contra la celebración del Quinto Centenario del “Descubrimiento” o la solidaridad con los campesinos de Los Cañizos-Palo Quemado (en el estado de Yaracuy).

En el libro Contracorriente: La historia del movimiento anarquista (1811-1998) del compañeros Rodolfo Montes de Oca, que saldrá a la luz este año de la mano de La Malatesta Editores en Madrid, se expone de forma cronológica y bien documentada la presencia anarquista durante este periodo.

2. ¿Qué relación teníais con la tentativa de golpe de Chávez en 1992 (apoyo, critico o condena)? ¿Y con el Movimiento Quinta República? ¿Ningún puente se dibuja con el “chavismo” antes de la llegada al poder en 1998?

El Libertario no existía –como publicación o como colectivo- en 1992. Aparece a mediados de 1995. Sin embargo, se expresó una clara y razonada opinión de rechazo al golpe militar de 1992 en Correo A, vocero anarquista que para entonces se publicaba en Caracas (ver http://correoa.blogspot.com). Por lo demás, era impensable cualquier relación o afinidad con la logia militar que propició el golpe, inspirada en ideas y objetivos del todo ajenos, e incluso hostiles, al socialismo libertario.

En cuanto al Movimiento V República (MVR), fue fundado tras la salida de prisión de Chávez y demás cabecillas golpistas en 1997. Dadas sus características (caudillismo extremo, pro-militarista, afinidad con las expresiones más autoritarias y retrógradas del panorama político del país, oportunismo que no le hacía ningún asco a las alianzas con sectores del capital nacional y transnacional, discurso desvergonzadamente demagógico), no buscamos ningún vínculo con obvio recelo, ya que nos generaba temores fundados sobre lo que representaría su eventual ascenso al poder, temores que empezaron a confirmarse desde el comienzo de la primera presidencia de Chávez en 1999. En nuestra web www.nodo50.org/ellibertario pueden consultarse las ediciones de El Libertario en aquellos años  para comprobar esto.

Adicionalmente, un integrante de nuestro Colectivo presenta a continuación un testimonio que amplia e ilustra esta respuesta:

«En mi caso personal fui uno de los cien fundadores del Movimiento Quinta República como lo pueden evidenciar los documentos constitutivos de esa organización política ante el Consejo Supremo Electoral como se denominaba a la sazón el organismo electoral venezolano. Fui testigo de excepción de la fundación de ese partido y percibí claramente que se trataba de una organización de naturaleza militarista y estalinista. El líder Hugo Chávez era quien decidía absolutamente todo en consonancia con los grupos asesores y los financista de su campaña electoral.

Era un movimiento heterogéneo porque participaban gente de la izquierda tradicional muy fracasada venida de una derrota militar, política y moral. Después de la frustración de la lucha armada. Chávez les daba oportunidad de una cuota de poder y eso fue un gran atractivo para quienes militaron en diversas parcelas marxistas: el Partido Comunista, la Liga Socialista, sectores del Bandera Roja y de Tercer Camino-Ruptura, el MAS, el MEP y toda la diversidad del espectro político de la denominada izquierda.
Asimismo, había militares neofascistas que habían participado en la represión del 27 de febrero de 1987 con una formación reaccionaria propia de los administradores de la violencia del Estado en Venezuela.

Chávez era tan militarista que la tentativa ineficaz de golpe de Estado no tuvo ninguna actividad en los medios de difusión de masas ni una participación civil en su conducción, totalmente impregnada de oficiales de las Fuerzas Armadas. Una logia castrense pretendía tomar el poder sin requerir a la sociedad.»
 
3. Sois muy críticos en relación a la dicha “revolución bolivariana”. ¿Por qué no merece este nombre? ¿Qué balance hacéis de la “transición hasta el socialismo” a través del poder estatal?

No existe ninguna “revolución” porque en Venezuela no ha habido ninguna clase de transformación social, económica, cultural ni política. Es básicamente continuación de la democracia representativa burguesa instaurada en 1958 con contenido militar y pirotecnia verbal seudo izquierdista. Sus políticas son esencialmente clientelares y de reformas sin relevancia. Además, es una experiencia autoritaria con visos de cada vez mayor presencia policial y castrense en la vida nacional. Nunca antes, ni siquiera en las administraciones militares de Juan Vicente Gómez y Pérez Jiménez, había un espacio tal amplio ocupado por los altos cuadros del aparato estatal. Con Chávez la fuerza armada controla las finanzas, los alimentos, las divisas, las construcciones e infraestructura, las compras armamentistas e incluso los negocios criminales del contrabando de gasolina y de estupefacientes. En síntesis, es una gestión teñida del dominio de una dirección de los agentes de la guerra. Asimismo, el adjetivo “bolivariano” solo sirve para encubrir, con una neolengua propia de los regímenes fascistoides, la invocación al Libertador Simón Bolívar a fin de procurararle legitimidad a una administración como la militar y otorgarle identidad, asociándola con un proceso como el de la secesión del imperio español acaecido al inicio del siglo XIX.

Al no existir revolución no hay ninguna transición al socialismo. Es una ficción propuesta para edulcorar un esquema nasserista y castrista como es el venezolano. Ni la economía es socialista dado que solo el 3% del Producto Interno Bruto es del sector social ni en el plano político se ha dado pasos para elaborar una democracia participativa ni directa sino todo lo contrario, cada vez hay mayor concentración de poder en manos de las fuerzas armadas y el líder fallecido. Ningún poder estatal es socialista porque se trata del aparato de dominación del sanedrín que domina a la sociedad.

Mucho más puede, y debe, expresarse en tono de crítica a la “revolución bolivariana”. Como ello no es posible en el marco de esta entrevista, remitimos al muy documentado libro de Rafael Uzcátegui, compañero de El LibertarioVenezuela, la revolución como espectáculo, editado en castellano, inglés, francés y accesible en Internet.
 
4. Destacáis que uno de los puntos negros es la ausencia de política ecológica. ¿Qué soluciones preconizáis para salir de la renta petrolera que financia hoy los programas sociales de salud y educación?

Uno de los innumerables puntos negros es precisamente el de las decisiones sobre el ambiente. Existen múltiples agresiones graves en contra del medio ambiente como lo puede demostrar la extracción del carbón en el estado de Zulia, entregada a transnacionales en minas a cielo abierto, la plataforma deltana donde se extrae el gas, el tendido eléctrico hacia Brasil donde interesó más tender cables que el respeto a la naturaleza, uso del tan criticado fracking confesado por el monopolio estatal de petróleo, PDVSA, e incluso construcciones de viviendas sin respeto a las regulaciones de urbanismo en la denominada Gran Misión Vivienda Venezuela, programa improvisado  que inclusive han edificado en áreas de alto riesgo sísmico como Ciudad Caribia al lado de la autopista Caracas-La Guaira.

Venezuela no puede seguir siendo un país extractivista-rentista porque ese paradigma ha llevado a la actual coyuntura crítica. Voces reconocidas como el economista Alberto Adriani, el intelectual Arturo Uslar Pietri, el fundador de la OPEP Juan Pablo Pérez Alfonso y el catedrático y prolífico autor Domingo Alberto Rangel, lo pronosticaron, pero las administraciones del gomecismo, el perezjimenismo y la democracia representativa (en sus dos vertientes, la partidista y la militarista-chavista) jamás les importó este aciago desenlace. Nunca hubo la intención de rectificar la senda del rentismo petrolero, sencillamente porque ese es el rol asignado por los factores mundiales de poder a Venezuela, vale decir, ser proveedores de energías fósil, lo cual acató con obediente entusiasmo la élite política local.

La renta petrolera no financia programas sociales sino asistenciales, que además operan en una escala mucho menor y efectiva a lo que intentan hacernos creer la propaganda oficial y sus admiradores en el exterior. Las misiones son mecanismos de dádivas populistas para dar una solución inmediatista a determinado problema pero no atacan sus raíces estructurales: la pobreza y la falta de seguridad social las cuales no han sido resuentas por el chavismo y su secuela el madurismo.
 
5. Nicolás Maduro critica la estabilización económica urdida por la oligarquía venezolana pro-estadounidense: la organización de penurias alimentarias, la depreciación voluntaria del Bolívar y las campañas mediáticas calumniosas formarían parte de la estrategia clásica de los liberales sur-americanos. ¿Validáis esta explicación? ¿Un “frente común” contra la reacción sería posible?

Es lamentable que la pregunta sea presentada en un tono que parece asumir, o al menos da credibilidad, al demagógico lenguaje “anti imperialista” con el que el gobierno de Maduro ha pretendido excusar el horrendo fracaso de su gestión económica, que por lo demás es continuación del camino trazado por Chávez. Ver  una conspiración del imperialismo U$A y sus socios locales como causa esencial y casi exclusiva de la crítica situación que hoy vivimos en Venezuela, trae como resultado ignorar –e incluso encubrir- a las verdaderas raíces y responsables de esta situación.

No existe ninguna guerra económica contra Venezuela urdida desde el Pentágono, la CIA y/o Wall Street. Es el camino errado asumido por la gestión de Chávez y Maduro el responsable de la hecatombe económica y social acaecida acá. La escasez, el desabastecimiento y la hiperinflación (la más alta del mundo) son consecuencia de los desaciertos incurridos por un gobierno realmente incapaz. Chávez se propuso liquidar al sector industrial y agrícola para acentuar la dependencia de las personas del Estado y para reemplazar la ausencia de producción nacional empleó los petrodólares en un proceso masivo de importaciones. Pero sucedió que el precio del barril petrolero cayó y ahora no hay divisas para importar y además, hubo un descomunal fraude con las denominada “empresas de maletín”, donde estafadores vinculados al gobierno y los militares se llevaron los dólares que cedía el Estado. Venezuela era un país que hasta hace poco exportaba café y varios productos agrícolas como los granos; ello varió porque ahora importamos también esos rubros.

La moneda nacional ha sufrido un proceso de devaluación y tal circunstancia ha generado la inflación puntual de más del 200% en el año 2015. Si bien es cierto que el valor real del dólar americano se encuentra alrededor de Bs. 200,oo (resultado de dividir la liquidez monetaria entre las reservas internacionales), no existen divisas y se ha creado intencionalmente una especulación feroz en torno a la moneda estadounidense.

Tampoco puede hablarse de campañas mediáticas porque el madurismo controla la inmensa mayoría de la prensa, radio y televisión. Los estatales tienen muy poca penetración pero se las han ingeniado para adquirir diversos medios a través de grupos empresariales “boliburgueses” o afines al gobierno; cerrando algunos como Radio Caracas Televisión mediante la no renovación de la concesión y neutralizando otros. Los medios escritos han sido comprados como por ejemplo el periódico Últimas Noticias, amarillista de gran circulación popular así como El Universal cuyo público es la clase media hacia arriba. Mediante procedimientos mafiosos han alcanzado complicidad y silencio comunicacional. Por lo demás, se descalificar toda acusación de corrupción y sobre las turbias conexiones que operan en diversos niveles del gobierno (por ejemplo con el narcotráfico) con la excusa de que siempre se trata de “campañas imperialistas calumniosas”, necesariamente lleva al silenciamiento de cualquier crítica al oficialismo, aún la más leve, con el pretexto de que “no podemos dar armas al enemigo”, algo que continuamente repiten los defensores del chavismo y el madurismo.

Proponer un frente común con el chavismo-madurismo sería apuntalar al segmento político de la reacción ahora en el gobierno. La oposición parlamentaria nucleada alrededor de la MUD [Mesa de Unidad Democrática] es más bien socialdemócrata y de centro derecha, responsable con sus pésimos gobiernos del pasado del surgimiento del mesianismo militar presente. El oficialismo es autoritario, militarista, populista y de una naturaleza neofascista.   



6. ¿Participáis en las Comunas de los barrios populares? ¿Vive el diálogo contradictorio dentro o no? ¿No es un instrumento para que el pueblo se convierta en “sujeto político” por la democracia local?

Otra pregunta hecha desde una visión que da rasgos de veracidad a la propaganda oficial, que solo es creíble por quienes desconozcan la realidad que hoy se vive en los barrios y las comunidades campesinas o indígenas venezolanas. Las comunas son entidades semi-gubernamentales controladas y financiadas por el poder ejecutivo nacional, lo cual está clara y explícitamente reglamentado en la normativa que las rige. No tienen ninguna autonomía y cumplen la función de administrar el clientelismo político típico de los regímenes representativos y militares. Están dirigidas desde arriba y los sectores populares no son sujetos políticos sino simples ejecutores como corresponde a un esquema cuartelero.

7. El chavismo hace vivir un relato de emancipación patriótica del pueblo utilizando la historia política del país (Bolívar, Miranda, Zamora etc.) que encuentra un eco “de masas”. ¿Qué relato concurrente proponen los movimientos libertarios/anarquistas venezolanos para federar los humildes?

El chavismo ha mezclado la escuela épico-romántica de la historia, representada por Juan Vicente González y Eduardo Blanco, con la marxista-stalinista, cuyos historiadores más conocidos son Carlos Irazábal, Federico Brito Figueroa, J.B. Fuenmayor y J.R. Núñez Tenorio. Es una simbiosis del panegírico épico al militarismo fundacional de la nación con el “descubrimiento” del carácter revolucionario social de Simón Bolívar y la clase mantuana. Esa élite oligárquica era eurocéntrica, racista y sojuzgó a la sociedad de la naciente república al desplazar a los españoles en la estructura social. Es una tentativa de reescribir la historia nacional para justificar y obtener cierta legitimidad.

El pueblo venezolano ha sido formado con símbolos autoritarios y su historia ha sido enseñada por una educación reaccionaria que se ha propuesto crear e imponer una subjetividad patriotera en la población. El relato al que nosotros apostamos es más bien de liberación, de ruptura con un pasado trágico y un presente peor. Más eso solo se puede alcanzar con un alto grado de consciencia social que dé al traste con los símbolos conservadores que han patrocinado los autoritarismos de derecha e izquierda.

8. Los últimos resultados electorales en Argentina y Venezuela indican un giro hacia la derecha del continente. Como analizan el futuro y la reconfiguración de fuerzas de izquierda en América Latina?

Otra pregunta que requiere de aclaración previa, pues, por ejemplo, sugerir que en Argentina Scioli representaba a la “izquierda” y que, a causa de su derrota, hay un “giro a la derecha” resulta sorprendente, sino grotesco. Igualmente si ponemos la lupa en los procesos económicos y sociales fundamentales, veremos que las líneas de acción gubernamental fundamentales se mantienen, más allá de la superficial distinción que separa los regímenes de derecha de los de “izquierda”. El ejemplo más claro lo tenemos en la entusiasta aplicación que unos y otros hacen del modelo económico extractivista.

El poder estatal en América Latina es el mismo, sea de “izquierda” populista extractivista o de derecha. En la década de los sesenta fueron los regímenes militares vigentes en la Guerra Fría; en los setenta surgió el populismo socialdemócrata; en los ochenta el neoliberalismo; en los noventa la izquierda; y ahora la centro derecha. Son variantes de la administración del poder en la región. Quién puede pensar en la renovación histórica con los hechos de corrupción en Brasil bajo las gestiones de Lula Da Silva y Dilma Russef o de la inmensa estructura organizada por los militares venezolanos. Son la misma cosa con diferencias solo en el lenguaje que las intenta justificar.

La izquierda hacia el futuro debe estar en la búsqueda de la destrucción o la disolución del poder y no gestionarlo porque su rol ha sido evidente. Reconfigurarla pasa por una redefinición ideológica y una reformulación de objetivos. Apuntar a  otra parte es perder el tiempo y repetir la gran frustración.

Enero 2016

[Nota: La versión en francés de la entrevista se publicará en el N° 3 de la revista Ballastque está previsto a imprimirse el 1er. semestre de 2016.]