domingo, 28 de julio de 2013

Impresiones de un andaluz sobre el movimiento anarquista en Grecia


Voy a tratar de plasmar las impresiones que, fruto de un viaje, me ha generado el contacto con el movimiento libertario en Grecia. Lamentablemente ni pude estar mucho tiempo ni ver muchos sitios, por lo que lo escrito aquí no debe ser interpretado mas allá de mi visión personal sobre lo que viví con los compañeros de allí, no siendo por tanto un análisis serio del movimiento anarquista y muchísimo menos sobre la situación del país. Si a esto le sumamos que mi militancia suele andar mas orientada a lo que podría denominarse trabajo de base que a los análisis y la producción teórica, es seguro que cometeré muchos errores. No obstante, espero que pueda dar una idea aproximada de algunos aspectos del movimiento griego y sirva de orientación para las personas interesadas y que no tengan un contacto de primera mano con él. Muchas de las cosas que ocurren en el anarquismo en Grecia tienen cierta conexión con debates que se están dando en el estado español, ya que salvando las diferencias, tenemos muchos puntos en común, tanto en el entorno de lo libertario como la situación política general. Sería deseable acentuar los contactos y conexiones entre ambos movimientos y los otros lugares del mediterráneo, ya que la situación económica y política nos obliga a desarrollar un movimiento libertario fuerte en base a esos puntos. Además de esa necesidad de empezar a trabajar en común (y siempre dentro de una perspectiva internacionalista, sin desmerecer la coordinación en entornos mas extensos en el planeta), a nivel local podemos aprender muchos unos de otros para conseguir sortear los obstáculos que hacen que hoy por hoy el movimiento anarquista en ambos países no consiga ser un referente o alternativa política a nivel popular. Todo ello en un momento en que la izquierda partidista, tanto ortodoxa como vestida con ropajes mas alternativos, no consigue articular una respuesta política a la evidente regresión en cuanto a derechos que estamos sufriendo, sin soñar siquiera en plantear modelos sociales rupturistas, y cuando además la amenaza fascista va cristalizando día a día y consiguiendo (sobre todo en Grecia y el este de Europa) establecer sus propias parcelas de actuación tanto en la calle como en los parlamentos.

Cuando uno llega a Grecia lo primero que le llama la atención es que la política en general y el anarquismo particularmente están mucho mas presentes en la calle que en nuestro país. Nada mas llegar, viendo el paisaje urbano, no es posible dejar de reparar en la gran cantidad de pintadas y carteles que llenan las paredes y el mobiliario. Esto se acentúa en las universidades, colegios y hospitales. Están, sobre todo las primeras, literalmente empapeladas con todo tipo de propaganda política y muestran casi siempre alguna pancarta referente a algún tema político. Volviendo a la calle, además de las típicas firmas de los grafiteros, abundan las antifascistas y muy especialmente las a circuladas. En edificios públicos como juzgados y oficinas del gobierno, también hay siempre alguna pintada o manchas de haber arrojado pintura contra ellas, a pesar de que, como me explicaron, se afanan en tratar de mantenerlos limpios. Por otro lado, la presencia del fascismo de Amanecer Dorado aparece también de forma siniestra en las paredes de algunas zonas de las ciudades en forma de cruces célticas, pero siempre tachadas.

Esta importancia de la política en Grecia se confirma cuando uno empieza a tener contacto con la gente de allí. El número de colectivos políticos de ciudades como Tesalónica o Ioannina (en las que estuve casi todo el tiempo) se multiplica por diez comparándolo a localidades de tamaño similar en el estado español. Tanto a nivel de partidos izquierdistas de distinto tamaño y pelaje como de grupos libertarios, asambleas y colectivos, así como casas okupadas y centros sociales que sirven de espacios políticos. Por poner un ejemplo que me sorprendió bastante, en Ioannina me encontré con unos chicos estudiantes de química, que formaban un colectivo de su facultad que se reunía en uno de estos centros sociales y trataba de cuestiones políticas y sociales, no solo referidas al movimiento estudiantil. Grupos como este abundan en Grecia, con lo que podemos hacernos una idea de la efervescencia política y la cantidad y variedad de colectivos que hay. 

Esto nos lleva a un aspecto importante (con sus pros y contras) de los movimientos políticos y especialmente del libertario en Grecia: la juventud de sus miembros. La impresión que me llevé de estos chavales fue muy positiva, sorprendiéndome la energía y seriedad con la que militan. Cuando deciden convocar cualquier actividad se emplean a fondo a la hora de publicitarlo y organizarlo, especialmente en el caso de acciones y manifestaciones, aunque también en el caso de charlas y eventos. Mientras que, por poner un ejemplo, en gran parte del estado español una pegada de carteles se suele hacer en muchos casos en un rato, en Grecia llenan la ciudad de ellos, y no me refiero solo a espacios en los que colabora mucha gente u organizaciones, sino a también a colectivos sin importar su tamaño. Ese mismo ímpetu lo puedes ver en las concentraciones, manifestaciones y piquetes. Tuve la suerte de participar en varios de estos últimos, correspondientes a conflictos de ESE, y me impresionó la energía desplegada en ellos, así como la capacidad de convocatoria de un anarcosindicato pequeño comparado con los del estado español. Me pareció sorprendente ver a tantos jóvenes en un piquete y la forma de gritar las consignas y la actitud general, muy activa, todo ello durante un periodo de tiempo prolongado para lo habitual aquí.

En general hay muchas ganas de hacer cosas, mucha energía. La impresión que me llevé de los griegos es que son gente de buen corazón, muy nobles, trabajadores, cercanos, parecidos a nosotros pero a la vez con un punto distante. Son muy rebeldes, mucho mas de lo que vemos por aquí, con un punto incluso algo inocente e idealista (precisando que vengo de una ciudad muy dada a la picaresca). Tienen perspectivas muy abiertas en lo ligado al anarquismo, se nota que no sufren el peso de la historia, tradición y organizaciones que mediatizan lo libertario en España. También puede que tenga que ver en el carácter de la gente del movimiento de allí la sorprendente ausencia de drogas en la juventud. Tanto en el movimiento como en el ambiente universitario me sorprendió que incluso en raves la gente no tomaba nada distinto al alcohol y no había nadie vendiendo. Según me contaron en la mayoría de las okupas si pillan a alguien consumiendo algún tipo de estupefaciente (incluyendo fumar porros) lo echan de allí. Es cierto que se bebe, pero no vi una presencia del alcohol tan constante como aquí, y casi nadie fuma hachís o marihuana, muchísimo menos en la calle.
Percibí mucha menos frivolidad de la que hay aquí en el movimiento okupa. Es cierto que la gente tiene una estética más o menos reconocible, pero son mas austeros y se abusa muchos menos de los elementos decorativos (piercings, tatuajes, rastas, etc...) No vi apenas tribus urbanas y estéticas digamos concretas, (punks, skins, hippies...). Tampoco se veía la suciedad de la que hacen gala muchas veces en otras partes de Europa ciertos compañeros, tanto a nivel personal como en los edificios. Comparadas con las okupas de aquí, la mayoría de las que vi estaban mucho mas cuidadas y limpias (con algunas excepciones), siendo evidente que la gente las trabaja mucho más. En general en las ciudades en las que estuve abunda la okupación tanto como viviendas para jóvenes como de centros sociales, en muchos casos mezclando ambas cosas. Parece que los desalojos son mucho menos frecuentes (por ejemplo estuve en una okupa de Atenas que lleva 20 años funcionando). La participación en las ocupas es muy alta, traduciéndose esto en una gran cantidad de actividades, la mayoría con gimnasios bien equipados, charlas, conciertos, grupos de teatro, bailes, supermercados ecológicos y mil cosas más. Tengo especial buen recuerdo de las que frecuenté en Tesalónica (Scholeío y Orfanatrofio) y Ioannina (Antiviosi).

Hay otra forma de mantener espacios políticos conocida allí como “Centros Sociales”, consistente en locales alquilados, organizados de forma asamblearia por distintos colectivos y con un carácter mas estable. Dentro de estos me impresionó “Micrópolis”, en Tesalónica, un edificio gestionado por el Movimiento Antiautoritario (Antieksousiastiri Kinisi).El alquiler se paga con un bar-cafetería situado en la primera planta y en las superiores hay distintos proyectos cooperativos tales como una copistería, un supermercado de productos locales y provenientes del comercio justo, una guardería, una biblioteca, una enfermería para animales dañados y mas cosas. Me sorprendió bastante lo bien organizado que estaba, pero lamentablemente no pude conocer mucho acerca de la organización o movimiento que lo gestiona, mas allá de que parece una apuesta organizativa formal dentro de lo libertario y que al parecer ahora están bastante centrados en el tema de la economía social y la recuperación de espacios. Las referencias que tuve por parte de otros anarquistas fueron que en muchos casos parece una organización un tanto centralizada, lo que ha provocado algunos roces con otros colectivos, aunque lamentablemente no tengo mucha información sobre ese tema.

Un aspecto vital para entender el movimiento anarquista griego, ya señalado mas arriba, es la falta de tradición y organizaciones anarquistas más o menos clásicas. Como he dicho antes esto tiene un efecto positivo, ya que ha posibilitado un movimiento muy joven, abierto y de gran fuerza y dinamismo. A diferencia de España no se ha caído en el burocratismo, rigidez y polémicas absurdas que en muchos casos ha generado el “anarquismo clásico” y sus organizaciones, y por otro lado tampoco en la frivolidad y superficialidad de la que, quizá como reacción, peca el anarquismo más autónomo. Pero también es cierto que tiene sus problemas. En Grecia, según me contaron, hay una identificación que raya en lo absurdo de la organización con el autoritarismo y los partidos políticos, llegando incluso a afectar a los procesos asamblearios en sus aspectos mas básicos. En muchos casos (aquí hablo de oídas porque como es lógico no entendía nada en las asambleas que presencié) el concepto de desarrollar acuerdos de la asamblea por medio de grupos de trabajo es desconocido, planteándose incluso problemas a la hora de recoger actas o tener responsables de tareas. Esto se traduce en dificultad en la participación de personas con menos disponibilidad de tiempo que los jóvenes y dificultad de mantener estructuras organizativas complejas.

También hay algo que la “tradición” anarquista (en gran parte por el anarcosindicalismo) nos ha dejado en el estado español y que se echa en falta: la concepción del anarquismo como expresión de la clase trabajadora y la gente humilde en general. Tampoco es que por aquí andemos sobrados de esto últimamente, pero hay mas tentativas en ese sentido, al menos en comparación con un movimiento anarquista de un tamaño considerablemente mayor como es el griego. No hay en Grecia tantos movimientos vecinales o luchas sociales con un carácter antiautoritario sin ser específicamente anarquistas como en el estado español. Todo parece mucho mas politizado, no parece existir el concepto de movimientos sociales tal y como lo tenemos aquí. Es interesante la distinta evolución que tuvo el movimiento de las plazas que comenzó en Sintagma respecto al 15M español, teniendo un carácter mucho menos izquierdista el primero y en el que los anarquistas en su mayoría no participaron. ¿Es esto una ventaja o un inconveniente? Dada la situación política en Grecia, es posible que por parte del anarquismo se pueda crear un movimiento popular libertario sin tener que participar en movimientos sociales junto con la izquierda estatista, pero no se si el hecho de estar directamente autodenominado como anarquista puede resultar un límite para la acción política de las masas. 

Por otra parte algunos sectores anarquistas griegos (los llamados nihilistas, que por lo que sé tienen gran parecido al insurrecionalismo que estuvo en boga aquí hace no muchos años) hacen gala de un maximalismo que les hace difícil conectar con la población y se cae en el mismo error que muchas veces se comete también aquí, el tener una actitud de rechazo a la “gente normal”. En favor de este sector del anarquismo griego, hay que decir que se mueven mucho mas que por aquí, con acciones de una contundencia que todos conocemos. En su contra, este carácter maximalista les lleva muchas veces a tachar al resto del movimiento ácrata de “no anarquistas”, habiéndose llegado incluso a ataques contra el resto del movimiento anarquista en Tesalónica que llevó a una lamentable lucha de tendencias. 

Hay iniciativas muy interesantes como las de los compañeros de ESE, que intentan crear una organización anarcosindical en el complicado sistema griego (en el que no hay sindicatos propiamente dichos como aquí, sino una especie de corporaciones estatales a cuyas elecciones concurren grupos sindicales). Como dije me sorprendió la energía desplegada en los piquetes, así como las excelentes relaciones que tienen con miembros de las okupas anarquistas (participando y siendo apoyados por ellas). Me pareció un gran punto a su favor que al ser una organización pequeña y relativamente nueva no soporta el peso de estructuras y en muchos casos folklore heredado que sufrimos en el estado español. Por otra parte, el mantener la idea de la necesidad de organización y lucha en el ámbito laboral es en Grecia una gran aportación a un movimiento que durante años tildó estas luchas como reformistas y contrarias al anarquismo. 

Otra iniciativa muy interesante es la autogestión de la fábrica de materiales para la construcción de Vio.Me. El empresario quiere cerrarla, abandonándola, con la respuesta por parte de los trabajadores de afrontar el reto de seguir con la compañía de forma colectiva, apoyados por ESE, el Movimiento Antiautoritario y el resto de los colectivos libertarios. Actualmente buscan relanzar la producción de la fábrica recaudando el dinero necesario mediante la venta de productos de limpieza por medio de un circuito comercial cooperativo, con la perspectiva de participar en un proceso de creación de una economía social que permita una alternativa a las prácticas capitalistas.

Como veis hay cuestiones similares a las que hay en el estado español, con debates parecidos acerca de como organizarse y conectar con el puebo. Lamentablemente en Grecia, a pesar de la potencia del movimiento no ví una gran relación con las clases populares que están sufriendo los recortes. Hablando con compañeros de Tesalónica de este tema comentábamos que en el CSOA en el que estabamos había muchísimas actividades, pero casi todos los participantes eran jóvenes en su mayor parte estudiantes. Esto es algo que podemos extrapolar al resto del movimiento anarquista griego. A mi pregunta sobre la actividad de Amanecer Dorado, me contestaron que por el centro de la ciudad no aparecían, ya que está dominado en su mayor parte por los anarquistas. Por el contrario en los barrios periféricos y humildes, no sabían a ciencia cierta cual era la situación, siendo seguro que habían abierto una sede al lado de una comisaría para no ser atacados, lo que da idea de su debilidad en la calle. Sospechaban que estaban detrás de la organización de asambleas vecinales para protestar contra la prostitución y la inmigración en el barrio de un compañero, pero no se había participado en ellas para contrarrestar esa actividad. Algo parecido me pareció cuando pregunté en Atenas: allí la presencia de AD es más fuerte, sobre todo en los barrios pobres, mientras el anarquismo está en una zona céntrica. Esto debería llevarnos a una reflexión importante. En un lugar en el que hace unos años era impensable la presencia de nazis en la calle y la vida política, han conseguido colarse en las instituciones y empiezan a tener sus propios espacios en algunas ciudades. Han sabido ver y aprovechar los huecos que se les han dejado, maniobrando hábilmente, usando de forma inteligente golpes de efecto mediáticos, consiguiendo actuar en la calle con una excusa asistencialista, por ejemplo mediante repartos de comida (cosa que imposibilita un ataque directo por parte del antifascismo). En general la imagen que me llevo de Amanecer Dorado es por un lado menos fuerte del alarmismo creado por los medios en Europa, pero por otro mucho más siniestra y peligrosa, la de un movimiento escurridizo y que se ha sabido hacer difícil de parar. Deberíamos analizar esto ahora que todavía estamos a tiempo. En Grecia hasta ahora han conseguido hacer frente a una mayoría izquierdista en la calle apabullante, a un movimiento anarquista mucho mas desarrollado y fuerte que el nuestro, así como un antifascismo muy serio, preparado y arrojado. Pero han aprovechado la falta de sintonía del anarquismo y la izquierda con gran parte de la gente que está sufriendo los recortes en Grecia. Muchos de los que se han caído del sistema clientelar del PASOK y pequeños tenderos arruinados entran en el juego de Amanecer Dorado. Si los compañeros griegos no son capaces de dar con la clave pueden enfrentarse a un problema muy grave en los próximos años, ya que hay un reflujo (al igual que aquí) de las masas, cansadas de manifestaciones y movilizaciones que no han conseguido parar el empobrecimiento y pérdida de derechos que sufren. Si no se consigue construir una alternativa para las necesidades concretas de los griegos empobrecidos, de comida, trabajo, vivienda y sanidad, muchos de ellos van a caer también en el chantaje clientelar de Amanecer Dorado, nutriéndoles de una fuerza en la calle con la que enfrentarse a la izquierda y de un apoyo en las instituciones que puede dar un vuelco a la situación política. Creo que esta es la gran asignatura pendiente de los anarquistas griegos, ya que la potencia del movimiento no será suficiente si no logran articular esa alternativa popular. Nosotros, aquí en el estado español, también tenemos que tomar nota de esto, porque si en un país como Grecia los nazis están consiguiendo estas cosas, aquí también pueden hacerlo y posiblemente con más facilidad.

Pero creo que los compañeros griegos tienen un gran potencial para salir adelante en este embate. Son como ya he dicho antes gente de gran calidad militante, están en un país en que la izquierda siempre ha sido fuerte, y sobre todo en muchos casos expresan un gran interés en superar el techo que parece se ha topado el movimiento anarquista en Grecia a pesar de todo su vigor: la falta de organización y de conexión con las necesidades de los griegos empobrecidos. En mi estancia los debates que mantuvimos tras dar unas charlas sobre el movimiento por la vivienda digna y la ocupación de tierras en Andalucía fueron muy interesantes y me permitieron ver que la gente está reflexionando mucho sobre esas cuestiones y son conscientes de lo que está ocurriendo con el auge del fascismo y los recortes por parte del gobierno. Al final los retos y los debates son parecidos a los que tenemos aquí, aunque quizá contemos con distintos recursos a la hora de afrontarlos. ¿Que podemos sacar en claro de todo esto? En mi opinión, que para construir un movimiento libertario fuerte y que sea una verdadera expresión de la lucha popular nos es imprescindible comparar experiencias, establecer lazos, vernos, hablar, comprendernos, y con el tiempo luchar juntos, aquí, en Grecia y en el resto del mundo. Hay que proceder con calma, escribir con buena letra, pero no podemos dormirnos. Todo el tiempo que vamos perdiendo y las oportunidades que desperdiciamos son aprovechadas por el sistema, tanto en su vertiente “democrática” a la hora de hacernos retroceder en derechos que costará mucho recuperar como en la vertiente fascista, que se prepara como alternativa para el caso de que la inestabilidad que genere la crisis la haga útil para los capitalistas.

Yoquese

Levantamientos aquí, allá y en todas partes

IMMANUEL WALLERSTEIN
Al persistente nuevo levantamiento en Turquía le siguió uno aún más grande en Brasil, que a su vez fue seguido por otro menos difundido, pero no menos real, en Bulgaria. Por supuesto, no fueron los primeros, sino meramente los más recientes en una serie en verdad mundial de tales levantamientos en los últimos años.
turquia protestas1 
Hay muchas formas de analizar este fenómeno. Los veo como un proceso continuado de lo que comenzó como la revolución-mundo de 1968.
Con toda seguridad, cada levantamiento es particular en sus detalles y en la compenetración interna de las fuerzas en cada país. Pero hay ciertas similitudes que deben apuntarse, si es que pretendemos hacer sentido de lo que está ocurriendo y decidir lo que deberíamos hacer todos nosotros comoindividuos y como grupos.
El primer rasgo común es que todos los levantamientos tienden a empezar con muy poco –un puñado de gente valerosa que se manifiesta en torno a algo. Y luego, si prenden, lo cual es en gran medida impredecible, se vuelven masivos.
De pronto no es sólo el gobierno que está bajo asedio sino, hasta cierto punto, el Estado como Estado. Estos levantamientos son una combinación de aquellos que llaman a remplazar al gobierno por uno mejor y aquellos que cuestionan la mera legitimidad del Estado. Ambos grupos invocan la democracia y los derechos humanos, aunque las definiciones que brinden de estos dos términos sean muy variadas. En general, la tonalidad de estos levantamientos comienza del lado izquierdo de la arena política.
Por supuesto, los gobiernos en el poder reaccionan. Cada uno intenta reprimir el levantamiento o intenta apaciguarlo con algunas concesiones, o intenta ambas respuestas. Con frecuencia la represión resulta, pero en ocasiones es contraproducente para el gobierno en el poder, y atrae más gente a las calles.
Las concesiones funcionan con frecuencia, pero algunas veces son contraproducentes para el gobierno, y conducen a que la gente en la calle escale sus demandas. Hablando en general, los gobiernos intentan la represión más que las concesiones. Y, por lo general, la represión tiende a funcionar en un relativamente corto plazo.
El segundo rasgo común de estos levantamientos es que ninguno continúa a gran velocidad por demasiado tiempo. Quienes protestan se rinden ante las medidas represivas. O se ven cooptados, hasta cierto punto, por el gobierno. O los desgasta el enorme esfuerzo requerido para las manifestaciones continuadas. Este desvanecimiento de las protestas abiertas es absolutamente normal. Esto no indica el fracaso de las mismas.
Ése es el tercer rasgo común de los levantamientos. Sea como sea que llegue a su fin, nos brindan un legado. Han cambiado en algo la política del país, y casi siempre para mejorar. Han puesto en la agenda pública un asunto importante, como por ejemplo las desigualdades. O han incrementado el sentido de dignidad de los estratos bajos de la población. O han incrementado el escepticismo en torno a la verbosidad con la que los gobiernos tienden a enmascarar sus políticas. 
                                eg celebracion
El cuarto rasgo común es que, en todos los levantamientos, muchos de los que se unen, en especial si se unieron tarde, no lo hacen para profundizar los objetivos iniciales, sino para pervertirlos o para impulsar hacia el poder político a grupos de derecha, diferentes de quienes están en el poder pero de ningún modo gente más democrática o que impulse los derechos humanos.
El quinto rasgo común es que todos se ven embrollados en el forcejeo geopolítico. Los gobiernos poderosos fuera del país en el que ocurre el desasosiego trabajan duro, aunque no siempre con éxito, para ayudar a que los grupos que le son favorables a sus intereses se hagan del poder. Esto ocurre con tanta frecuencia que, por ahora, una de las cuestiones inmediatas acerca de un levantamiento particular es siempre, o debería ser siempre, cuáles serán las consecuencias para el sistema-mundo como un todo. Esto es muy difícil, dado que las consecuencias geopolíticas potenciales pueden conducir a que alguien quiera ir en dirección opuesta a la inicial dirección antiautoritaria.
Finalmente, recordemos que en esto, como en todo lo que ocurre ahora, estamos en medio de una transición estructural que va de una economía-mundo capitalista que se desvanece a un nuevo tipo de sistema. Pero ese nuevo tipo de sistema podría resultar mejor o peor. Ésa es la real batalla en los próximos 20-40 años, y el cómo nos comportemos aquí, allá o en todas partes deberá decidirse en función de esta importante batalla política fundamental a nivel mundial.

Ministerio del Interior hizo millonaria inversión en TECNOLOGÍA de vigilancia


Gobierno compró "El Guardián" para espiar llamadas y correos

Tomado de la prensa burguesa


El Ministerio del Interior acaba de adquirir, en una operación secreta, tecnología de punta -a un costo de US$ 2 millones- que aumentará sensiblemente su capacidad para vigilar llamadas telefónicas, correos electrónicos y redes sociales.

La mayoría de las investigaciones del Crimen Organizado exigen interceptar datos y llamadas. D. Borrelli
Temas

Gonzalo Terra
"La operación de compra debe mantenerse en secreto", sostiene la resolución presidencial que habilitó la adquisición por parte del Ministerio del Interior de compleja tecnología que dotará a las autoridades de una capacidad inexistente hasta el momento para sistematizar y analizar, al amparo de órdenes judiciales, la información surgida de la vigilancia de llamadas telefónicas, correos electrónicos, redes sociales y blogs.
Mientras en el mundo a la luz del caso Snowden (el exagente que reveló espionaje ilegal del gobierno de los Estados Unidos) se debate la capacidad de los gobiernos para vigilar a sus ciudadanos en internet, el equipo comprado en Brasil y denominado El Guardián WEB, permite que al mismo tiempo 30 personas accedan a la vigilancia en tiempo real del tráfico que generan hasta 800 celulares y 200 teléfonos fijos. También habilita a crear cuentas espejo de hasta 100 suscripciones de e-mails y el monitoreo de hasta tres redes sociales.
La plataforma, que también utiliza la Policía Federal de Brasil y ha generado polémicas en ese país por su uso y capacidades (ver recuadro), será proporcionada por Digitro Tecnología Ltda., experta en Inteligencia y telecomunicaciones.
El sistema tiene un costo de aproximadamente US$ 2 millones y un mantenimiento y servicio técnico anual de casi US$ 200.000 a cargo de la firma proveedora.
"La incorporación de dicha tecnología permitirá desarrollar con eficacia una tarea de importancia en la investigación de delitos complejos, logrando así una mejor gestión en la Seguridad Pública, incidiendo directamente en las políticas de prevención y represión de la delincuencia, cometido esencial que desarrolla la Policía Nacional y demanda urgencia en su atención", sostiene la resolución de Presidencia que habilitó la compra y que no fue publicada en la web oficial del gobierno.
El proyecto de adjudicación, por su parte, sostiene que "la difusión de la contratación podría irrogar graves perjuicios para la Seguridad Pública, tanto desde el punto de vista técnico como estratégico".
La compra directa por excepción que realizó el Ministerio del Interior no fue publicada en la web de compras estatales del gobierno.

Espiar.

El Ministerio del Interior, durante los últimos años, ha incorporado tecnología que aumentó su capacidad para realizar escuchas de llamadas e interceptación de correos electrónicos.
Dicho recurso es cada vez más usado por los jueces, fundamentalmente por aquellos que se desempeñan en el ámbito del Crimen Organizado. Fuentes consultadas por El País indicaron que las solicitudes judiciales para interceptar llamadas y cuentas de correo electrónico se incorporan casi en la totalidad de las investigaciones que involucran tráfico de drogas, contrabando, estafas, redes de prostitución, pornografía infantil y lavado de activos. Pero además, se trata de una herramienta a la que no solo apelan jueces de Montevideo sino que su uso ha aumentado en las sedes judiciales del interior.
Frente a ese crecimiento de la demanda se acumulan paquetes de datos informáticos cuya sistematización y análisis se hace cada vez más compleja y requiere no solo de más recursos humanos sino también de tecnología de punta.
Es precisamente el cometido de la poderosa plataforma comprada por el Ministerio del Interior el archivo de todas las llamadas y datos que son interceptados, al tiempo que los sistematiza, habilita cruzamientos y facilita la elaboración de informes de Inteligencia. En su página en internet, la proveedora de la tecnología explica su filosofía. "La complejidad de la sociedad actual y de las relaciones entre Estado y ciudadano exige herramientas de análisis para agilizar los procedimientos y facilitar la implementación de acciones preventivas o correctivas", sostiene.
Sobre el funcionamiento de El Guardián, precisa que "el sistema realiza monitoreo de voz y datos y ofrece recursos avanzados de análisis de audio e identificación de locutores. Es una solución hecha especialmente para las operaciones de investigación legal. Flexible y modular, puede ser dimensionada de acuerdo con la necesidad del órgano de investigación. Su interface es 100% web, permitiendo al analista acceder al sistema desde cualquier lugar, de forma segura".
Los datos interceptados por las operadoras de telefonía y por los proveedores de acceso a internet son almacenados por el sistema, posibilitando el cruzamiento de informaciones a partir de parámetros preestablecidos para la elaboración de informes.
"El sistema posee herramientas avanzadas para un análisis de vínculos textuales, georreferenciados, estructurados y gráficos, permitiendo un análisis integrado de información al posibilitar el tratamiento de las interceptaciones en un ambiente que integra grabaciones telefónicas, de radio y datos traficados en internet" se indica. Además de esto, el programa "pone a disposición módulos específicos para la creación de un banco de voces e identificación de locutores para el análisis de audio utilizando tecnología de keyword spotting", explica la empresa.

sábado, 13 de julio de 2013

El fin del consenso lulista

El fin del consenso lulista
Raúl Zibechi

El periodista uruguayo analiza las causas de las protestas de las últimas semanas en Brasil.
Ante el retroceso del movimiento reivindicativo, especialmente a partir de los gobiernos de Lula y debido a sus políticas sociales, surgió gran cantidad de organizaciones urbanas de la mano de jóvenes que comenzaron su activismo bajo esos gobiernos y que «no se sienten atados a su historia» y vienen padeciendo las reformas urbanas privatizadoras. Según Zibechi, el año próximo será clave, y el gobernante PT y las elites políticas deberán tener en cuenta las demandas de la calle. 
En Brasil se abrieron las compuertas de la protesta social, con tal amplitud que no podrán ser cerradas en poco tiempo. El mes de junio pasará a la historia como el período de las más amplias movilizaciones en la historia del país, con jornadas que registraron dos millones de manifestantes en un proceso que arrancó el 6 de junio y está lejos de haber concluido. La masividad de las protestas se fue desflecando y la modalidad fue mutando en multitud de acciones medianas y pequeñas en los más diversos lugares, pero ya no en el centro de las grandes ciudades. 
Muchos se preguntan por qué, si las cosas estaban tan mal, las protestas no surgieron antes. La respuesta es que los dos gobiernos de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) articularon políticas sociales amplias con la neutralización de los mayores movimientos del país, en un escenario signado por una consistente bonanza económica asentada en los buenos precios de las commodities de exportación. Dos hechos a tener en cuenta: el programa Bolsa Familia alcanzó a 50 millones de brasileños, un 25% de la población total, mejorando los ingresos de las capas más sumergidas de la población. La segunda es que el salario mínimo se multiplicó por tres en diez años (de 240 reales en 2003 a casi 700 en 2013, unos 250 euros). En consecuencia, entre 30 y 40 millones salieron de la pobreza e ingresaron al mercado de consumo. 
Lo más significativo, sin embargo, es lo sucedido en relación a las luchas sociales. Brasil tuvo al final de la dictadura la mayor cantidad de huelgas del mundo: 4.000 en 1989. De ahí en más, el movimiento sindical declinó con un promedio de 500 huelgas anuales en la década de 1990 y entre 300 y 400 bajo el Gobierno Lula. Más importante aún es la institucionalización de las centrales, con ribetes desconocidos en Europa. Un buen ejemplo son los actos del 1 de Mayo, donde las dos principales centrales (CUT y Força Sindical, ambas aliadas del gobierno) no realizan actos de contenido ideológico sino fiestas que ensalzan el consumismo, financiadas por las empresas. 
Los actos del 1 de Mayo de 2011 en São Paulo fueron el paradigma de esa cultura sindical que reserva zonas VIP en sus actos para las «personalidades». Las dos fiestas tuvieron un costo de dos millones de euros. La estatal Petrobras aportó 250.000 euros, mientras Banco do Brasil y otras estatales aportaron alrededor de 70.000 cada una. Las empresas privadas también se retrataron: los bancos Itaú y Bradesco, las multinacionales Brahma, Carrefour y BMG, los grandes almacenes Casas Bahia y Pão de Açúcar, aportaron entre 50 y 80.000 euros cada uno. Entre las dos fiestas sortearon 20 coches. 
El Movimiento Sin Tierra (MST) también sufrió un importante retroceso en su caudal de luchas, aunque mantuvo en lo esencial sus principios por la reforma agraria y contra el modelo desarrollista. En la década de gobierno del Partido de loa Trabajadores (PT) los conflictos por la tierra no disminuyeron, pero el primer escalón de la organización, los campamentos, tuvieron un claro retroceso. De 285 campamentos en 2003, año de la llegada de Lula al Gobierno, cayeron hasta un mínimo de 13 campamentos en 2012. Los conflictos crecen por la permanente ofensiva del agronegocio, pero la capacidad de resistencia (que se plasma en los campamentos), decrece constantemente. 
Ante este panorama de institucionalización y retroceso, nacieron multitud de organizaciones urbanas: radios libres, Indymedia, que funciona como Centro de Medios Independientes (CMI), el movimiento de trabajadores desocupados, el movimiento sin techo y los más conocidos en las últimas semanas: el Movimiento Passe Livre y los Comités Populares de la Copa. Se trata de una nueva generación de militantes que comenzaron su activismo bajo los gobiernos del PT, no se sienten atados a su historia y, por el contrario, sufren las reformas urbanas privatizadoras de sus gobiernos. 
El MPL (que textualmente significa Movimiento por el Billete Gratuito) nació en el Foro Social Mundial en Porto Alegre, en 2005, recogiendo dos experiencias notables: la «revuelta de los autobuses» (Revolta do Buzu) de 2003 en Salvador (Bahia), que movilizó a 40 mil personas contra el aumento de las tarifas, y la «revuelta de los molinetes» (Revolta das Catracas) en Florianópolis en 2004. Son pequeños núcleos de algunas decenas de activistas que funcionan en muchas grandes ciudades, estudian y difunden la realidad del transporte urbano, hacen denuncias y practican la acción directa con la que presionan a las autoridades. 
Los Comités Populares de la Copa nacieron hacia 2008 en las doce ciudades que albergarán la Copa del Mundo de 2014 y se articulan a nivel nacional. En sus informes estiman que serán removidas unas 170.000 personas para ampliar aeropuertos, estadios de fútbol y autopistas. Afirman que en 21 villas y favelas de siete ciudades que serán sedes del Mundial, el Estado está aplicando estrategias de guerra y persecución, la invasión de domicilios sin mandatos judiciales, apropiación indebida y destrucción de inmuebles, además de amenazas y corte de los servicios para forzar a los pobladores a abandonar sus barrios. Las obras para el Mundial facilitan una suerte de «limpieza social» impulsada por la especulación y desplaza familias que habitan predios desde hace cuatro y cinco décadas. 
Según la experiencia dejada por anteriores megaeventos deportivos, no sólo en países emergentes sino también en el mundo desarrollado, el costo de vida se encarece, se dispara la especulación inmobiliaria, ya que las obras de infraestructura desplazan a unos y atraen a los que pueden pagar viviendas más caras, y los más pobres son transferidos a la periferia desarticulando sus estrategias de sobrevivencia. 
Paíque Duques Lima, militante del MPL, antropólogo de 27 años, nacido en una favela de una de las ciudades satélite de Brasilia, me explicaba estos días que tanto el MPL como los Comités de la Copa comenzaron a trabajar con fuerza en las periferias urbanas desde 2008, donde se relacionaron con la cultura de la juventud negra y precarizada que ha hecho del hip hop el modo de afirmar su identidad. En las periferias se mezclaron estas dos culturas: la de los jóvenes militantes de organizaciones que practican la horizontalidad y la autonomía y la de los jóvenes negros criminalizados por la represión. «Ambas culturas se fueron aproximando con el crecimiento de las ciudades y de la especulación inmobiliaria que potenciaron la segregación urbana, ya que ambos sectores tienen problemas comunes como el transporte», señala Paíque. 
Esa juventud, que los medios se empeñan en calificar como «clase media», ha destripado el «consenso lulista» en apenas tres semanas, forzando al Gobierno de Dilma Rousseff a reconocer, tardíamente, la justicia de las protestas. Una encuesta reveló que en São Paulo más de un millón de personas van trabajar caminando durante más de tres horas, porque no pueden pagar el transporte o porque les insume más tiempo que la caminata.

2014 será un año decisivo. Se realizará el Mundial y habrá protestas. Se celebrarán elecciones y Dilma puede no ser reelecta, aunque marcha al frente en las encuestas. Sin paz social, el PT y las elites políticas deberán contemplar como mínimo una parte de las demandas de la calle: el fin de la corrupción y una sustancial mejora en los transportes, la salud y la educación.

REGASIFICADORA DE PUNTAS DE SAYAGO

Dilapidación escandalosa de recursos públicos

Red de Economistas de Izquierda del Uruguay
10 de julio de 2013

Es conocida la importancia asignada a los recursos energéticos hoy en el mundo, también las necesidades que las grandes empresas inversoras manifiestan sobre los límites que la escasez relativa de estos recursos significa para el crecimiento sostenido de las relaciones capitalistas. Nadie debería oponerse de antemano a una política previsora, es decir a una visión de largo plazo y  a la correspondiente planeación estratégica. No obstante desde la óptica de la economía política, tal y como viene siendo preocupación de la REDIU desde sus comienzos, busca preguntarse sobre el ¿Para qué? ¿Cómo? y, fundamentalmente, ¿para quienes se plantea el proyecto de regasificadora?  Temas sobre los que se ha soslayado el debate y la poca información disponible es segmentada y hasta contradictoria. 

domingo, 7 de julio de 2013

Revueltas emergentes

                                                          
Cápsula de gas lacrimógeno usada contra las multitudes en Turquía con la inscripción 'Made in Brazil' 
(Fuente: Epoch Times/Occupy Gezi / Facebook). 

"La ciudad es el lugar de la lucha anticapitalista" David Harvey (Revista Ñ, 30 de mayo de 2013)
Resulta difícil no vincular las recientes movilizaciones populares en Turquía y Brasil con el ciclo largo de protestas que comenzó en los países mediterráneos del norte de África. Cada una responde a contextos políticos y sociales diferentes, a distintas heterogeneidades multitudinarias, temporalidades diversas. Sobran, por obvias, las advertencias de que Sao Paulo no es Estambul, o que Estambul no es El Cairo o Madrid. Pero hay también referencias comunes, conexiones íntimas, viajes de ida y vuelta, y un mismo escenario: el de un capitalismo global en crisis.
El espejismo del crecimiento económico
Contrariamente a las protestas europeas, las de Turquía y Brasil tienen lugar en potencias regionales emergentes que experimentaron fuertes tasas de crecimiento en la última década. Tras caer en 2009 por el crac financiero, la economía turca llegó a crecer un 9,2% y un 8,5% en 2011; la brasileña, un 7,5% en 2010. Sin embargo, en los últimos tiempos este crecimiento se ha desacelerado. En 2012 Turquía creció un 2,2% y Brasil un 0,9%, en parte debido a la reciente apuesta por una política fiscal restrictiva. La fragilidad turca se asienta en un fuerte endeudamiento externo, con inversiones cortoplacistas atraídas por tipos de interés relativamente elevados; la brasileña, en una creciente dependencia en las exportaciones de las materias primas y en el endeudamiento interno (el crédito pasó del 25% del PIB en 2005 al 50% en 2012), pese al fortalecimiento de la demanda interna, apoyado en programas sociales, llevado a cabo bajo la presidencia de Lula.
El crecimiento económico de ambas economías, especialmente de la turca, se vio animado además por el exceso de liquidez que generaron las políticas de estímulo monetario (quantitative easing) de la Reserva Federal estadounidense, el Banco Central Europeo y el Banco Central de Japón. Estas políticas de estímulo, que no han logrado reactivar la economía mundial, contribuyeron al incremento del valor de los activos (nuevas burbujas) en los países emergentes, y provocaron presiones inflacionarias y devaluaciones competitivas de las monedas.
Ahora que el "grifo" monetario estadounidense se seca, los "inversores empiezan a retirar el dinero que apostaron en estas economía y lo hacen al ritmo más rápido en dos años" (El País, 21/06/2013). La competición por obtener capitales a cualquier precio (desposesión) se agudiza, aumentan las incertidumbres y los gobiernos se ponen nerviosos.
La lucha por lo común...
"No es solo un parque", repitieron los manifestantes turcos en la plaza Taksim. "No son solo las tarifas del transporte público", repitieron los manifestantes brasileños. Pero lo cierto es que lo imprevisible empezó con la defensa de un parque y con la petición de un transporte público accesible para todos. Es decir, con condiciones necesarias para la vida buena en común en la ciudad y para la (re)producción de las multitudes. A decenas de turcos les pareció lo suficientemente importante como para interponer sus cuerpos en el parque Gezi frente a las excavadoras y la policía (algo que por ejemplo no se ha hecho en Canarias frente a iniciativas tan contestadas como la del puerto de Granadilla). A los miles de turcos que esta vez salieron a las calles para apoyarles también. Como escribió acertadamente Emmanuel Rodríguez hace ya casi una década (Ecología de la metrópolis, 2004), en pleno boom inmobiliario español, es "el territorio mismo, como trama compleja de relaciones de cooperación y de simbiosis, lo que compone el sustrato de la innovación social y de la producción empresarial".
Los territorios urbanos y la movilidad entre los mismos se ven pues amenazados por lo que Manuel Delgado denomina la "ideología del espacio público", íntimamente vinculada al proyecto neoliberal. Cuando la ciudad se convierte a la vez en yacimiento de valor y fábrica social, el urbanismo es "mera requisa de la ciudad, sometimiento de ésta, por medio tanto del planeamiento como de su gestión política, a los intereses en materia territorial de las minorías dominantes." Generalmente esto incluye un componente moral, ejemplificado en las leyes y ordenanzas municipales sobre el civismo, que en los últimos años han ido ampliando el repertorio de conductas que deben ser reguladas. La tan comentada restricción -que no prohibición- del consumo de alcohol en el espacio público que promueve el AKP turco en el fondo se asemeja mucho a nuestras leyes contra el botellón.
En Turquía los proyectos de remodelación urbana se suceden desde la aprobación en 2005 de la ley de "renovación y preservación". El Estado y los constructores se aliaron en el asalto de los barrios populares de Estambul y en megaproyectos como la construcción de centros comerciales, mezquitas o grandes obras como puentes o autovías. El de la plaza Takzim no es sino el último capítulo. Como escribe Sarah El-Kazaz en Jadaliyya:
"Conforme el crecimiento basado en la exportación fue proporcionando rendimientos marginales decrecientes (...), la acumulación de capital mediante la renovación de zonas urbanas se convirtió en uno de los baluartes de los principales proyectos del AKP. Para el AKP, el desarrollo urbano proporciona a sus bases de apoyo con el estímulo económico que necesita, mediante asociaciones oscuras con el sector de la construcción, y permite al gobierno redefinir y controlar los espacios de las ciudades de modo que reproduzcan una sociedad en línea con los ideales del partido.
De hecho, para el AKP, Islam es desarrollo urbano. El desarrollo urbano fue empaquetado y entregado a los simpatizantes del partido como lugar central a través del cual el Estado estaba configurando una sociedad mejor."
Sustituyamos Islam por nación, progreso o marca país y el discurso nos resultará de lo más familiar. No es coincidencia que Estambul sea con Madrid candidata a organizar los Juegos Olímpicos de 2020.
De hecho, en Brasil el neodesarrollismo pasa también por explotar el tejido urbano, con los macroeventos deportivos (que el gobierno brasileño ha logrado concentrar en un par de años) como principal herramienta. Estos macroeventos permiten desde luego transferir recursos públicos a empresas privadas, pero su principal razón de ser es la remodelación urbana y la subsiguiente transformación de las relaciones sociales en beneficio de las elites, que en el congestionado Sao Paulo viajan en helicóptero. Destrozar barrios populares enteros y expulsar a sus habitantes, privilegiar el transporte motorizado individual, el acceso de pago a los espacios de encuentro, no son opciones asépticas o inocentes.
Estas remodelaciones no dejan de representar otra forma de extractivismo, como escribió Raúl Zibechi a propósito de la violenta intervención policial en un hospital de Buenos Aires para desalojar a sus trabajadores. Las autoridades prevén el derribo del edificio para construir un Centro denominado "Cívico", cómo no. Y es que las grandes obras y la ideología del espacio público al que se asocian buscan además garantizar un determinado consenso político y social: "la diferencia entre izquierda y derecha, entre progresismo y conservadurismo, se evapora. Los principales proyectos de especulación urbana en Buenos Aires fueron aprobados con los votos del oficialismo y de la oposición", escribe Zibechi. Pero los consensos entre partidos y empresarios cada vez encuentran menos eco entre las multitudes.
... es la lucha por las libertades
El sometimiento de la ciudad a las necesidades de valorización del capital es un proceso violento que precisa del Estado para su imposición, por medio del planeamiento y cuando hace falta de la policía. Policía para ejecutar desahucios y expulsiones, para "limpiar" determinadas áreas de personas consideradas indeseables, y, en definitiva, para anular el derecho de protesta y la apropiación no autorizada del espacio público, incluso mediante la aplicación de leyes antiterroristas.
Cuando el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan se quejó del doble rasero de la Unión Europea, no le faltaba razón. Grecia ha hecho también un uso intensivo de los gases lacrimógenos con el visto bueno de la troika y los ejemplos de brutalidad policial se extienden desde Londres a Atenas, pasando por Fráncfort y Barcelona, aunque es igualmente cierto que el despliegue represivo ha sido más intenso en Turquía. Ahora bien, lejos de un "exceso" que los gobiernos deben corregir, como lo presentan las organizaciones de derechos humanos, se trata de un uso selectivo y muy codificado de la violencia estatal, con protocolos internos compartidos que buscan minimizar el número de muertos aunque no tanto el de contusionados, lesionados o amedrentados. En España, el elevado número de indultos de policías condenados por tortura da fe de esta tendencia. Por parte turca, el ejercicio de violencia del que ha hecho gala la policía con Erdogan en Estambul, Ankara y otras ciudades es, comparativamente hablando, menos letal que el de los gobiernos precedentes frente a revueltas similares. En Brasil ya no estamos en la época de la dictadura, pero la represión policial en Sao Paulo (gobernado por el PT) muestra hasta dónde pueden llegar los gobiernos representativos cuando la expropiación del común -en este caso la reconversión de la ciudad- se pone seriamente en riesgo. Resulta por eso significativo que las últimas revueltas -y sus reacciones represivas- se hayan dado con gobiernos que cuentan con fuertes apoyos en amplios sectores de la población y que desde Europa son considerados, en mayor o menor grado (y con muchos peros y matices), como populistas.
Hasta ahora las principales intervenciones se limitaban a las barriadas pobres, ante el desinterés de los grupos beneficiados por la gentrificación. Pero esta vez la represión se amplió también a grupos sociales menos acostumbrados a las porras y las comisarías (los más pobres suelen encontrarse directamente con las balas). La chispa se produjo cuando defender lo común y la libertad para construirlo se volvieron una misma cosa.
Cientos de carteles se exhiben en una manifestación en Recife con diversos reclamos. Fotografía: Yasuyoshi Chiba (AFP)
Antagonismo y representación
Tras la chispa los nuevos sujetos sociales del capitalismo cognitivo pronto fueron ampliando sus demandas. Resulta insuficiente aplicarles el concepto de "clase media" para definirlos. El politólogo y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro Giuseppe Cocco lo describe así:
"en España y en el Mediterráneo en general, las revoluciones están marcadas por los procesos de "desclasificación" de las clases medias. En Brasil [y, añado, en Turquía] es exactamente lo contrario: todo esto ocurre en el ámbito y en el momento de la emergencia de la "nueva clase media". Sólo que esta nueva composición de clase es, en realidad, la nueva composición del trabajo metropolitano, que lucha por los parques o por los transportes públicos: ascendiendo socialmente, los pobres brasileños se convierten en aquello en que las clases medias europeas se convierten bajando: en la nueva composición técnica del trabajo inmaterial de las metrópolis."
"En el plano sociológico, la "nueva clase media" no existe, porque lo que se constituye es una nueva composición social cuyas características técnicas son las de trabajar directamente en las redes de circulación y servicios de la metrópolis."
Esta nueva composición social se resiste a ser representada y a ser reconducida a una unidad. La pretensión de representatividad que hace Erdogan, Rajoy o los partidos de izquierda con frecuencia termina produciendo más rechazo. En el complejo ecosistema urbano la autoorganización de las multitudes en las diferentes movilizaciones se asemeja a la de las conexiones sinápticas entre diferentes neuronas, no siempre las mismas, que cambian según el momento, escapando a todo intento de centralización y de convergencia en una identidad única. El poder constituyente es esto. Lo cual no quiere decir que se trate de un proceso armónico que conduzca a una nueva situación de equilibrio. El antagonismo y el conflicto se sitúan dentro del movimiento, que por eso mismo es ambivalente. No debería sorprender la presencia de grupos de derecha o incluso fascistas en determinadas concentraciones, según unas coyunturas, o islamistas y salafistas, según otras (aunque el islam político en sus diferentes formas plantea una fractura identitaria específica). Eso no quiere decir que haya un "secuestro" (como si manifestarse fuera patrimonio exclusivo de las izquierdas seculares) ni mucho menos que prevalezcan determinadas posturas. Lo que hay es la conflictividad política propia de la democracia. Pretender trascenderla, renunciar a estar "dentro" por ese motivo es una batalla perdida: todo intento -necesariamente fallido- de estar "afuera" será un regalo para los poderes constituidos. Todo dependerá de cómo vayan evolucionando y desarrollándose las relaciones de fuerza entre los diferentes elementos en liza.
No podemos saber cuáles serán los próximos capítulos de la turbulencia global. La única certeza es que las ciudades seguirán en ebullición, no solo las de los países sometidos al imperio de la deuda, también las de los países que ahora cortejan las finanzas internacionales. Frente a la violencia privatizadora se interpondrá la reapropiación del territorio y la transformación colectiva de nuestras subjetividades. Muchos repetirán lo que hace poco afirmó un manifestante turco: "tú no sabes cómo ha cambiado aquí la gente en una semana". Hay que seguir intentando que sea para mejor.

SIBIOS: Vigilancia masiva en la Argentina

CONTROL DE ACCESO - ANRED

El gobierno encabezado por la presidenta Cristina Fernández está utilizando un sistema biométrico que, gracias al nuevo DNI, en pocos años tendrá un registro de rostros y huellas dactilares de toda la población. Si bien la presentación del sistema SIBIOS –Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad- se realizó en noviembre de 2011, el debate y la discusión política han sido escasos a pesar de ser la mayor violación a las libertades individuales desde el regreso a la democracia en la Argentina.
En noviembre de 2011 el gobierno nacional argentino presentó el sistema SIBIOS (Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad). Se trata de un nuevo sistema de identificación biométrica centralizado, con cobertura nacional, que permitirá a los organismos de seguridad (Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, Policías provinciales) y otros organismos estatales (puede ir la Infografía) cruzar información con datos biométricos y otros datos personales. Un dato biométrico es una característica física única que permite identificar con poco margen de error a una persona. Ejemplos de estos datos son las huellas dactilares, el ADN, la geometría de la mano, análisis del iris, análisis de retina, venas del dorso de la mano, reconocimiento facial, patrón de voz, firma manuscrita, análisis gestual, etc.
Como si fuese un plan perfectamente ejecutado, la noticia ni sonó en los grandes medios de comunicación ni tampoco tuvo ningún tipo de debate a nivel social y político, algo que sí sucedió en la mayoría de los países donde se quiso implementar este tipo de tecnologías intrusivas y controversiales.
Pocos gobiernos democráticos en el mundo han logrado concretar un plan tan ambicioso como este, al que sin dudas podríamos calificar como la mayor violación a las libertades individuales desde el regreso a la democracia en Argentina. Han sido numerosos los países que han emprendido proyectos similares y que no han podido implementarlos, bien sea por la resistencia de la sociedad o por declararlos inconstitucionales.
Otros países
En Inglaterra, una de las democracias más vigiladas del mundo, en el año 2010 una ley obligó al estado a destruir todos los registros biométricos almacenados, derogando la ley del 2006 que creaba un registro nacional de identidad donde se almacenaban los datos de las tarjetas de identidad. Algunas de las razones de su fracaso fueron las inquietudes expresadas por organizaciones de derechos humanos, activistas, profesionales de seguridad informática y expertos en tecnología así como de muchos políticos y juristas. Muchas de las preocupaciones se centraron en las bases de datos que almacenaban los datos de las tarjetas de identidad, luego de que algunas dependencias estatales "perdieron" discos con datos pertenecientes a 25 millones de británicos.
En EE.UU., a pesar de los intentos de varios gobiernos, no existe a la fecha ninguna tarjeta o documento de identidad nacional, ni tampoco hay una agencia federal con jurisdicción en todo el país que pueda emitir tarjetas de identidad de uso obligatorio para todos los ciudadanos estadounidenses. Todos los intentos legislativos para crear una han fracasado debido a la tenaz oposición de los políticos tanto liberales como conservadores, que consideran al documento nacional de identidad como un signo de una sociedad totalitaria (En EEUU no existe un registro de identidad). A pesar de ello luego de las ocupaciones de Irak y Afganistán el ejército estadounidense construyó una base de datos con registros biométricos de 1 millón de afganos y 2 millones de irakies.
En Francia en marzo de 2012 se declaró inconstitucional la ley que establece que más de 45 millones de sus habitantes deberán digitalizar sus rostros y huellas dactilares en lo que se convertiría en la mayor base de datos de registros biométricos de aquel país. Los argumentos para tomar esa decisión fueron que la nueva ley viola los derechos fundamentales a la privacidad y presunción de inocencia.
El Nuevo DNI argentino
En 2011 se comienzan a entregar los nuevos DNI, por primera vez en la historia argentina. Los tan necesarios DNI -a diferencia de muchos países en Argentina es obligación identificarse cuando la policía lo requiera y para la mayoría de los trámites en organismos estatales y privados- son entregados en un tiempo récord: solo una demora de entre quince y treinta días y no como anteriormente cuando la espera podía llegar a demorar mas de un año. Ahora está claro que la contraparte de facilitar y agilizar en todo el país el trámite para obtener el nuevo DNI es obtener lo más rápidamente posible los registros biométricos (rostros y huellas dactilares) de los cuarenta millones de argentinos.
En marzo de 2012, hace más de un año, el gobierno señaló que había 14 millones de registros biométricos y que llegarían a completar los 40 millones de argentinos en los siguientes dos años.
El objetivo de SIBIOS: vigilancia masiva y menos libertades
En el discurso de presentación del sistema SIBIOS, la presidenta argentina señaló que este representa "un salto cualitativo en la seguridad y en la lucha contra el crimen", gracias a la posibilidad de poder identificar a cualquier persona en tiempo real "sobre todo hoy donde hay en casi todos los lugares cámaras que permiten filmar e identificar rostros". Con el nuevo sistema se podrá identificar a cualquier persona que circule por un espacio público donde haya cámaras de videovigilancia y si es necesario personal policial podrá mediante un lector de huellas dactilares conocer en tiempo real la identidad de un individuo.
¿Por qué el uso de la biometría atenta contra nuestra libertad?
El potencial de abuso de un sistema de estas características es incalculable, sobre todo conociendo el poco feliz historial de nuestras fuerzas de seguridad: desde poder identificar a los participantes de una manifestación pública, hasta poder controlar a alguien en base a sus movimientos, cruzando datos con otros registros privados y estatales.
En un estado realmente democrático una herramienta como SIBIOS otorga demasiado poder al Estado y reduce significativamente el de sus habitantes.
Como señalábamos en otra nota, ya estamos viviendo en una sociedad de control, sociedad que se propone aplicar a cada uno de sus miembros dispositivos de control y vigilancia que antes estaban únicamente destinados a los delincuentes.
Para el filósofo Giorgio Agamben, en las sociedades de control, la relación normal del Estado con los ciudadanos es biométrica, es decir, de sospecha generalizada: todos somos criminales en potencia que vivimos en un Estado de excepción permanente que está haciendo desaparecer la distinción entre la esfera pública y la privada. En este estado de excepción, el Estado de derecho es desplazado cotidianamente por la excepción, y la violencia pública del estado queda libre de toda atadura legal.
SIBIOS es un exponente de este estado de excepción permanente, de este nuevo Estado biométrico que viola nuestras libertades en nombre de una mayor seguridad para la población.
Por todo esto decimos que SIBIOS es el mayor atropello a las libertades individuales desde la vuelta a la democracia, principalmente porque es invasivo a nuestra privacidad y porque viola el principio de presunción de inocencia. Por otra parte las supuestas ventajas de la biometría son más que discutibles. Mientras la creciente industria de la seguridad y la biometría convence a políticos y empresarios de su fiabilidad y precisión hay innumerables ejemplos de que esto no es tan así. (Ver Biometría insegura: http://www.controldeacceso.tk/?page_id=257)
5 argumentos contra el uso de la biometría y de SIBIOS
1. Dá demasiado poder al Estado a costa de nuestras libertades
2. Viola nuestro derecho a la privacidad y el principio de presunción de inocencia
3. Es un arma de doble filo por el potencial de abuso de los datos almacenados
4. La biometría no es una tecnología infalible y ya se han demostrado muchos de sus fallos
5. La biometría es una tecnología que mientras más tolerada y aceptada sea, más facilita la implantación de un estado totalitario.

Tomado de: ARGENPRESS

El otoño del progresismo

Raúl Zibechi
La presidenta Dilma Rousseff tomó la iniciativa política al convocar el lunes 25, ante los 27 gobernadores y los 26 alcaldes de las capitales estatales, cinco pactos a favor de Brasil: responsabilidad fiscal, reforma política, salud, transporte público y educación. Propuso un plebiscito popular que autorice la convocatoria de una asamblea constituyente para encauzar la reforma política, que es el punto más polémico y más resistido por las instituciones. Aunque al día siguiente debió dar marcha atrás respecto de la constituyente, mantuvo la iniciativa, ya que las reformas se pueden encauzar por la vía parlamentaria.
El tiempo dirá si las reformas llegan a concretarse y, sobre todo, si alcanzan para colmar las expectativas de la población, molesta en particular por la corrupción y la desigualdad, viejos problemas brasileños que no han disminuido en la década que lleva gobernando el Partido de los Trabajadores. Por el momento, hay dos cosas que parecen evidentes: las instituciones siguen a la defensiva, pese a las iniciativas tomadas por la presidenta, y la calle sigue siendo el lugar elegido por buena parte de los jóvenes para hacerse escuchar.
Asustado por la persistencia de las movilizaciones, el Congreso archivó la propuesta de enmienda constitucional 37 (por 430 votos contra nueve), que promovía una reforma constitucional para retirar al Ministerio Público la posibilidad de realizar investigaciones criminales, que sólo podría hacer la policía, en un país donde sólo 11 por ciento de los crímenes comunes y 8 por ciento de los homicidios son resueltos. La propuesta de enmienda constitucional 37 levantó una oleada de protestas bajo el lema Brasil contra la impunidad. El mismo día la Cámara aprobó un proyecto que destina 75 por ciento de las regalías del petróleo a la educación y 25 por ciento a la salud. Hasta el momento se había registrado un pesado tironeo entre los diferentes estados para hacerse con las ganancias de una de las más prometedoras fuentes de ingresos del Estado, pero la calle logró convencerlos.
Las manifestaciones siguen y seguirán durante un tiempo. Pero empiezan a notarse cambios y diferenciaciones. En Sao Paulo el Movimiento Pase Libre (MPL) decidió marchar en las periferias urbanas, mientras grupos como Mudança Já (Cambios Ya), que no aceptan partidos y sólo hablan de la corrupción, tienden a concentrarse en el centro –enclave de las clases medias–, como analiza el sociólogo Rudá Ricci.
La calle brasileña está enviando un profundo mensaje no sólo al gobierno de Rousseff, sino al conjunto de los gobiernos progresistas de la región: la pasividad llegó a su fin. Luego de una década de excelentes precios internacionales para las exportaciones y de una evidente bonanza económica –que parece estar llegando a su fin–, muy poco ha cambiado. En particular, no hay cambios estructurales.
Incluso un conservador como el ex ministro de Hacienda del régimen militar, Antonio Delfim Netto, comenta una encuesta internacional de Pew Researh Center apuntando que el principal problema es que una economía de mercado controlada por las finanzas es portadora de graves problemas de desigualdad ( Valor, 18 de junio de 2013).
La mayoría de los entrevistados en 39 países del mundo sienten que el funcionamiento del sistema beneficia a los más ricos. Esto indica que la población tiene perfecta conciencia de lo que está sucediendo, y podemos concluir que si no ha estallado antes es porque no encontró el momento adecuado.
Un estudio de la central sindical uruguaya PIT-CNT revela que la masa salarial en relación al PIB era en 2010 inferior a la de 1998, cuando gobernaba la derecha y campeaba el más crudo neoliberalismo. Los datos lo dicen todo: en 1998 los salarios de los trabajadores representaban 27.2 por ciento del PIB. En 2010, luego de ocho años de gobierno del Frente Amplio y de un crecimiento sostenido de la economía, perciben 23.5 por ciento del producto. Lo que indica un incremento de la porción que se apropian los dueños del capital (Instituto Cuesta-Duarte, diciembre de 2011).
El 30 por ciento de los trabajadores uruguayos ganan algo más del salario mínimo, y la mitad de los que trabajan perciben menos de dos salarios mínimos. La situación no es muy diferente en Brasil y en Argentina. Es cierto que una parte de la población salió de la pobreza extrema, más por el ciclo de crecimiento económico que por las políticas sociales, que siempre tapan problemas pero no resuelven la situación de fondo de las mayorías.
Esa mitad de la población que ya no pasa hambre, pero que tampoco puede vivir dignamente, está cansada, y está empezando a perder la paciencia. Hasta ahora los gobiernos progresistas jugaron con dos cartas a su favor: la situación de los trabajadores pobres ha experimentado una mejora relativa, y un triunfo de la derecha podría implicar retrocesos. Pero el fantasma de la derecha ha dejado de operar en el imaginario colectivo. Porque es poco más que un fantasma.
Si en alguno de los países mencionados ganara la derecha, los que más perderían serían los miles de militantes y profesionales de izquierda que ocupan cargos de confianza en ministerios, municipios, empresas estatales y gobiernos centrales. La impresión es que buena parte de la gente común, como la que protesta estos días en las calles brasileñas, pero también en las uruguayas, no está dispuesta a seguir dejándose chantajear con el fantasma de la derecha. Buena prueba es lo que sucede en Chile, donde la población ha intensificado sus movilizaciones contra el gobierno derechista de Sebastián Piñera pero no muestra entusiasmo ante el probable retorno de Michelle Bachelet en las presidenciales de noviembre de este año.
Las personas quieren soluciones y luego de una década ya no se puede seguir diciendo que no hay recursos. Quienes creen que esto es un sarpullido primaveral, se equivocan. Es el comienzo de algo nuevo. La discusión sobre si la crisis política que se instaló en Brasil, y que se profundiza en Argentina, beneficiará a los partidos de la derecha o a los de izquierda, tiene poca trascendencia. Hoy lo real es la calle, y allí se juega el futuro.