miércoles, 20 de febrero de 2013

Editorial de El Abrojal

    Un cristalino arroyo baja por una ladera verde. El cielo azul acompaña la imagen, pero arriba, de donde surge el agua se instala la muerte. Abajo, donde va a parar también en cualquier momento más temprano que tarde ésta llega. Su viaje se hace inevitable, la labor de ciego, el silencio del cómplice siempre es una opción para los hombres, miles lo hacen cotidianamente, “aún no ha llegado, aún no ha llegado” se repiten hasta que es demasiado tarde… el viaje de la muerte y la ceguera del hombre son algo común pero no inevitable.
    Por otro lado, para quién aún conserva un poco de fuerzas la responsabilidad es la que llama, la que grita según sensibilidad, según alguna decisión interna en la que no sabemos si participamos realmente o no. La responsabilidad de tener que hacer algo, el placer de ponerse a hacerlo marcan indudablemente la diferencia. El hombre, animal que se ha querido erigir como dueño del mundo sólo puede ser detenido por otro animal, él mismo. Fuerzas distintas presionan desde siempre y han albergado en algunos la idea de un mundo llamado “justo”, jamás acabado ni único, pero donde es la armonía, la libertad y no la explotación la que marca las pautas del cómo vivir. La convivencia marcada, surgida de la experiencia que da la libertad y no el miedo hacia ella. Nada más proponemos y nada menos. Desde los albigenses preguntando qué joyas tenían Adán y Eva al Clero, la tierra sin mal guaraní o las comunidades agrícolas libres de Aragón la idea y experiencia en muchos casos de otras formas de convivencia y relación entre las personas y el mundo no ha muerto sino que felizmente va cambiando, adaptándose a diferentes culturas y épocas. La idea de una vida con una libertad integral igual seguramente no podría haber encontrado en otra época tantas posibilidades técnicas de llevarse a cabo, pero también y eso es cierto, tantas contras. El mundo tecnológico del consumo hiperdesarrollado del capital juega su papel y la explotación y dominación no quieren ceder espacios. Más de la mitad de la comida del mundo se desperdicia mientras que mucha gente muere de hambre. Hay datos que exasperan y que dan ganas de salir a patearles el culo a los patrones del mundo. Hay que salir a empezar a hacer las preguntas nosotros para poder darnos las respuestas. La autoorganización de la vida, de las decisiones y de la realización de los sueños comienza y pertenece a nosotros. Sin excluidos, sin amos ni esclavos…

Para descargar el boletín haz click aquí.

LA ENGAÑOSA OBJETIVIDAD Violencia Política en Uruguay, los ’60 y ‘70

He leído, lo más atentamente que he podido, el abordaje de Fernando Moyano analizando la violencia política del Uruguay en los ’60 y ’70.
Y desde ya, algo me alarmó por su incongruencia: la intención o la pretensión de un abordaje objetivo, cuantificable y consecuentemente veraz por un lado y ciertos fallos, incluso aritméticos o ausencias por otro.
El artículo al que me refiero es un trabajo circunstanciado y relativamente  largo,(1) y me limitaré a los puntos, que entiendo merecen observaciones y porque muchos pasajes del trabajo me resultan de difícil evaluación, por mi ignorancia y/o ajenidad, aunque ciertamente vivimos la misma época, el mismo país… el mismo terror.
El artículo refresca aspectos de nuestra historia reciente que conviene ventilar, como por ejemplo, que la derecha, armada, investida de los marcos institucionales aumenta su violencia de manera totalmente incomparable respecto de “los actos violentos de la izquierda revolucionaria”
Clara expresión de que el sistema de poder establecido no quería sólo desembarazarse de la guerrilla sino que proyectaba una nueva forma de dominio sobre la sociedad toda.
Pero vayamos al grano, a “los granos”
Moyano hace una descripción inicial, con cierta carga irónica sobre las interpretaciones vulgares de la violencia entonces.
Comenta la hipótesis de los “errores históricos”, la de “gente que se equivocó” y resume ese descarte con un planteo de Daniel Bensaid (que cita Moyano sin referencia) contra la “interpretación policial de la historia”. Interpretación que está centrada, explica Moyano, “en las intrigas, los planes, las conspiraciones, las traiciones”, listado que transcribe de Bensaid.
Una vez desechada semejante interpretación histórica, por su manifiesta superficialidad y escasa envergadura para entender lo que nos pasó, tengo la impresión que Moyano entra al análisis más “objetivo”, cuantificable, estrictamente cronológico de los acontecimientos y sus posibles encadenamientos
Yo diría a la historia “científicamente” analizada.
Y así, a mi modo de ver acierta cuando nos recuerda que el asesinato (probablemente ultraintencional) del docente Arbelio Ramírez y las vejaciones a Soledad Barrett (2), son anteriores a la requisa de armas del Tiro Suizo y también acierta al deslindar que una, la de derecha, era violencia a las personas y lo del Tiro Suizo fue en todo caso, a las cosas.
Sin embargo, poco más abajo Moyano encara otra comparación, vinculada con “los mártires estudiantiles”
 Y aquí entiendo que la situación es más “vidriosa”
 Afirma Moyano, basándose en el análisis de Rey Tristán (3)
< […] cómo ocurren las cosas, más allá de las leyendas y la historia oficial? Rey Tristán aporta un elemento muy interesante para abordar esta interrogante, el caso de los mártires estudiantiles.
La violencia represiva provoca muertes de militantes antes de que la acción de los llamados grupos guerrilleros se hubiese planteado ese grado de violencia.>
Plantea entonces “la hipótesis del crecimiento y desarrollo de esos últimos gracias a la radicalización social y política del Uruguay, algo en cuyo inicio las organizaciones armadas no tuvieron responsabilidad directa  […].>
¿Qué significa que haya habido asesinados por la represión “antes de que la acción de los llamados grupos guerrilleros  se hubiese planteado ese grado de violencia”?
 Los primeros mártires estudiantiles acaecen en 1968 y proseguirá la sangría al menos en 1969 y 1970. Líber Arce, Susana Pintos, Hugo de los Santos, Heber Nieto…
Pero sepamos que en 1966 (claro que por un azar a partir de un procedimiento policial callejero), muere enfrentando a la policía Carlos Flores. E inmediatamente en el allanamiento consiguiente, Mario Robaina.
Son los primeros muertos tupamaros a manos de la represión. 1966.
Y allí también muere un policía, Silveira Regalado, aunque las versiones periodísticas dirán entonces no a manos de  tupamaros sino de “fuego amigo”, lo cual es factible y hasta probable.
Un más preciso eslabonamiento cronológico sería: en 1966 enfrentamientos y muerte de tupamaros y policías; en 1967, sobrevienen también enfrentamientos a tiros, en los cuales, sin embargo, no se registran muertos ni guerrilleros ni policías. Pero sí heridos.
 Esto, obviamente, es producto del azar y no refleja profundización ni de la revolución ni de la represión; 1968, mártires estudiantiles a manos de la represión oficial… pero no antes, entonces, “de que la acción de los llamados grupos guerrilleros se hubiese planteado ese grado de violencia”
 
LA ESPECIFICIDAD DEL PAISITO
Aquí deberíamos hacer una consideración cultural: no sabemos si por la modernización batllista, Uruguay se fue convirtiendo a lo largo del siglo XX en un país sin armas, y con violencia relativamente escasa.
 El militarismo se fue reduciendo y comprimiendo, aunque no desapareciendo, ciertamente, como lo prueba su “vigoroso” renacimiento con la crisis económica y el desquicio de la estructura dependiente y periférica del país, donde los privilegiados de siempre empezaban a perder sus canonjías.
Más allá de la especulación de Felipe Arocena que cita Moyano sobre una presunta “frontera temporal de no menos de cien años”, que le viene justo al referido pensador para llegar con holgura de 1904 hasta el brote pos-Cuba 1959, entendemos que Uruguay, y fundamentalmente la macrocefálica Montevideo pertenecía al orden de sociedades pacificadas y/o amansadas.
No mediante el palo, sino mediante la modernidad.
El MLN fue muy consciente en sus inicios de esos rasgos tan poco guevaristas o castristas del Uruguay.
Esa diferencia con los países caribeños bajo la férula de dictaduras títeres madeinUSA, casi todas ellas sin taparrabos.
Tan conscientes eran de esa peculiaridad que sus primeras acciones programadas son más pedagógicas que violentas, como el arrebato de las armas reglamentarias a policías que se cumplimentaban con cartas explicativas (los episodios generaron alguna violencia, e incluso alguna muerte, pero no buscadas por la guerrilla).
Tanta es nuestra ajenidad cultural a la violencia, la del paisito, que para el MLN será un gran, grandísimo esfuerzo, la forja del combatiente.
Hay documentos de avanzado 1972, en rigor cuando el MLN ya se encontraba en una crisis que iba a ser irreversible, donde se señala lo difícil (¿lo imposible?) que ha sido formar verdaderos combatientes (4), que puedan lidiar no ya con policías callejeros sino con militares de cuartel
A ver si nos entendemos: la ilación planteada por Moyano/Rey Tristán merece un ajuste: antes de los mártires estudiantiles, el MLN ya se ha entreverado con violencia y muerte (aun concediendo que fuera tácticamente indeseada).
1967, además, es un año de enrarecimiento político. La violencia revolucionaria empieza a llamar a las puertas del país, bien que en ese primer momento haya sido de modo ideológico, como con el llamado a la violencia liberadora de seis organizaciones políticas desde el cotidiano Época.
Tal era la locura a que había llegado el paisito: la tradición política liberal y democrática concebía hasta diarios de circulación legal que llamaban directamente el derribamiento del sistema… legal.
En muchos países ha habido gobiernos despóticos, prensa amordazada y periodismo clandestino llamando a la resistencia incluso armada.
 En alguno, hay o ha habido gobiernos democráticos o tolerantes y prensa relativamente libre planteando sus pareceres y sus diferencias a veces radicales con la política oficial.
 Pero no es habitual que haya prensa democrática y legal que convoque a derribar el gobierno al menos formalmente constituido, elecciones mediante.
Esa esquizofrenia desquició a la sociedad uruguaya. Y las fuerzas represivas ya sabían, en 1967, con qué “bueyes” debían arar.
Por eso, entiendo, sobreviene el endurecimiento.
Las infames muertes estudiantiles, de gente desarmada forman parte –como en una tragedia griega−  del resquebrajamiento de la reja, de la frágil reja que separaba a las fuerzas represivas de la sociedad.
La reja se iba resquebrajando con “acciones” como la declaración conjunta de las seis organizaciones revolucionarias (diciembre 1967).
No sirve entonces el recuento contable del lado en que van apareciendo los muertos.
Parece objetivo, aritméticamente impecable, pero carece del sentido de la política, de las crisis… del factor humano.
 
VOLUNTARISMO
Porque ése es el otro gran ausente del análisis de Moyano y/o Rey Tristán: la voluntad revolucionaria, el papel de la subjetividad humana en la historia. Con tantos numeritos, nos pasamos por alto el entusiasmo que disparó la Revolución Cubana prácticamente en toda América Lapobre, tal vez por mejor decir en toda la militancia de izquierda de nuestra América.
 
EL VENDAVAL CUBANO
En Montevideo, reestructuró todo el cuadro político. Desde el PC (no tanto) hasta el PS (mucho más); hasta la forja de agrupamientos que se irán escindiendo de “los partidos tradicionales”, hasta el movimiento sindical, el estudiantil.
El movimiento sindical dominado hasta entonces por el PC (y sus contracaras amarillas, por los servicios de EE.UU.), tendrá un verdadero tercero en discordia, surgiendo tendencias no reformistas al lado de la coexistencia pacífica más o menos característica de los comunistas, o directamente sindicatos nuevos y combativos.
Allí Raúl Sendic fue figura clave con su papel inicial de “asesor legal” de remolacheros, arroceros en el este uruguayo y por último en el norte, con los cañeros y la UTAA.
El movimiento estudiantil universitario, con el antiimperialismo primero areliano, con Carlos Quijano y los encuentros latinoamericanos de universitarios antiimperialistas de 1928, con la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, la FEUU, y su participación del lado antifranquista en la Revolución Española, adoptando el tercerismo durante la 2GM, contra El Eje, pero también contra Los Aliados, con el papel protagónico para acabar con 93 años de gobierno colorado, a fines de 1958, tenía un perfil, o mejor dicho, una dirección anarquista.
La FEUU es la organización que invita al flamante Fidel Castro triunfante, en abril de 1959, organizando un “acto de masas”  en la Explanada Municipal de Montevideo.
La llegada de Fidel Castro al poder en Cuba significará el ascenso de una nueva corriente político-gremial, “los unitarios” en la FEUU, y los anarquistas entrarán en un cono de sombra.
La lucha revolucionaria no sólo modificó direcciones sindicales o gremiales.
En todo el arco de la izquierda, fundamentalmente capitalina, la influencia de la revolución cubana liquida lo que se llamaba “revolucionarios de café” que discutían durante décadas cómo hacerla.
Y la nueva corriente, de clara inspiración en la nueva Cuba hará un aporte, un aparente enriquecimiento que será un empobrecimiento político y sobre todo intelectual o ideológico.
 Los flamantes tupamaros dirán: las palabras sobran, ya está todo dicho.
Ahora se trata de actuar. ‘Las palabras nos separan.
Los hechos nos unen.’
Se entiende el hartazgo ante la noria militante y sobre todo el palabrerío.
Pero sin querer o queriendo, esta actitud iba a ir desplazando la cuestión política, que era realmente la que teníamos entre manos, o teníamos que tener, hacia lo militar.
Algo que, además, la misma dinámica represiva también se iba a encargar de estimular, incrementar.
Debilitando todavía más la apuesta “de la izquierda” por lo que ahora llamamos “otro mundo posible”.
Se trata de integrar estos factores cualitativos en el complejo estado de situación al que queremos reaproximarnos.
No nos alcanzan los elementos cuantitativos.
 
CRÍTICA A LA DIRECCIÓN
Observo un acierto en la crítica que Moyano ensaya contra la tesis, que atribuye a Eleuterio Fernández Huidobro, que por lo visto ya entonces tenía una relación muy pragmática e instrumental, casi como militares incursionando en tierra ajena, con lo que se llama “el pueblo”:
<[…] sostiene que el accionar armado de la organización "guerrillera" cambiaría el panorama político del país "obligando al gobierno a reprimir al pueblo" y poniendo a las organizaciones políticas reformistas ante la disyuntiva de pasar a ser irrelevantes o quedar a la cola de la organización armada. […]
Porque el resultado fue exactamente al revés.
El fracaso del MLN, que ya se veía, sumado al nivel creciente de represión, dio nueva vida al reformismo, y fue la organización armada la que terminó marchando a la cola de la táctica electoral de la que no mucho antes se mofaba.>
 [subrayados del original].
Con estos estrategos sí que estábamos “al horno”: porque fueron los generales de la derrota.
Pero qué habría sido del pueblo, de la población, si hubieran ganado (5)
 
SITUACIÓN ACTUAL
Ahora han ganado aparentemente con los votos lo que no alcanzaran con las armas.
Pero la situación es radicalmente diferente.
Porque el FAEPNM encarna cierto colegialismo, porque han cambiado hasta lo irreconocible lo que los mismos dirigentes frentistas sostenían como oposición y lo que sostienen como gobierno (pasteras, Haití); porque incluso han teorizado sobre semejantes vueltas de tortilla, como lo hizo EFH; algunos planteos ya no se sostienen ni con la habitual coartada de la coyuntura histórica (−ahora eso está mal, pero en aquel momento, ¿ehhhh?).
La verdad es revolucionaria; sólo que es también como el búho de Minerva…
Me parece ver esto respecto de la claudicación que con tan contadas excepciones tuvimos que arrostrar en febrero de 1973.
Por ejemplo, con el elogio del actual presidente Mujica al almirante Zorrilla.
Algo que a ningún integrante del MLN se le ocurrió hacer entonces. Incluso más; muchos estaban empeñados en una acción conjunta “antioligárquica” con presuntos militares “peruanistas”.
 A Mujica eso último se le olvidó decirlo, qué cosa, pero la verdad “histórica” es tozuda. Y en ese sentido, revolucionaria.
(1)  “La violencia política en el Uruguay de los ’60 y ‘70”, que he leído en postaporteñ@ 907  5/2/2013.
(2) Es preciso señalar que, como Barrett, fueron secuestrados otros militantes que Moyano no menciona pero que pueden otorgar otro sentido al estado de situación de entonces, para tipificar si estábamos en la antesala del fascismo: entre la media docena de “marcados” con las esvásticas del invierno de 1962 había no sólo militantes de izquierda –comunista, como Soledad entonces– sino también militantes de franca derecha, que revelaba el carácter artesanal e intestino de las “medidas” (probablemente entre “porongas” de Chicotazo y de Eduardo V. Haedo, y seguramente con intervención de miembros del FEDAN, Frente Estudiantil de Acción Nacionalista, un grupúsculo nazi-franquista).
(3) Es un historiador español que comenta y sobre el que se apoya Moyano: A la vuelta de la esquina. La izquierda revolucionaria uruguaya. 1955-1973, 2005.
 (4)  ‘Balance del año 1972’, setiembre de ese año, que citamos con medias comillas puesto que proviene de Subversión. Paz. Las Fuerzas Armadas al pueblo oriental, p. 585.
Una edición de la Junta de Comandantes en Jefe, de 1976, de pésima calidad bibliográfica (para no hablar de sus otras calidades…)
(5) Me vuelve a la memoria el libro de Jorge Masseti (h), editado en castellano como  El furor y el delirio (Tusquets, Barcelona, 1999), pero por su título en la traducción al sueco: Fue una suerte que no ganáramos.
Las memorias del hijo del lugarteniente del Che fueron desechadas genéricamente entre izquierdistas e izquierdosos con el fácil y recurrido dictamen de que era “un agente de la CIA”.
Conexión cierta a veces y a veces, mera calumnia.


Luis E. Sabini Fernández

miércoles, 13 de febrero de 2013

"Trabajar como negro": Yo no firmo

Y van e - vocando sin ayes

La dura - prisión de abuelo

Con las al - pargatas al suelo

Para ir des - pertando las calles




IVANÉ - Candombe de Carlos Gutiérrez y Lucio Muniz



El candombe que citamos hace alusión al pasado de esclavitud en Uruguay.
Esa evocación no quita dignidad a quien la hace.

Una iniciativa de la Casa de la cultura afro-uruguaya promueve una campaña para que la Real Academia Española elimine la expresión "trabajar como negro" del Diccionario, por considerarla "racista y discriminatoria... [Que] evoca un pasado de sometimiento que no debería repetirse para ningún ser humano".
¿Borrando rastros y olvidando borraremos el crimen? ¿El diccionario crea el lenguaje o el lenguaje al diccionario?
¿Se trata exclusivamente de un problema del pasado?
¿Por qué no empezar por las PRÁCTICAS actuales de racismo?

"Trabajar como negro" quiere decir TRABAJAR COMO ESCLAVO 

La corona de España -la Real Academia a quien se dirige esta sugerencia antirracista, sigue siendo de la corona- fue quien introdujo la esclavitud en América.

Ni han desaparecido en el presente las formas de explotación inhumana del trabajo, asimilables a la esclavitud, ni tampoco la esclavitud misma
La esclavitud era legal en Mauritania hasta 1980, y todavía se mantiene de hecho.
 En Sudán hasta hoy hay comercio abierto de esclavos, siguen habiendo tal vez 300 mil esclavos. En la Amazonia brasileña se denuncian cada año casos de esclavitud  de miles de trabajadores en las empresas forestales predatorias, en este caso afectando a etnias de pueblos autóctonos.
No es borrando del diccionario las expresiones racistas que dicen "indio" por salvaje, que combatiremos este crimen.
La esclavización a lo largo de la historia no solo ha sometido a los pueblos afro-descendientes, ha sido y es un fenómeno multiétnico.
Pero es muy cierto que los pueblos afro-descendientes han soportado una carga mucho más dura.
Tal vez nos sirva un fragmento de su discurso de Patricio Lumumba el 30/06/1960, cuando se declara la independencia del Congo, para entender eso de "trabajar como negro":

"Conocimos el trabajo deslomador que se nos exigía a cambio de salarios que no nos permitían satisfacer nuestra hambre, vestirnos o alojarnos decentemente, ni criar a nuestros niños como las amadas criaturas que son.
Conocimos la burla, los insultos, los golpes, sometidos mañana, tarde y noche, porque éramos negros. ...
Conocimos la expoliación de nuestras tierras en nombre de supuestos textos legales que en realidad solo reconocían el derecho del más fuerte. ...¿quién olvidará los ahorcamientos, o las patotas incendiarias, por las que perecieron tantos de nuestros hermanos, o las celdas donde eran brutalmente arrojados aquellos que escapaban de las balas de los soldados, esos soldados que los colonialistas convirtieron en instrumento de su dominación?
"
No son palabras solamente. Entre 1885 y 1908 se estima que hubo entre 5 y 10 millones de muertos en el Congo por las condiciones del trabajo esclavo. Por eso dice Joseph Conrad al final de El corazón de las tinieblas: "¡El horror, el horror!"
Lumumba, Primer Ministro del Congo democráticamente electo, seis meses después de ese discurso es arrojado brutalmente en una celda y luego asesinado por esos soldados que los colonialistas convirtieron en instrumento de su dominación, en medio de crueles masacres, y con la complicidad de la ONU.
Denunciaba días antes que: "Algunas potencias... piensan que la ONU debe y puede sustituir a la ocupación belga. Para ellos la ONU debe ser una especie de biombo, un medio para mantener su domino o bien para abrir una fase de una nueva colonización".
Hoy, 52 años después, poco ha cambiado, excepto que ahora Uruguay forma parte directa de ese biombo.
La Segunda Guerra del Congo o Guerra Mundial Africana (1998-2003) trajo 6 o 7 millones de muertos, el peor conflicto desde la 2da Guerra Mundial con millones de desplazados y refugiados. Esta guerra colonialista de despojo continúa.
Continúa la explotación del trabajo semi-esclavo, del trabajo infantil en las minas y el reclutamiento forzoso de niños para una guerra que significa hasta hoy cien muertos cada día.

Naciones Unidas ha intervenido pero no ha detenido este genocidio. Uruguay participa de esta "misión de paz" que mantiene el despojo colonialista sin detener la guerra.
Los principales lugares a los que Uruguay envía tropas hoy son el Congo (primera fuente de ese tráfico esclavista del pasado) y Haití (primer destino masivo del mismo en América).
También en Haití, otro país cuya  soberanía se viola, subsiste hoy el trabajo semi-esclavo, y la intervención militar sostiene el orden de las "oportunidades de inversión" de las multinacionales para aprovechar una fuerza de trabajo "más barata que la china".
Y por esas condiciones de miseria aparece además la esclavitud infantil (unos 200 mil) y el tráfico de niños.
Para justificar estas intervenciones un senador uruguayo aducía en  diciembre pasado el beneficio de unos dólares con el que los soldados pueden hacerse una casita; otro, el entrenamiento en combates que pueden obtener, sin que parezca importar quienes mueran en esos combates o debido a la situación que esa intervención ayuda a continuar.
Mientras los soldados uruguayos duplican y mas sus sueldos por ir a esas misiones "para hacerse una casa", hay aún cientos de miles de haitianos sin vivienda. Mantener la MINUSTAH implica un gasto de más de 600 mil dólares anuales.
¿Puede haber un ejemplo de conducta más racista e inmoral?
El diccionario no es otra cosa que el "mapa" del lenguaje realmente existente. No se eliminan de allí las expresiones racistas porque le pidamos a la vieja autoridad imperial que nos siga gobernando el idioma, mientras la nueva autoridad imperial nos gobierna la política.
Esta campaña se parece demasiado a un intento de"blanquear" por las apariencias las prácticas realmente racistas y colonialistas del Estado uruguayo y "nuestras" fuerzas armadas.
Comencemos por reclamar del retiro de las tropas uruguayas del Congo y de Haití. Por combatir en la realidad al racismo, al colonialismo, y la perpetuación de todas las formas esclavas o semi-esclavas de explotación del trabajo.
Así el diccionario, sin borrar esas expresiones racistas, les pondrá algún día al costado: "expresión en desuso".
Para que el antirracismo no sea apenas un adorno, además de cambiar las palabras hay que cambiar también las conductas.
Para ir despertando las calles
COORDINADORA POR EL RETIRO DE TROPAS DE HAITÍ

lunes, 11 de febrero de 2013

La quimera del poder popular: una forma de integración al sistema.

    Al menos como es entendido en general por la izquierda, el “poder popular” sería una propuesta para construir el socialismo mediante un modelo de democracia participativa, que reestructuraría la organización sobre la que se sustenta el Estado. El poder popular estaría fundado en la vieja idea de Rousseau de voluntad general, transfiriendo las atribuciones del gobierno al pueblo, instituido en organizaciones asamblearias de base y eligiendo mediante el voto a los representantes en el gobierno popular.
    Esta política requiere la toma del gobierno para impulsar la transferencia antes mencionada, pero de forma gradual para transformar la democracia representativa en participativa, y alcanzar el socialismo por el camino del poder popular. Es decir, se plantea un objetivo supuestamente revolucionario por un camino reformista, aderezado de jerga nacionalista, socialista y antiimperialista. Este fue un experimento que quedó trunco en Chile en 1973 por el golpe de Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, y forma parte del canon ideológico de la Venezuela de Hugo Chávez y la Cuba post-bloque socialista, que recupera la consigna guevarista de desarrollar en el pueblo los “gérmenes de socialismo”. Este tipo de proyectos reformistas y autoritarios, defendido por la izquierda nacionalista y burguesa, han sido repudiados desde siempre por los anarquistas y sus teóricos más influentes, Bakunin y Malatesta, entre otros.
    Sin embargo, desde hace un tiempo muchos compañeros libertarios latinoamericanos (argentinos, uruguayos, colombianos y brasileños) han publicado declaraciones acerca de la necesidad de que los anarquistas “construyamos el poder popular” luchando por la socialización del poder a fin de que no se convierta en la posesión de unos pocos. La idea que se propone apuntaría a construir un movimiento libertario anti-dogmático, aterrizado en la realidad y conectado con las luchas populares.
    Estas formulaciones, como bien presuponen sus autores, podrían parecer “una contradicción irresoluble” a todo “luchador o luchadora de la libertad”. En realidad no lo parece, sino que es una contradicción irresoluble. Pero antes de responder por qué lo es, veamos en qué consiste esta propuesta.
En un documento titulado “Anarquismo y Poder Popular”, de la “Red Libertaria Mateo Kramer” de Colombia, se hace la siguiente pregunta:
    ¿Debe el poder ser entendido únicamente como una imposición autoritaria, como un poder sobre? ¿No se puede comprender el poder de otra forma, es decir, como un poder-hacer colectivo, un poder-construir en conjunto? Son los de arriba, aquellos que mandan, los que nos han hecho creer que el poder es un “objeto” del cual ellos tienen posesión, una “cosa” despegada de las relaciones sociales, un aparato trascendente de sujeción. Pero, en cambio, nosotros y nosotras, los y las de abajo, concebimos el poder de otra forma: no como una “cosa”, sino como una “relación”, como un poder social alternativo y liberador. Así, nuestro poder es principalmente una capacidad colectiva de imaginar y de crear en el aquí y ahora una nueva sociedad.”
    Aquí surge una confusión en la pregunta que va a afectar a todo el análisis posterior. El término “poder” tiene múltiples acepciones, significados e interpretaciones, por su carácter polisémico. Podemos hablar de poder como una relación de dominio, como la capacidad de hacer, como posesión de algo, fuerza, capacidad de provocar efectos de verdad, mando, coerción, y finalmente, el gobierno de un país.
    Claramente en la pregunta se confunde la acepción de relación de dominio (primera pregunta) con la acepción capacidad de hacer (segunda pregunta). Para mayor embrollo, el razonamiento prosigue proponiendo dejar de ver al poder como un objeto o instrumento y tomarlo como una relación, pero desdeñando que las relaciones de poder sean relaciones de dominio, y nuevamente proponiendo un poder como “capacidad colectiva de imaginar” (es decir, una competencia y no una relación).
    Luego de semejante enredo, que no por enmarañado deja de ser de una simpleza y una frivolidad pasmosa, sería lícito preguntarse si todo se reduce a preferir una acepción por otra o a considerar que los anarquistas siempre han sido tan obtusos como para haber confundido siempre el poder con una “cosa” y nunca haberse percatado de que era una relación de dominio. Como si el hecho de pensar al poder en su aspecto relacional lo convirtiera en “un poder social alternativo y liberador”, y no en una relación asimétrica de dominio. El capitalismo, entre otras cosas, también es una relación social asimétrica (de explotación y dominio), y seguramente a estos compañeros no se les ocurriría olvidar este aspecto para proponer un “capitalismo social alternativo y liberador”.
    En realidad, los anarquistas negamos el poder político, la capacidad de dominio de una institución, un grupo o un individuo sobre otras personas, el poder como sinónimo de gobierno. Es decir, toda la teoría anarquista se funda sobre una crítica al poder y los efectos que produce, expresado objetivamente en los medios, instituciones, dispositivos e instrumentos materiales a través de los que se ejerce el dominio, pero también subjetivado en relaciones asimétricas donde unos deciden y mandan mientras que otros obedecen y ejecutan. Los anarquistas nunca propusieron el poder popular, ni el poder para una clase, precisamente porque apuntaban a ese aspecto relacional del poder, donde si una clase o un grupo (aunque fuese mayoritario) ejercieran poder sobre otro, se convertiría en otra relación de dominio (asimétrica). Quien posee el poder ejerce control sobre la conducta de quien los sufre. No existen relaciones de poder simétricas, porque cuando existe simetría y reciprocidad en una relación social, es porque la relación de poder ha dejado de existir.
    En el documento también se afirma que, “para que este poder colectivo sea popular, el agente no puede ser otro que el pueblo, ese sujeto plural que se define por la reunión de las clases subalternas, de los marginales, de los desposeídos, de los excluidos”. Más allá de la obviedad de la proposición, se percibe una valoración de lo popular como positivo per sé, lo cual puede ocasionar ciertos conflictos. Lo popular no está exento de acarrear ciertas lacras sociales, como el sexismo, el nacionalismo o el racismo, por mencionar las más habituales. Si algo fuese definido como popular tan solo porque lo produce el agente “pueblo”, y si definimos al pueblo gramscianamente como clases subalternas, deberíamos también aceptar que dentro de ese pueblo hay gran cantidad de elementos sociales, culturales, políticos y económicos burgueses incrustados, que incluyen tanto al ama de casa, al vendedor ambulante y al obrero, como al policía de la esquina, al dueño de una verdulería o a un barrabrava futbolero. La esencia popular es precisamente ese carácter policlasista, que conjuga elementos revolucionarios y conservadores, proletarios y burgueses, libertarios y autoritarios.
    Si -como sostienen- el poder popular es una nueva forma de relación, y apunta a poner “en marcha un nuevo ethos”, creando “otro mundo posible, un mundo distinto que se enfrenta al que ya conocemos”, y al mismo tiempo “es una praxis que en la misma medida en que va transformando los lugares de vida de las personas crea un bloque contrahegemónico, un bloque que entra en confrontación directa con el orden imperante”, entonces el poder popular planteado de esta forma comienza a tener puntos en común con el poder popular según lo ha entendido históricamente la izquierda. Este poder se presenta como una anticipación de la sociedad futura, como una práctica gradualista, que apunta a reemplazar al Estado y al capital. Lo que no se explica es cómo una cultura horizontal y libertaria, participativa e incluyente pueda tener cabida en una sociedad que es su negativo rotundo, en que los medios de comunicación, educación, explotación y represión están en manos de quienes detentan realmente el poder. Claro que existen prácticas solidarias, ayuda mutua, cooperación, altruismo y actitudes libertarias en el seno del pueblo, pero esto es más inherente a la condición humana que al ethos popular. Es sencillamente una ilusión creer que por propugnar el poder popular (como quiera que esto se entienda) vamos a estar más cerca de la auto-liberación de las masas. El sistema capitalista ha demostrado una gran capacidad de absorción de todos los movimientos populares, de todo signo: Venezuela y Cuba son un muy buen ejemplo de esto. Cuando excepcionalmente los gobiernos que realmente ejercen el poder conceden la posibilidad de que la gente practique alguna forma de autogestión, siempre es bajo el permiso y supervisión directa o indirecta, cuando no el interés, del Estado.
    Es un error plantear que, “el anarquismo que quiere socializar los medios de producción, también quiere socializar el poder y evitar que éste se convierta en el privilegio de unos pocos”, precisamente porque eso sería socializar la asimetría, haciendo del poder el “privilegio de la mayoría”, y donde aquello que una mayoría denominada “popular” imponga al resto “menos popular” su particular visión de lo que debe ser. Es una peligrosa ingenuidad suponer que dicho poder popular crearía “espacios alternativos de vida colectiva, lugares materiales y virtuales que escapan al control del capitalismo y de la autoridad”. Más aún cuando todas las experiencias históricas han demostrado exactamente el contrario, y nunca pudo coexistir un espacio libertario por mucho tiempo en una sociedad estatal sin enfrentarse con ella (como en Ucrania o Kronstadt y la revolución española), o siendo absorbido por el capitalismo y el Estado, como en Cuba o en la Venezuela bolivariana, donde el poder popular funciona como un mecanismo de autorregulación capitalista.
    Contrariamente a los que sostiene la Red Libertaria Mateo Kramer, los anarquistas debemos aspirar a destruir toda forma de poder, sin dejar de organizarnos igualitaria y libremente, propugnando que el pueblo se autolibere. Porque las perspectivas políticas del populismo y el socialismo antiburgués siempre serán reformistas, aspirando a lo sumo a un capitalismo gestionado por la clase obrera, mediante cooperativas, sindicatos, partidos políticos o el “Estado popular”.
    Ser anarquista implica estar en contra del poder en todas sus formas, no solamente en contra de “algunas formas de poder”. El poder colectivo no es ausencia de poder, del mismo modo que un capital colectivo no es ausencia de capital. El ser anarquista no puede reducirse a enfrentarse al poder burgués, sus agentes económicos, culturales y políticos. No podemos hacer del pueblo o el poder popular un adorado fetiche, del que presuponemos revolucionario per sé. De lo contrario, pondremos al pueblo en el trono, para ser su propio opresor, alienado de sí mismo. Un poder popular negador de la liberación humana y que, parafraseando a Bakunin, no va a ser menos prepotente porque lleve inscrito el rótulo de “poder del pueblo”.
    Publicado en el periódico anarquista “Libertad!” N° 52 (Julio–Agosto del 2009).

martes, 5 de febrero de 2013

PRESOS POR LUCHAR, LA LUCHA LOS LIBERARÁ!


Solidaridad a los presos políticos
de Bariloche, en Argentina!


 Las organizaciones reunidas en el 10º Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Populares y Autónomas, realizado los días 25, 26, y 27 de enero de 2013 en el municipio de Viamao, realizamos este comunicado público en solidaridad con los luchadores sociales argentinos del Movimiento Social y Cooperativo 1º de Mayo, presos por el Estado Argentino acusados de incitar una serie de saqueos de alimentos y mercaderías en el mes de diciembre de 2012 en Bariloche, provincia de Río Negro, Argentina.

Hace más de diez años que estos militantes sociales se vienen movilizando y buscando alternativas contra el desempleo y toda clase de injusticias, represión, precarización de las condiciones de trabajo, asesinatos a la juventud pobre, derivadas de las políticas del clientelismo y asistencialismo, únicas respuestas de los gobiernos a las demandas populares. En el día 20 de diciembre, en más de 40 ciudades de Argentina, centenas de familias pobres decidieron tomar con sus propias manos alimentos de los grandes supermercados, diciendo basta al hambre causada por la indiferencia de los gobiernos a los reclamos de trabajo y mejores condiciones de vida. Una serie de compañeros y compañeras de la Cooperativa 1º de Mayo fueron entonces acusados de incitar los saqueos en Bariloche y apresados. Junto con ellos fueron detenidas personas que participaron de los saqueos y otras que salían a las calles en solidaridad exigiendo la liberación de los luchadores.

Estos hechos están inmersos en un contexto de criminalización de la protesta y de las movilizaciones populares; de tentativa de desestructurar el trabajo de aquellos que no se encuadran en la lógica paternalista y clientelista de los gobernantes argentinos; y en un proceso de reducción salarial y precarización de las condiciones de trabajo para que las grandes empresas puedan lucrar cada vez más.
Es por eso que salimos a la calle gritando:
Mano tendida al compañero!, puño cerrado al enemigo!.
Libertad a los luchadores sociales del Movimiento Social, y la Cooperativa 1º de mayo.

10º ELAOPA, Rio Grande do Sul, Brasil – 2013

domingo, 3 de febrero de 2013

El territorio como espacio emancipatorio

Los movimientos de base territorial, rurales y urbanos, integrados por indígenas y afrodescendientes, campesinos y sectores populares, jugaron un papel decisivo en la resistencia y deslegitimación del modelo neoliberal. Desde sus territorios lanzaron formidables ofensivas que abrieron grietas en el sistema de partidos sobre el que se asienta la dominación y modificaron el escenario geopolítico regional. De modo directo e indirecto, influyeron en lo local, lo nacional, regional y global.
Han jugado y jugarán también un papel decisivo en la construcción de un mundo nuevo. Si ese mundo, como señala Immanuel Wallerstein (La Jornada, 12 de enero de 2013), será el resultado de una infinidad de acciones nanoscópicas, las pequeñas mariposas capaces de construirlo habitan territorios en los que resisten y en ellos pueden construir relaciones sociales diferentes a las hegemónicas. No es con manifestaciones ni declaraciones, por más masivas y necesarias que sean, como se crea el socialismo, sino con prácticas sociales en espacios concretos. Territorios en resistencia que son a la vez espacios en los que va naciendo lo nuevo.
Hasta ahí, son temas que hemos venido debatiendo en los últimos años. El capitalismo puede ser derrotado si somos capaces de expropiarle los medios de producción (y de cambio) en un largo proceso. Pero la cuestión no se agota allí. El sistema aprendió a desorganizar, diluir, cooptar y aniquilar por la fuerza (todo junto, no una u otra acción) a los sujetos nacidos y arraigados en la resistencia territorial. La combinación de fuerza bruta (militar y policial) con políticas sociales para combatir la pobreza es parte de esa estrategia de aniquilación.
Ante esta situación compleja y difícil, crece la tentación de replegarse de los territorios en los que nacieron múltiples sujetos colectivos, buscando lugares más propicios donde seguir creciendo. A veces se apuesta por lo sindical, otras a lo estudiantil y en otras por lo electoral. Un debate de este tipo atraviesa sobre todo a movimientos en Argentina, Chile, Paraguay y Perú, aunque está presente en casi todos los países.
Es cierto que lo territorial por sí solo no alcanza. Que debe incluir formas diferentes de hacer política donde la gente común decida y ejecute; que hace falta crear formas de poder distintas a las estatales; que para garantizar la autonomía territorial es imprescindible asegurar la sobrevivencia material, o sea salud, educación, vivienda y alimentación para todos y todas.
Pero no podemos olvidar que los territorios son claves para la lucha por un mundo nuevo por dos razones, digamos, estratégicas: se trata de crear espacios donde podamos garantizar la vida de los de abajo, en todas sus multifacéticas dimensiones; y porque la acumulación por despojo o guerra –que es el principal modo de acumulación del capitalismo actual– ha convertido a los movimientos territoriales en el núcleo de la resistencia. La mutación del capitalismo que conocemos como neoliberalismo es guerra contra la vida.
A ellas se podría agregar un tercer argumento: sólo es posible resistir en las relaciones tejidas en torno de valores de uso, ya sean materiales o simbólicos. Si sólo nos movemos en las esferas de los valores de cambio, nos limitamos a reproducir lo que hay. Cerrados los poros de la vida en las fábricas por el posfordismo, es en los territorios, barrios, comunidades o periferias urbanas donde –aun esos mismos trabajadores– se vinculan entre sí en formas de reciprocidad, ayuda mutua y cooperación que son relaciones sociales moldeadas en torno del intercambio de valores de uso.
No es una cuestión teórica y por lo tanto sólo se puede mostrar. Se conoce y se practica, o no se entiende. Resistir hoy es proteger la vida y construir vida en territorios controlados colectivamente. El punto es que si abandonamos los territorios, ganaron los de arriba. Y en este punto no hay dos caminos. Sólo queda hacerse fuertes y autónomos allí, neutralizando las políticas sociales que quieren destruir lo colectivo salvando al pobre individualmente.
El pueblo mapuche resiste desde hace cinco siglos aferrándose a sus territorios. Así derrotaron a los conquistadores españoles, y en ellos se repusieron de la derrota que les infligió la República criolla en la guerra de exterminio conocida como Pacificación de la Araucanía en la segunda mitad del siglo XIX. En sus territorios aguantaron el diluvio de la dictadura pinochetista y las políticas antiterroristas de la democracia, debidamente condimentadas con políticas sociales para someter con migajas lo que no pudieron con palos.
No es la excepción sino la regla. Chiapas, Cauca, Cajamarca donde se resiste el Proyecto Conga, Belo Monte, El Alto o el conurbano de Buenos Aires, entre muchos otros, muestran que la combinación de guerra y domesticación son los modos de esterilizar las resistencias. Lo que diferencia esos territorios es que allí existen los modos de vida heterogéneos sobre los cuales es posible crear algo distinto a lo hegemónico. No nos engañemos: esa posibilidad no existe hoy ni en las fábricas ni en los demás lugares donde todo son valores de cambio, desde el tiempo hasta las personas.
Por eso las políticas sociales se han territorializado, porque los gestores del capital percibieron que allí venían perdiendo pie ante el nacimiento de sujetos integrados por los que no tienen nada que perder: mujeres, hombres y jóvenes sin futuro en este sistema, aquellos que por el color de su piel, su cultura y su modo de ser no tienen cabida en las instituciones, ni siquiera en las que se reclaman de izquierda o defensoras de los trabajadores. Allí sólo existen como representados, o sea como ausentes.
No hay alternativas al trabajo territorial, ni atajos para hacer más corto y soportable el camino. La experiencia reciente muestra que es posible doblegar el cerco del sistema contra nuestros territorios, superar el aislamiento, sobrevivir y seguir adelante. Persistir o no, es una cuestión de pura voluntad.
 

Raúl Zibechi

Fuentes: http://clajadep.lahaine.org

SOY EL NEGRO MIGUEL SI TE GUSTA BIEN Y SINO TAMBIÉN

Nací y vivo en un país chiquito, donde nació y vive mucha gente con mente chiquita.
Nací negro, oscurito, marroncito, donde nacen cada día muchos iguales a mí.
Soy un hombre “de color”, supongo que otros serán trasparentes.
Fui el negro Miguel en la escuela, en el liceo, en mi trabajo Soy un Negro Divino para mi mujer y mis amigos y un negro de mierda para los que quisieran ser tan feliz como yo.
Soy afrodescendiente seguramente pues, mi bis abuela era negra como chupetín de alquitrán.
Ahora quieren quitarme mi identidad, de la cual me siento muy orgulloso, es más, me hubiera gustado tener la piel mucho más oscura.
Llamarme negro no me discrimina si yo tengo claro que lo soy y no trato de ocultarlo.
Andan por la ciudad los “taxis” hombres y mujeres tan negros como yo teñidos de rubio. Las peluquerías  a fuerza de laceados transforman las motas en sedosas cabelleras.
Tendidas al sol de Punta del Este o Cabo Polonio, intentan quedar negras dos albinas.
Hoy trabaje como un negro, ayer también y espero que mañana, muchos blancos no tienen trabajo.
Erradicar del diccionario palabras no cambia nada, porque sería muy fácil erradicar: la violencia, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad.
Todos somos iguales es una gran mentira, yo no soy igual a nadie, YO SOY YO, con mis virtudes y mis defectos, no me metan en una casilla.
Dicen que soy un negro fallado, soy de Nacional, no toco el tambor, tengo una mujer y dos hijos rubios de ojos claros, gritan NEGRO por la calle y me doy vuelta, nunca vote al partido nacional (para no ser blanco).
Hay cosas mucho más importantes para quemar las pocas neuronas que nos quedan
Al pan, pan Al vino, vino ...Al negro, negro
.

de Miguel Márquez